Preguntarse si las cuarentenas funcionan para retener la propagación de un peligroso virus parece tener una obvia respuesta; sin embargo, al contrastarlo con la realidad y al darnos cuenta de que somos el país con más contagios diarios en el mundo por millón de habitantes, nos lleva a volver a plantearnos el cuestionamiento. A pesar de ello, y por increíble que pueda parecer, sabemos con seguridad que estaríamos incluso peor si la cuarentena no se hubiera decretado.
Más allá de la hipótesis del Gobierno, la cual señala que de no haberse decretado el confinamiento, la cifra de infectados sería cercana al medio millón de en 7 meses; existen diversos estudios que confirman que una cuarentena, vista como un período de aislamiento voluntario u obligatorio de seres vivos, conduce a reducir las probabilidades de que una enfermedad infecciosa continúe expandiéndose. Y, en este sentido, también sería absurdo pensar que si no se hubiese decretado la cuarentena, la economía iba a seguir funcionando con plena normalidad.
Existen diversos factores por los cuales esta cuarentena es un fracaso, uno de ellos es la elevada cifra de informalidad laboral.
La opinión pública, casi por completo, se ha dedicado a señalar a la «irresponsabilidad peruana» como chivo expiatorio de la inmensa cantidad de contagios; mas se ciegan a la evidente realidad de la existencia de millones de trabajadores en el sector informal que, desprovistos de ahorros, tienen que salir a trabajar para comer.
Es por lo mencionado que el Gobierno tiene mucha responsabilidad y es inaceptable que sea visto casi como pecado criticar al Ejecutivo en épocas de crisis, cuando precisamente es donde debemos tener mayor atención de lo que hace.
En un mundo ideal, todos seguirían las reglas que fueran justas y, por ende, la responsabilidad de que se quebranten sería solo de quienes las salten; no obstante, evidentemente, este no es el caso. En un mundo no ideal, en cambio, no todos tienen incentivos a seguir las normas justas y, por tanto, la responsabilidad de que se quebranten es tanto de quien se las salta como de quien las diseña obviando los incentivos ajenos a saltárselas.
El confinamiento se ha decretado en un mundo no ideal, por un Gobierno que ha ignorado que el 72% de la PEA es informal y que hace años no se busca una solución a este problema.
La informalidad laboral tiene efectos perniciosos sobre el crecimiento económico y el bienestar de las personas por lo que una política económica orientada a que el sector informal se formalice debe ser ejecutada cuanto antes.
Causas de la Informalidad Peruana:
Existen diversas causas que explican la informalidad en el Perú, pero a razón de ser concisos, resumiré 2 causas implícitas en el propio origen de la informalidad: La informalidad surge cuando los costos de circunscribirse al marco legal y normativo de un país son superiores a los beneficios que ello conlleva.
A. Marco Normativo
Existe en Perú una legislación que desincentiva la contratación formal. La formalidad involucra costos tanto en términos de ingresar a este sector: largos, complejos y costosos procesos de inscripción y registro; como en términos de permanecer dentro del mismo: pago de impuestos, cumplir las normas referidas a beneficios laborales y remuneraciones, manejo ambiental, salud, entre otros. Y como si no fuese suficiente, se imponen multas a múltiples medianas empresas, puesto que les es imposible cumplir con toda la regulación. Si estas multas laceran su capital de tal manera que no exista beneficio neto, la empresa cerrará o se informalizará.
La única manera de reducir este costo altísimo, sería por una modificación legislativa, accionar que por muchos años se ha tratado como si fuese un tema tabú.
Perú se ubica en el puesto 115 de 125 en Políticas Activas del Mercado Laboral, según el Índice de Competitividad de Talento Global de Adecco, es decir, tenemos un mercado no competitivo y con una productividad bajísima.
Ante esto, existen diversas soluciones. (1) Como principal medida se debe reducir los costes tributarios al mínimo y así no asfixiar a las mypes. (2) Flexibizar el empleo. Es un despropósito que mediante un fallo del Tribunal Constitucional se haya establecido una estabilidad laboral absoluta que ata de manos al empleador y lleva al máximo el riesgo de contratación indefinida. (3) Se deben reflexionar con seriedad algunas medidas enfocadas en las vacaciones del trabajador. Nuestra legislación para las empresas formales es digna de un país avanzado con índices de empleo formal muy altos, pero la realidad es otra. Además, (4) el salario mínimo tiende a efectuar una reducción del empleo formal en aquellos cuya productividad y capacidad no se ajusta al salario que caprichosamente elige el burócrata. Los salarios reales tienen su origen en la producción, no en los decretos y órdenes ministeriales. A medida que aumenta la productividad, aumentará también el salario.
B. Pésimos servicios públicos
Los servicios que ofrece el Estado son un desastre, en ello, la diferencia entre el sector público y el privado es abismal. Específicamente, la educación es un factor muy importante a la hora de tratar la informalidad. Un mayor nivel de educación reduce la informalidad al incrementar la productividad del trabajo, con lo cual las normas laborales se hacen más flexibles y se amplían los beneficios de la formalidad.
Reflexionemos, ¿es sensato «premiar» a la educación pública con más gasto, si ya ha demostrado ser deficiente? O, por el contrario, sería correcto darle más cabida a la educación privada, que muestra un nivel superior. Por supuesto que la segunda opción es la que se debe tomar.
Liberalizar el mercado de la educación es la clave, debe ser un negocio libre y lucrativo en el que la demanda y la oferta pudieran tomar decisiones reales. La educación debería privatizarse, reduciendo el gasto en ella y con esto reducir los impuestos para que los ciudadanos puedan costear su propia educación y aquellos sin recursos incluso podrían verse protegidos por una red de asistencia estatal.
Pero esto es una visión a largo plazo, primero se debe enfocar en el marco normativo para poder reducir, de manera optimista, 20 puntos porcentuales del sector informal, pasando este a ser formal. Y luego de ello, pensar en reformas más profundas, como la educación u otros servicios.
Conclusiones
El nivel de informalidad disminuye cuando prima la ley, la libertad económica, el nivel educativo y la productividad aumentan. La informalidad hace excesivo daño justamente porque lacera la productividad y, en consecuencia, una baja productividad genera bajos salarios y bajo crecimiento económico.
Evidentemente, este Legislativo, sesgado por el populismo, no hará nada por la informalidad. Muy por el contrario, hace poco el Congreso aprobó una ley que formaliza el servicio de «taxis colectivos». Es síntesis, en vez de incentivar a la formalización, se legalizó la informalidad.
A lo mencionado, se le puede sumar que se están proponiendo medidas como control de precios, impuesto a las grandes fortunas (y las deudas), o aberraciones jurídicas como volver a la Constitución del 79. Ello hace que no tengamos esperanzas en el actual Parlamento, el cual sin duda alguna ha resultado ser peor que el anterior y un nuevo virus con el que tenemos que lidiar.