Desde las esferas más extremistas del Congreso -y las presuntas moderadas- se escuchan voces que vociferan «¡cambien el modelo!». Esto se debe a que se le atribuye al modelo -y no a la ineptitud de los funcionarios públicos- las falencias develadas en el país en la actual coyuntura, entre ellas, los miles de muertos, las carencias en los hospitales, la deficiencia en la estructura informática y más.
Podría cuestionar las diversas iniciativas parlamentarias que se vienen planteando al respecto, como la ley para derogar la Constitución, presentada por Unión por el Perú (UPP); o la que plantea llamar a referéndum para cambiar «parcial y/o totalmente» la Constitución Política del Perú de 1993 (CPP1993), presentada por Acción Popular; pero hay una que me ha sorprendido, no por sus argumentos, acaso sí por la precariedad de los mismos.
Los seguidores del delincuente Antauro Humala, agrupados en UPP, abrieron el mes presentando el Proyecto de Ley 05393/2020-CR, titulado «Ley que autoriza la convocatoria a una asamblea constituyente.
El antaurismo pasó de presentar una inviabilidad jurídica, como los es una ley para derogar una Carta Magna, a buscar que se realice una Asamblea Constituyente.
«Ha sido un clamor permanente la reforma total de la Constitución, puesto que no ha nacido de la voluntad del pueblo y su designación como Constituyente ha sido impuesta por circunstancias alejadas a la democracia», se lee en el oficio, para luego señalar que acciones como el ‘Andahuaylazo’, motín liderado por Antauro Humala, estaban justificadas, pues eran parte de una «lucha por el restablecimiento de la Constitución de 1979 (C1979) y la convocatoria de una Asamblea Constituyente». Es decir, en el mismo documento rechazan la CPP1993 por gestarse en una dictadura, pero defienden volver a la C1979, que se gestó durante la dictadura de Morales Bermúdez. Contradicción del etnocacerismo.
Asimismo, señalan que esa nueva constitución debe «reivindicar el espacio aéreo colonizado con la desaparición de una línea aérea de bandera». Cuando hablan de esa empresa aerocomercial «de bandera» se refieren a AeroPeru, empresa creada durante la dictadura velasquizta, después quebrada -sin la necesidad de una pandemia- en 2001. Punto en contra para los etnonacionalistas.
Respecto a este proyecto, Javier Mendoza Marquina, legislador de la bancada y uno de los autores de la posible futura autógrafa, dijo que la Carta de 1993 «ha demostrado ser un instrumento para empobrecer al pueblo y enriquecer a los que más tienen». Dudo mucho que su afirmación sea real, sobre todo, teniendo en cuenta que en el periodo del 2007 a 2017 la pobreza pasó de 42.4% a 21.7%, reduciéndose la pobreza en cerca de 50% en el periodo de 10 años. Si pusiera la data antes que su resentimiento contra el desarrollo, quizás, dejaría de lado su fundamentalismo político-ideológico y se percataría de que sus afirmaciones se alejan de la verdad.
El modelo de nuestra Constitución es perfectible, sin duda alguna; mas hablar de que es la culpable de los males de nuestro país, dejando de lado el incomparable tamaño e ineficiencia del Estado, los contratos ilógicos a personajes como ‘Richard Swing’, así como la incapacidad del funcionario público de ejecutar adecuadamente un presupuesto, tienen la real culpa de que hoy no haya una estructura sanitaria adecuada o mayor índice de formalidad (el actual es menor al 30%).
Entre otras cosas, el modelo social y económico de nuestra Ley Fundamental ha sido superior a las escritas en el pasado.
Lo mencionado, a mí parecer, por su preferencia por la libre empresa, la libertad de trabajo, promover el pluralismo económico y velar por un mercado competitivo; mas esto no la exime de ciertas falencias, las cuales no han permitido la optimización del desarrollo económico, como las múltiples barreras burocráticas para el emprendedor o el alto costo que tiene ser formal. Los problemas descritos, así como muchos otros, deben regulase por leyes que no afecten el espíritu a favor de la libertad que promueve la Constitución, pues así, se podrá, en el mediato plazo avanzar.
En lugar de que el antaurismo nos pida volver al «Estado Empresario», debemos analizar la data y la historia, dado que es esta la que mejor transmitirá cuál es la opción más eficaz y eficiente para lograr prosperidad.
Si queremos que la reactivación económica pueda alcanzar los pronósticos esperados, la visión rencorosa contra el desarrollo transmitida desde el Parlamento Nacional debe cesar.
En síntesis, quien falló fue no fue el sistema, sino el burócrata.