El pasado 15 de enero de 2022 ocurrió la erupción del volcán subterráneo en Tonga que trajo como consecuencias las alertas de tsunamis en las zonas del Pacífico Sur. La Marina de Guerra de Perú, descartó la alerta de algún fenómeno natural en el litoral peruano. No obstante, no se previnieron fuertes oleajes anómalos que ocurrieron en nuestras costas el último fin de semana, y que arrasaron con un buque petrolero que desde días previos se encontraba abasteciendo a la refinería La Pampilla, propiedad de Repsol.
Según el primer reporte que la empresa Repsol presentó a la Organización de Evaluación de Fiscalización Ambiental (OEFA), fue el oleaje quien había ocasionado un derrame de petróleo de poca intensidad y que ya se estaban encargando de solucionarlo. No obstante, al día siguiente, diversas denuncias en las redes sociales, dieron a conocer que el derrame de petróleo fue mucho más grande de lo que en un primer momento había informado Repsol. El petróleo se había extendido cerca de 15 kilómetros al norte de la ubicación de la refinería, afectando las playas contiguas de Ventanilla, Santa Rosa, Ancón, Aucallama y Chancay.
Luego de 48 horas, las autoridades ecológicas marinas y el ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, emitieron un comunicado sobre el daño causado por el derramamiento de petróleo; catalogándolo como el peor accidente ecológico ocurrido en Lima en las últimas décadas. La OEFA comunicó que fueron más de 6.000 barriles de petróleo derramados al litoral, afectando cerca de 18.000 kilómetros cuadrados de las zonas marítima protegidas que contienen una variedad de plantas y fauna marina de la Reserva Nacional del Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, Islotes de pescadores y la Zona Reservada de Ancón.
La portavoz de Comunicaciones de la empresa Repsol, Tine Van Den Wall Bake, señaló en un medio radial que: «Repsol no asume la responsabilidad del desastre ecológico causado, debido a que ellos realizaron las coordinaciones con las autoridades de la Marina de Guerra de Perú y ellos les aseguraron el descarte de algún tsunami en las costas peruanas y que podían proseguir con el descargue de petróleo, ignorando que horas más tarde se tendrían oleajes anómalos en la costa». No obstante, la representante Van Den Wall Bake, aseguró que la empresa está trabajando con un equipo especial, para el recojo de petróleo en las playas afectadas y procurar restablecer las playas a su estado anterior del accidente.
Al margen de la limpieza en las playas afectadas, el daño es irreparable, puesto que el ecosistema de esta zona tardará en recuperarse bastante tiempo. El gobierno peruano debe realizar una investigación exhaustiva contra el proceder de la empresa Repsol y determinar si hubo o no negligencia al momento de la aplicación del protocolo de contingencia. Quizás una mejor coordinación por parte de las autoridades de Marina con Repsol, hubiese evitado la suspensión del abastecimiento del buque hasta que el mar se haya calmado. A pesar de ser un accidente provocado por un fenómeno natural externo, Repsol no está eximida en sus responsabilidades sobre este accidente. Por lo tanto, debe asumir las consecuencias secundarias ocasionadas por este derramamiento. Así como el perjuicio que dejará a los trabajadores pesqueros de Ventanilla; quienes por varios meses no podrán realizar su labor en toda esa zona y probablemente desencadene un problema económico para el sector pesquero.