La madrugada del pasado sábado 5 de febrero, un grupo de trabajadores de la Gerencia del Programa Municipal para la recuperación del centro histórico de Lima (PROLIMA), acompañados por un centenar de contingente policial, irrumpieron de sorpresa en la plazuela de la Iglesia y Convento San Francisco de Asís del centro de Lima. El objetivo era derrumbar el muro perimétrico de 145 metros que resguardaba la plazuela. La medida se efectuó como parte del proyecto para elaboración de la zona peatonal, que desde hace dos años viene elaborando esta dependencia de la Municipalidad de Lima.
Con tractores demoledores y carros de maquinaria pesada, se derrumbaron las rejas sobrepuestas en el muro perimétrico de la plazuela San Francisco. Tras el escándalo por la demolición, la comunidad de frailes franciscanos realizó un plantón y pidió ayuda a los vecinos de los alrededores de la zona, argumentando que no habían recibido ninguna notificación por parte de la gerencia de PROLIMA. Lo que desencadenó en un lamentable enfrentamiento entre los religiosos y los agentes del orden.
Ante la impotencia por no poder hacer nada mientras se terminaban de derrumbar los muros faltantes, los frailes denunciaron que se cometió una violación contra la Iglesia y Convento de San Francisco, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1987. En consecuencia, Fray Rafael Hurtado, encargado de la Comisión Jurídica de los Franciscanos del Perú, anunció que la comunidad franciscana, tomarán medidas legales contra el mal proceder de PROLIMA, contra una construcción que es intangible al ser patrimonio, y que cualquier intervención para su conservación o modificación debe requerir de la autorización del ministerio de Cultura, respetando las especificaciones técnicas que establecen la realización previa de un estudio de impacto cultural en el patrimonio.
En defensa de la Municipalidad de Lima, el gerente de PROLIMA Martín Bogdanovich, afirma que ellos ya había tenido reuniones en 2019 con los representantes del Ministerio de Cultura, la Cofradía de la Soledad y los Frailes Franciscanos; donde se les puso al tanto de los trabajos a realizar. De igual manera, Bogdanovich confirmó que mediante una carta de gerencia sí se les notificó a los padres franciscanos. Además, el gerente de PROLIMA, resaltó que la plazuela de San Francisco, al encontrarse en un espacio público, no le pertenece a la orden franciscana. En consecuencia, la Municipalidad de Lima es la única institución con la competencia en decidir los trabajos de remodelación, los cuales fueron solicitados previamente al Ministerio de Cultura y por lo que niegan haber cometido infracción alguna.
La defensa legal de los religiosos franciscanos sostiene que, en 1988, la Unesco recomendó hacer una protección tanto de la plazuela como los tres templos históricos, ante el comercio ambulatorio y la inseguridad que en aquel entonces era difícil controlar en el centro histórico de Lima. Es así como los franciscanos con el apoyo de la Municipalidad de Lima, optan por la construcción del cerco perimétrico en la plaza.
Por su parte, la Gerencia de PROLIMA, señala que durante la visita que realizó en 2017 una comisión de la Unesco, se recomendó que la plazuela de San Francisco debía regresar a su misma estructura original del siglo XVII, dado que actualmente las condiciones en la zona no son las mismas que durante los años ochenta y que originaron que se construyese el muro en la plaza. Si bien se vería mejor la plaza abierta para los peatones, tampoco se podría asegurar la seguridad de la misma, ya que por su ubicación está en un punto medio entre las sedes del Ejecutivo y Legislativo, haciéndola un punto vulnerable para albergar las concentraciones de los manifestantes en Lima, inclusive en la crisis política que actualmente vive el país.
Los argumentos de ambas partes en cuestión son comprensibles y posiblemente se extienda en una disputa judicial, donde concluirá si hubo o no infracción en el proceder de los funcionarios de PROLIMA. Sin embargo, es evidente que este problema se pudo evitar, si las comunicaciones entre la gerencia de PROLIMA y los franciscanos se hubiesen desarrollado mejor, evitando llegar a una actitud prepotente que desencadene en violencia. Las formas hoy en día valen mucho al momento de entablar diálogo entre las partes, sobre todo cuando la finalidad es buscar el mejor bienestar para nuestra ciudad.