En agosto del 2021 escribí una columna que, como muchas otras, despertó incomodidades dentro de la izquierda radical. El titulo se mantiene en este escrito, ya que la esencia continúa siendo la misma: Pedro Castillo, en contrario de lo que suele pensar, debe entender que hay cosas que no se pueden hacer solo porque «el pueblo» las pide. Esto, en lo absoluto, se ha convertido en la cómoda excusa para tapar sus planes (o su carencia de ellos).
Desde Europa hasta América, se ha utilizado en nombre del pueblo, la excusa perfecta para atribuirse poderes propios de un gobierno absolutista. Y, no es coincidencia, que gobernantes de este calibre quieran utilizar al pueblo para sobrepasar las instituciones y leyes. Castillo consultado en CNN, por ejemplo, sobre la posibilidad de otorgarle salida al mar a Bolivia, sostuvo: «Para [responder] eso se necesita que el pueblo se manifieste». Es evidente que su conocimiento sobre política exterior es preocupante, pero su ignorancia sobre la actual Constitución también lo alcanza.
Ahora bien, hay que decirle al presidente que existen instituciones, leyes y tratados que no pueden ser desacatados solo porque una mayoría se lo exija. ¿Qué hacemos, en este caso, con el artículo de la Carta Magna que estipula que «el territorio del Estado es inalienable e inviolable» y que este incluye, por supuesto, «el dominio marítimo»? ¿O qué sucedería, llegado el caso, si él considerase, como han hecho tantos otros mandatarios en la región que es válido sortear los impedimentos legales para tentar un nuevo mandato porque así se los demanda «el pueblo»?
Cabe mencionar, que es un error considerar la elección de gobernantes por «el pueblo» el fundamento de la democracia, ya que esta no significa únicamente un voto, sino más bien, el respeto por las instituciones y los derechos básicos: vida, propiedad y libertad. Frente a ello, ¿qué porcentaje de ciudadanos «hacen el pueblo», 51%, 90%, o 19 por ciento como Castillo en primera vuelta? Yo me pregunto, ¿quiénes son el pueblo del que tanto el presidente y compañía utilizan para cada justificar cada decisión que toman? No hay duda alguna que son, coincidentemente, los que apoyan sus designios.
Hemos escuchado al sombrerero hablar durante toda la campaña, en su actual mandato y en sus exposiciones hacia la prensa internacional sobre «el pueblo», hasta sus mismos congresistas sostienen que es un gobierno del pueblo donde elige el pueblo, y que los ministros son la voz de ese mismo pueblo. Lo que sí, es que dudo mucho que algún pueblo en el mundo quiera entre sus representantes una voz así de incapaz, indignante e improvisada. Toda «revolución» inicia con grandes mentiras para sostener su farsa, y en muchos casos, la historia demuestra que esa mentira es la falsa defensa del «pueblo soberano».
Lo que nos confirma este oprobio internacional, es que el pueblo es la cómoda excusa, la salida por la tangente para tomar decisiones, evitar cuestionamientos y minar las instituciones que como presidente debería respetar y defender. Los latinoamericanos sabemos (y los venezolanos no me dejarán mentir), que de usar al pueblo como decisor a usarlo como trampa hay solo un paso. En suma, la entrevista que dio Castillo Terrones a CNN es una muestra más de cómo la narrativa populista «del pueblo» legitima lo que no tiene respuestas plausibles ni para explicar graves cuestionamientos de un presidente que está practicando como serlo con nuestros bolsillos.
Finalmente, lo cierto es que, la palabra «pueblo» es uno de los términos indefinidos que forman parte del vocabulario de muchos políticos y dictadores; y que, como muchas otras conjeturas, cada uno las define, les pone límites y las manipula según la conveniencia más burda que se pueda imaginar. Lo que sí, es que el más afectado termina siendo, vaya ironía, el propio pueblo que tanto dicen considerar.