Hoy, el Perú es el país con más muertes por millón de personas en el mundo, y el segundo país donde más aumentan contagios. Pero estas cifran tan devastadoras no son una consecuencia de la ausencia de cuarentena o de un decreto tardío de aislamiento obligatorio. Por el contrario, estas cifras se deben a que el Perú ha experimentado una de las cuarentenas más estrictas del mundo y la tercera más prolongada.
En consecuencia (desechando la falsa dicotomía salud-economía), la caída del PBI para el segundo trimestre de este año es de poco más del 30%. Por otro lado, las perspectivas para el íntegro del presenta año nos ubican como el país con mayor recesión, con un decrecimiento del 13 % del PBI real. En pocas palabras, nuestro país no ha salvado ni las vidas ni la economía.
Por ello, los medios de comunicación han señalado a los «peruanos irresponsables» u optado recitar el verso de «así son los peruanos», como chivo expiatorio para explicar por qué nos ha ido tan mal. Sin embargo, no se presentan quejas, sino más bien elogios hacia el Gobierno. Pero la realidad es que la gestión es terrible y es harto responsable de la catástrofe que estamos viviendo.
Se dice que el Gobierno actuó con rapidez al decretar una cuarentena estricta en el país. Sin embargo, lo que no se dice es que, decretar de forma rápida un confinamiento de la magnitud impuesta, no es la solución definitiva. Al inicio de todo, lo necesario era una gran comisión médico-investigadora que articule esfuerzos con el sector privado. Era preciosa la inclusión de determinados representantes de sectores económicos, para que tracen un rumbo hacia la contención de la pandemia y el cuidado de la economía. Esta comisión, denominada Comando Covid, llegaría un mes después del primer caso confirmado. Pero ella solo incluía a personas del sector salud ligadas a cargos públicos.
5 errores que costaron vidas:
1. En lugar de articular una gestión público–privada, se optó por una exclusivamente pública.
2. En lugar de incluir a representantes de la economía peruana, se prefirió solo a representantes del sector salud. El paso inicial estaba marcado: estábamos en manos de médicos del sector estatal.
Una vez conformada la comisión, los puntos iniciales debieron ser claros. Gracias a la experiencia de los países donde la pandemia estaba en una etapa avanzada, y a la información histórica de contenciones de enfermedades infecciosas, la ruta a trazar debió iniciar con tres acciones:
- Rastreo de contactos: es la mejor herramienta para la contención de epidemias, totalmente documentado y aplicado históricamente para combatir la fiebre amarilla en 1840; la sífilis, a principios del siglo XVI; e incluso aplicaciones prematuras del rastreo de contactos se ubican en la contención de la peste bubónica, hace más de 500 años.
- Masificación de pruebas moleculares: es importante para manejar el rastreo de contactos, teniendo siempre en cuenta que estas son fiables a diferencia de las pruebas rápidas, que no sirven para la contención y que, además, son causa de una innumerable cantidad de falsos negativos.
- Estructurar la contención de la pandemia: se refiere a cómo la gestión debe ser articulada. Si de arriba abajo, es decir, que el gobierno dicte las medidas que se regirán como país, o si se deben conformar comisiones para cada región y así tener una información más exacta.
4. Como si de una maldición se tratase, mientras la mayoría de los países en el mundo priorizaban las pruebas PCR sobre las pruebas rápidas (o solo usaban PCR), aquí se utilizó una cantidad enorme de pruebas rápidas descuidando por completo las moleculares.
Actualmente, somos el país sudamericano con menor cantidad de pruebas PCR diarias de COVID-19. Aun así, el Gobierno se jactó de ser el país con mayor cantidad de pruebas (rápidas), sabiendo que estas no sirven para la contención de la pandemia.
5. Recientemente se publicó un estudio titulado COVID-19 Lockdown Policies at the State and Local Level. Este demuestra las ventajas de usar datos a nivel local, en lugar de estatal, en la investigación del COVID-19 en los Estados Unidos.
Aquí, en el Perú, sin ningún estudio previo, el comité de médicos estatales se arrogó la potestad de planificar centralizadamente la gestión de la pandemia con resultados desastrosos. Al tener muchísima información, de varias regiones distintas, es imposible llegar a una gestión eficiente.
Con estos terribles errores iniciales, se pueden explicar todos y cada uno de los errores futuros:
- La vergonzosa idea de Farid Matuk, integrante del grupo prospectiva, a quien le debemos también la no aplicación del rastreo de contactos, la cual intercalaba días de compra y sexos, se explica por querer planificar las acciones de las personas.
- La falta de balones de oxígeno y la locura inconstitucional de pretender expropiar las clínicas se explica por una nula articulación público – privada. El sector privado venía insistiendo en que no podía vender oxígeno con una pureza menor al 98%. El gobierno reaccionó recién al día 80. Los precios exorbitantes de las clínicas venían desde el día 1, y el gobierno, que no gestionó para nada con ellas por más de 100 días, pretendía expropiarlas de forma intempestiva.
- El cierre de miles de empresas y la sinrazón de prohibir el delivery de comida se debió a la exclusión de representantes del sector empresarial dentro del comando.
- Ser el país con mayor número de muertos por millón de personas en el mundo es consecuencia directa de no aplicar un Rastreo de Contactos en base a pruebas PCR.
Un estudio colombiano titulado Impact of contact tracing on COVID-19 mortality: An impact evaluation using surveillance data from Colombia, llega a la conclusión de que un aumento del 10 % de casos identificados a través del RC podría reducir la mortalidad por COVID-19 entre 0,8% y 3,4%.
En el Perú no se aplicó ni Rastreo de Contactos (por dejadez) ni Masivas Pruebas PCR (por mediocridad en la gestión), lo que nos condujo a que miles de compatriotas murieran injustamente.
¿Capitán después de la batalla?
Tras determinar los errores fatales del Gobierno, no se hará esperar la voz defensora. Dirán que no se puede ser capitán después de la batalla. Pero, utilizando la misma metáfora, hay un problema con esta afirmación; no hay ni capitán, ni batalla terminada.
El Gobierno no tiene guía, sigue hoy con varios errores iniciales y al parecer solo apuesta a alcanzar la inmunidad de grupo para “ahorrarse las molestias”, pues al fin y al cabo, sigue alto en las encuestas.
La batalla contra el COVID-19 sigue en pie, es hora de que el Gobierno enmiende los grotescos errores ayudándose con la cuantiosa información que se ha venido documentando a lo largo de la pandemia en diferentes países y ver su efectividad en el Perú con conocimiento de campo.
Conclusiones y aclaraciones
Los trágicos números que nos deja la pandemia no son causa exclusiva de la gestión del gobierno, pero sí un porcentaje importante. También tienen mucha responsabilidad los gobiernos anteriores, que no hicieron nada por la elevadísima tasa de informalidad en el país, que hoy es un lastre para el cumplimiento del distanciamiento social. No es moralmente exigible a un vendedor ambulante quedarse en casa cuando vive del día a día. También nuestro sistema precario de salud ha sido una causa importante del elevado número de muertes.
No es cuestión solo de comentar y lamentarse por lo que ya pasó, lo que hizo o no hizo el Gobierno. En cambio, es momento de criticarlo, alzar la voz y exigirle que haga bien las cosas. Es momento de que sepa que está haciendo las cosas mal, y que es preciso que cambie de rumbo. O que por lo menos se consiga uno.