La ansiada reactivación económica está por empezar. Las grandes mineras y la pesca industrial son aquellas que estarían más preparadas para el inicio de actividades ya que sus protocolos sanitarios estarían más avanzados. Si bien estas medidas impactarán positivamente en una gran cantidad de trabajadores, ¿podrán sumarse a su aplicación las pequeñas y micro empresas?
Según el Ministerio de la Producción, aproximadamente el 93% de las empresas peruanas son micro o pequeñas, el 65% son familiares y el 83% son informales. Las pequeñas y micro empresas emplean a más de 8 millones de trabajadores y aportan el 19% del PBI. Por otro lado, diversos estudios realizados en los últimos años indican que, estas empresas no están adecuadamente articuladas entre ellas ni con otras organizaciones, no son lo suficientemente competitivas frente a las grandes empresas, tampoco son suficientemente apoyadas por las instituciones públicas y financieras y las caracteriza la informalidad, la orientación a la sobrevivencia, el subempleo y la pobreza. Otros estudios resaltan que, a pesar de la dificultad de acceso de ingreso a mercados, su reducida cartera de clientes y el riesgo de quiebra, las pequeñas y micro empresas son más flexibles que las grandes, son subcontratadas por ellas y poseen una mayor capacidad de cambio o de adaptarse a las variaciones de los mercados. Sin embargo, poseen diversos obstáculos que impiden su crecimiento: los primeros están vinculados con un deficiente conocimiento profesional de temas vinculados con la gestión y escaso desarrollo de habilidades gerenciales. En segundo lugar, presentan desafíos operativos que se centran en un inadecuado control de la producción e inventarios; en tercer lugar, se tienen los desafíos estratégicos, los cuales se caracterizan por una inexistencia de una visión a largo plazo y de un plan estratégico para su logro. Finalmente, se encuentran los desafíos externos, principalmente expresados en la corrupción, informalidad y el rol pasivo del estado .
Centrémonos en los desafíos estratégicos: ¿están las pequeñas y micro empresas listas para operar bajo su misma lógica o deben cambiar su modelo de negocio? ¡Requieren de una “operación de urgencia” para salvar su vida! Muchas de estas empresas se encuentran agonizando, si es que ya muchas no han muerto. La crisis las ha golpeado duramente y no tienen cómo hacer frente a sus obligaciones económicas. Algunas se han beneficiado con las ayudas gubernamentales; pero, ¿qué hacer en esta crítica situación? Desde el punto de vista estratégico, lo primero es centrarse en la visión empresarial: ¿a dónde/en dónde quiero/puedo llegar como empresa?, ¿en qué factores destacar?, ¿en qué “convertirme”, reinventarme, transformarme?, ¿en cuánto tiempo debería estar en esa posición? Son todas preguntas que tienen que ver con el futuro de la organización. Es claro que las empresas deben reinventarse, pero ¿cómo?
En primer lugar, no se trata de plantear un sueño inalcanzable, la idea es ser realista y plantear una visión empresarial desde un conocimiento profundo de las oportunidades y amenazas que existen alrededor (desde lo más lejano como un mercado internacional, hasta lo más cercano como mi sector o sectores aledaños), así como de las fortalezas y debilidades que posee la organización (a partir de una evaluación de su operación). Una vez claro este diagnóstico, será momento de definir ese futuro, así como la estrategia (por ahora entendida como ruta) que me permitirá alcanzarlo. Ejemplo de este proceso lo constituyen algunos restaurantes y empresarios del rubro de repostería que en esta época de cuarentena han repensado su futuro como empresas caracterizadas por su compromiso con la comunidad, por la peculiaridad de sus sabores, por su capacidad de reforzar sus alianzas, por su versatilidad o han decidido cambiar de negocio. Para esto, se han valido de las redes para comunicar la difusión de sus recetas, han establecido alianzas entre ellos para generar pedidos anticipados por futuras compras mediante medios virtuales, han realizado donaciones a instituciones que prestan apoyo social o a estamentos gubernamentales, vienen desarrollando sus propios protocolos sanitarios preparándose para adecuarse a la norma que dará el gobierno focalizándose en el reparto de comida, están migrando al concepto de “dark kitchen” y los casos más extremos, han cambiado totalmente su modelo de negocio, como el caso de la Pastelería San Antonio que ahora es la Bodega San Antonio. Otras, han tomado conciencia de la importancia de la formalización, lo cual les permita acceder a la deducción del IGV, a mercados internacionales, al programa de compras estatales y/o adherirse a las cadenas de suministro de otras organizaciones nacionales.
A pesar de que estos tiempos están marcados por el desánimo, hay muchas pequeñas y micro empresas que están viendo en esta crisis una oportunidad para repensar sus modelos de negocio y en función a eso están tomando acción sobre la base de sus diagnósticos, reflexionando además sobre qué tipo de negocio es bueno para el mundo, qué propósito tendrá éste, si sus prácticas debieran ser más sostenibles o incluso, si pudiera contribuir con algún Objetivo de Desarrollo Sostenible. Esto no es fácil. Puede ser además una tarea muy compleja e incluso dolorosa porque podría ser una decisión de vida o muerte.