Imaginar cómo debería ser profesionalmente el docente es una mirada al futuro y una buena práctica de gobierno. Sin embargo, conviene tener en cuenta que el futuro – por las expectativas y la gestación de proyectos o emprendimientos, es más atractivo que el presente si no lo fuese quedaríamos atrapados y regodeándonos en el ahora, pero el gran reto que plantea el futuro es llegar siendo mejores que en el presente, con lo cual, es tarea imperativa no descuidarlo ni desaprovecharlo.
¿A quien compete imaginar la educación en el futuro? ¿Quién debería leer las necesidades de los alumnos, las demandas del mercado o los resultados de las investigaciones? ¿Le corresponde a la academia, a los expertos, a los analistas, a los consultores, a los gremios, al Ministerio de Educación, entre otros, a definir el perfil del docente? Sin desmerecer un ápice, su importante ayuda creo, que la llamada a precisar el tipo de docente que querrá es la misma escuela. Primero, porque la formulación general y universal de un perfil o tipo profesional tiene que especificarse, que concretarse en orden al quehacer o función que aquella espera que desempeñe. En una escuela, el futuro se convierte en presente.
Segundo, en el aula se enseña, pero en la escuela se educa. Por tanto, el perfil del docente se dibujará en relación con lo que ponga y proponga la escuela para trazarlo: su ideario, sus políticas, su cultura y su visión corporativa de la docencia. Tercero, el docente no es un verso suelto en el poema de la educación ni un quijote lidiando solo en la intemperie contra los factores que la amenazan. En el marco de un enfoque institucional o corporativo, la escuela reconoce al maestro como pieza fundamental, conformando parte de un claustro dentro del cual se multiplican y potencian sus capacidades. Cuarto, lo propio del profesor es aportar a la educación haciendo circular entre sus alumnos- mediante la trasmisión de conocimientos y de su expertise didáctica – la cultura del colegio. Por último, el modo de ser y la filosofía de un centro educativo señalan, por un lado, las cualidades profesionales que debería tener y/o adquirir un docente; y, de otro lado, el patrimonio personal que trae y porta consigo el docente, en términos de visión, valores y virtudes, los tiene que priorizar, perfilar y alimentar con el saber, tradiciones, políticas y cultura de la escuela.
Con el propósito de conocer cómo sería la educación en el futuro el año 2018 [1] se aplicó un cuestionario a 300 jóvenes profesionales, entre 25 y 35 años para intentar conocer su visión, expectativas, recuerdos y deseos… acerca de la escuela que querrían en el caso que tuvieran sus hijos en edad escolar. Se cuidó que cumplieran con ese requisito, precisamente para que las respuestas fueran menos subjetivas.
Ante la pregunta: ¿cuáles son las 3 mejores cosas que tenía tu colegio? El 41.3% dijo que los profesores. El 34% señaló la infraestructura y, un 24.3% la formación académica. En cierto modo, el 65.60% de la muestra considera al docente como lo mejor de su colegio, si se toma en cuenta el porcentaje de la formación académica en la que aquel tiene un rol protagónico. En un segundo análisis si quiso saber – con más detalle – razones personales de dicha elección. Las respuestas más repetidas fueron: “docentes capacitados, buenos, con valores, con prestigio y con altos estándares y con paciencia”. En resumen, los encuestados no aprecian que el docente sea un mero instructor o trasmisor de conocimientos, que sea distante, que este metido en su mundo sin escuchar a sus alumnos y que mida tan solo sobre la base de estándares. Valoran, más bien del docente sus aptitudes profesionales, como persona y su modo de relacionarse con sus alumnos, entre otras cualidades. ¿Qué profesores para el futuro? Las escuelas deberán buscar y formar profesores que sean: buenas personas, capaces de inspirar ideales, iluminar inteligencias, acoger a cada alumno en su condición de singular, tener una visión corporativa de la educación y tener posesión de una amplia gama de alternativas didácticas. El profesor del futuro tendrá que ser mejor como persona y profesional que el del presente, el cambio comienza por quienes están hoy en la escuela.
[1] Cámere y otros, “Encuesta a jóvenes profesionales”, Estudio cuantitativo, inédito/ Mayéutica Consultores, Lima, 2018