Sabemos que el coronavirus SARS-CoV-2 se transmite a través de las secreciones de la boca o de la nariz. De ahí la necesidad de protegerse y tener cuidado cuando estornudamos o tosemos. Pero el COVID-19 también podría transmitirse a través de unas gotas microscópicas ligeras, capaces de flotar en el aire llamadas aerosoles. Un aerosol es, según su definición usual, un sólido y/o un líquido en suspensión en un gas[1]. Su diámetro es inferior a 10 micrómetros (µm). Cuanto más pequeños, más ligeros son, no caen tan fácilmente al suelo, sino que permanecen en el aire y a veces durante mucho tiempo.
Estas gotículas también pueden contener el SARS-CoV-2, cuyo diámetro es inferior a 200 nanómetros (nm), aunque no se sabe exactamente en qué cantidades y con qué potencial de infección llegaría a nuestro organismo. Según un estudio realizado en un hospital de campaña de Wuhan y publicado el 10 de abril por los Centros Americanos de Prevención y Control de Enfermedades[2] (CDC), la distancia máxima de transmisión de un aerosol de SARS-CoV-2 podría ser de 04 metros (m).
Dentro de este marco, en una carta abierta publicada por el New York Times el 06 de julio último, 239 científicos[3] pidieron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se tome en serio el potencial de transmisión por vía aérea del COVID-19. Para los firmantes de la mencionada carta, en mayor parte expertos en aerosoles y calidad del aire, la propagación del coronavirus a través de las gotículas en suspensión en el aire ha sido subestimada por la OMS. Por ello, reclaman medidas para limitar este tipo de propagación mediante mejores sistemas de ventilación en lugares públicos y espacios cerrados.
Sobre la base de experimentos realizados en 32 países, estos investigadores y expertos afirman que el coronavirus se transmitiría también «por gotas expulsadas muy pequeñas» y este aire «puede infectar a las personas cuando se inhala». Esto podría ocurrir simplemente hablando o exhalando aire durante la respiración, especialmente si las personas no están protegidas por una mascarilla. Linsey Marr, especialista en transmisión aérea de virus de Virginia Tech, señaló que desde el año 1946 se sabe que la tos y el hablar generan aerosoles[4].
Sin embargo, no es la primera vez que científicos advierten sobre el riesgo de transmisión del coronavirus por vía aérea. El científico alemán Christian Drosten, uno de los mayores expertos en coronavirus a nivel mundial ya afirmaba en mayo del 2020, que el virus puede estar presente en los aerosoles[5]. Estos últimos desempeñarían un papel importante en el proceso de infección pudiendo ser la causa de la mitad de los contagios.
Dentro de esta controversia, los expertos de la OMS defienden la idea de que el COVID-19 se transmite principalmente por las grandes gotas expectoradas por los enfermos al toser o estornudar, contaminando a otros individuos o a las superficies cercanas – menos de 1 o 2 metros (más no por los aerosoles que pueden flotar y alcanzar más de 2 metros). De esta posición inicial, se identificó al lavado de manos como un gesto de prevención clave y se derivan las medidas de protección como el distanciamiento físico de 1 metro, o el uso de la mascarilla cuando las distancias no pueden ser mantenidas.
Ahora bien, en una conferencia de prensa celebrada el 07 de julio, la OMS anunció su voluntad de cambiar su posición al sostener que hay “evidencia emergente” de que el virus se traslada a través del aire. ¿Qué podría cambiar eso? Varias cosas. Como el virus se transmitiría también por vía aérea, deberían variar o ampliar las recomendaciones con medidas de contención más estrictas.
De manera general, al tener evidencia de que los aerosoles transportarían el COVID-19 en distancias más largas, sería necesario ventilar considerablemente las habitaciones y prestar atención al aire acondicionado y al aire en circuito cerrado. Los lugares con mala ventilación facilitarían el contagio. Al contrario, al aire libre o en los lugares cerrados pero muy amplios y con poca gente en el interior, el riesgo parecería muy bajo tomando en cuenta la dilución de los aerosoles. Además, proteger el rostro con una mascarilla sería aun más importante, sobre todo en un lugar cerrado. La mascarilla tiene que cumplir su rol de retener la respiración y una buena parte de los aerosoles que proyectamos.
A la vista de los últimos conocimientos, si se confirma que la transmisión aérea es la principal vía de contagio sobre todo en espacios con poca ventilación y con una gran concentración de individuos, las condiciones de reunión de las personas serían decisivas para frenar la dinámica de la epidemia. En definitiva, la transmisión de la enfermedad por medio de los aerosoles en espacios confinados es uno de los aspectos a considerar y vigilar de cerca, ya que podría ser determinante para el ajuste de medidas de salud pública para detener el avance del virus.
[1] https://www.sciencedirect.com/topics/earth-and-planetary-sciences/aerosol
[2] https://wwwnc.cdc.gov/eid/article/26/7/20-0885_article
[3] https://academic.oup.com/cid/article/doi/10.1093/cid/ciaa939/5867798
[4] https://www.nytimes.com/2020/07/04/health/239-experts-with-one-big-claim-the-coronavirus-is-airborne.html
[5] https://www.deutschlandfunk.de/virologe-drosten-zu-aerosol-uebertragung-im-alltag-eher.694.de.html?dram:article_id=477312