Viendo los diversos medios internacionales y tratando de hacer una síntesis de por qué algunos países combaten mejor la guerra contra el coronavirus, lo que queda claro es que tenemos una característica que explica y guarda correlación perfecta con el impacto del virus.
Esta característica se llama «liderazgo», y cuando hablamos de esta, no hacemos alusión a aquellos personajes con solo capacidad de hablar ante el público, convencer a la gente, movilizar masas, conmover o entusiasmar; sino de aquella característica innata en cada uno de nosotros que, como muchos de los dones que hemos recibido, no hemos sido capaces de desarrollar o de hacer crecer para ponerla al servicio de los demás.
Hablamos de una cualidad que se evidencia en diversos momentos, sean de crisis o cotidianos. Por ejemplo, cuando privilegiamos «el hacer lo que debemos», en lugar de «hacer lo que queremos»; en el momento en que decidimos respetar nuestra vida y la de los demás; así como cuando decididos vivir una vida al servicio de los demás y pensando en ser más y tener más, no para nuestra propia aspiración narcisista, sino, más bien, para poder servir más y apoyar el desarrollo de la sociedad promoviendo una sociedad cada vez más humana: con igualdad de oportunidades para todos. Cuando buscamos una sociedad cada vez más perfecta en términos de respeto, colaboración, trabajo en equipo, solidaridad, con retos altruistas; una sociedad que comparte una misma visión y objetivos de contribuir al desarrollo y a la superación de la raza humana.
Si repasan todos los conceptos mencionados y sus respectivas definiciones, encontraran que son los conceptos que se encuentran presentes en la mayoría de libros que hablan sobre «liderazgo». Ejemplo, que un líder debe ser capaz de promover el trabajo en equipo, que un líder debe ser capaz de hacer que su equipo comparta una misma visión, un mismo objetivo… bla, bla, bla.
Dentro de las muchas interrogantes que pudieran surgir, hasta aquí, tenemos dos grandes preguntas: ¿un líder nace o un líder se hace? y ¿cómo influye el liderazgo en los impactos de coronavirus?
Sobre la primera de las preguntas planteadas, la respuesta es que todos nacemos líderes e incluso nuestro liderazgo queda evidenciado desde el momento en que siendo espermas hemos sido capaces de fecundar un óvulo; pero, a su vez, es allí donde se origina el gran paradigma del liderazgo, dado que, si bien por causalidad «lideramos sobre los demás células reproductoras de 23 cromosomas» para dar origen a un nuevo ser, el emprender el nuevo recorrido como ser humano ya no solamente se determina por nuestro instinto de supervivencia, velocidad, habilidad, azar, fuerza y demás acciones individuales, sino más bien por nuestro trabajo en equipo con aquella persona maravillosa, ser divino, líder por excelencia, que da su vientre y pone su vida al servicio nuestro: nuestras madres.
Ellas, por medio de las acciones referidas, constituyen el primer testimonio y ejemplo de liderazgo. Y son ellas, junto con nuestros padres, las que luego determinan nuestros primeros pasos en aquel largo camino hacia nuestra formación como líderes; pero que lamentablemente, con el transcurrir de la historia, este rol se viene minimizando.
Hoy en día pareciera que solamente basta con traer hijos al mundo, que el sistema se encargará de formarlos como «líderes». Es este sistema, el que nos mantiene sumidos en una pandemia sin precedentes, el mismo que ahora nos pone a prueba y nos reta a despertar nuestro «liderazgo»., es decir, aquella simiente que hasta ahora la teníamos dormida se ve obligada a salir de su zona de confort y a poner en práctica lo «que debo hacer» por encima de lo «que quiero hacer»: el «dar» por encima del «recibir», el respetarse a uno mismo y respetar a los demás, el compartir por encima de acaparar, el colaborar por encima de obstruir, el construir por encima de destruir. En pocas palabras, nos llama a liderar el cambio desde nuestro interior hacia el entorno, de tal manera que seamos agentes de cambio de una sociedad cada vez más humana, organizada, colaborativa, con valores, acciones y principios encaminados en la superación constante y el logro de grandes metas altruistas. Esto, dejando de lado acciones y logros hoy en día vacíos, cual plumas de pavo real, que en nuestro caso solamente servirían para figurar, pero que en el caso de los pavos, siquiera tiene el objetivo de atraer a las hembras.
No se cuál sea tu condición humana en este momento, lo único que sé es que cualquiera tiene una ventana de oportunidad única de hacer las cosas de manera distinta, de vivir una vida plena en ayudar, respetar, colaborar, buscar la forma de sacar adelante el mundo de esta crisis y pensar como desde mi rol como líder puedo contribuir en frenar el impacto de esta pandemia.
La segunda pregunta… será para una próxima entrega. Solamente les dejo los datos de lo que viene pasando en el mundo, en nuestro entorno regional y nacional para que puedan adelantar algunas de las evidencias a las que haré referencia.