Sólo nueve meses han transcurrido por los cuales, la sociedad ha podido escanear rápidamente a un comunista improvisado, un tipejo, que se atrevió a postular a la más alta magistratura de la nación, sin capacidad, talento, experiencia o virtud y que resultó, por los desgraciados avatares de la política peruana, en presidente y prolífico destructor de la economía y la estabilidad del país.
Antropológicamente, Castillo es un badulaque, un oportunista a ultranza, experto escurridizo de la prensa independiente y muy versado para guarecerse en escondrijos soterrados tipo Sarratea, el cuartel general clandestino de sus negocios turbios.
Sin preparación básica de gobierno, con altisonante discurso rojimio y muy allegado a los sindicatos magisteriales más politiqueros del país, llega sorpresivamente al sillón presidencial, sin una soberana idea de qué hacer en políticas públicas y un gestión gubernamental. Y, por supuesto, el gobierno que ejerce, con ese rosario de incompetencias, resulta virtualmente un adefesio.
Este ilustrísimo cero a la izquierda, simulado magister y mentiroso de resonancia internacional, ha convocado al lumpen nacional para gobernar. Ministros prontuariados y ladrones, pseudo técnicos, pachecos, pinturitas, dinámicos, tiranos del centro y sobrinísimos, figuran en su equipo de lujo, prestos para succionar las arcas estatales mediante licitaciones y consultorías que harán más pobre al Perú postpandemia.
Por cierto, sin ninguna visión de gobierno, este panfletario promotor de calamidades intragubernamentales, ha llevado a la minería peruana al desastre. Del puesto 34, ahora llegamos al puesto 42 en atracción de inversión. Es decir, el segundo mayor descenso en América Latina como país productor. Y para concluir esta sucesión de infortunios, haber escuchado la coloquial metáfora del pollo y referirse a la capital chilena como «hermano Santiago» de sus labios, resulta para nosotros en funestas consecuencias patológico-auditivas, dignas de conmoción cerebral.
La cárcel le vendrá, indefectible, tarde o temprano.