A propósito del día internacional de la mujer, se han difundido los resultados de diversos estudios considerando su situación en el mundo, en Latinoamérica y en el Perú. Si bien éstos muestran que se han logrado importantes avances en los últimos años en términos de derechos y oportunidades para las mujeres, según el INEI y la ONU, “en el Perú, la pobreza tiene rostro de mujer” ya que aún existen muchas limitaciones vinculadas con la educación y empleabilidad.
Respecto a la empleabilidad, las mujeres no solo tienen dificultades para insertarse en el ámbito laboral formal, sino también limitaciones para su ascenso. A esto se le conoce como el “techo de cristal”, expresión definida hace más de 40 años por la ejecutiva Marilyn Loden, el cual hace referencia a una cubierta invisible, difícil de traspasar y que no permite que muchas mujeres puedan avanzar en su crecimiento profesional y ocupar posiciones directivas. Según el Primer Estudio sobre Mujeres Miembros de Directorios de las Empresas en el Mercado de Valores 2018, en nuestro país, sólo el 10% de directores son mujeres. Si bien esta cifra está por encima del promedio de la región (8.5%), está por debajo de la media mundial (23 %).
Por otro lado, son las labores del hogar, aquellas que se realizan en el ámbito doméstico como el cuidado de niños y adultos mayores, preparación de comidas y refrigerios, mantenimiento de la vivienda, etc., que son productivas pero no remuneradas, las que constituyen el conocido “suelo pegajoso” (concepto acuñado por la Dra. Catherine White Berheide) debido a las dificultades que representan para muchas mujeres en relación a su inserción al mercado laboral. También se vinculan a éste, el concepto “doble presencia” (o “doble carga”) que expresa la presencia de las mujeres en su ámbito laboral y a la vez en el ámbito doméstico familiar. La socióloga Laura Balbo fue quien usó este término por primera vez hacia finales de los setenta. Este fenómeno lo padecerían la mayoría de mujeres y las consecuencias en su salud física y mental estarían vinculadas con el estrés, ansiedad e insatisfacción ya que al final, no podrían alcanzar las expectativas que se plantean en sus múltiples facetas.
Si bien la participación laboral femenina ha aumentado de 43.1% en 1990 a 69.4% en el año 2018, la tasa más alta de la región, según la reciente publicación Gestión y Distribución del Tiempo de las Mujeres y Hombres en el Perú: Informe Técnico 2020, existen problemáticas de género vinculadas con la división del trabajo y distribución del tiempo entre hombres y mujeres, atribuibles a prácticas sociales y aspectos culturales aún vigentes en nuestro país. Este estudio reportó que las mujeres destinan aproximadamente 1.3 horas al día más que los hombres al trabajo productivo remunerado (su empleo), productivo no remunerado (labores domésticas) y a la realización de actividades personales. Si esta cantidad se calcula semanalmente, esto equivale a 9.29 horas.
La competencia del tiempo dedicado al trabajo versus aquel que dedicamos a las labores del hogar es real. Esto puede haberse convertido en un problema más crítico con el confinamiento ya que con la escuela en casa se ha incrementado el tiempo de dedicación de muchas mujeres en el acompañamiento de la educación de sus hijos. Afortunadamente, en muchos hogares los hombres están comprometidos con las actividades domésticas; sin embargo, debemos reconocer que en la mayoría de ellos aún prima la cultura en la que se espera que éstas sean realizadas exclusivamente por las mujeres haciendo más crítico el efecto de suelo pegajoso y el de doble presencia. ¿Qué podemos hacer como sociedad para fomentar mayor equidad en la distribución de las labores del hogar? Una alternativa muy potente según diversos estudios es la educación familiar hacia esa equidad mediante la instrucción de los hijos (independientemente si son niños o niñas) en la práctica de las labores domésticas. Esta acción impactaría positivamente en la corresponsabilidad familiar, favoreciendo la autonomía de sus miembros y logrando una mejora sustancial de las relaciones entre los padres y entre éstos y sus hijos.
De otro lado, en las organizaciones es importante escuchar y darle el espacio al talento de las mujeres. Cada vez vemos más mujeres en las ciencias exactas y sociales. Mujeres capaces, inteligentes y con mucho que ofrecer para la mejora de las organizaciones en las que se desempeñan. También será importante fortalecer los mandos medios a través del desarrollo de sus capacidades e incrementando su profesionalización a través de una educación que les permita seguir ascendiendo a posiciones directivas. Asimismo, a pesar de ser una obligación, será fundamental velar por el cumplimiento de los derechos ya ganados como el descanso pre y post natal, hora de lactancia, uso del lactario, etc.
Es importante tener en cuenta que nuestro bienestar, tanto de mujeres como de hombres, tiene componentes emocionales, psicológicos y de salud integral que nos permitirán sentirnos satisfechos y tranquilos. Para eso, debemos poder lograr nuestros propósitos de vida, tanto personales como profesionales. La educación familiar así como determinadas acciones organizaciones deben poder contribuir con ese bienestar del que tenemos derecho a gozar.