Estimado pueblo del Perú:
En estos tiempos de crisis institucional, quiero expresar mi solidaridad y apoyo a ustedes en su defensa de la libertad y el Estado de Derecho. Una de las conclusiones que tuve del mal habido proceso chileno es que la libertad es una oportunidad para ser aquello que uno es verdaderamente. Nuestra razón nos provee de una legítima personalidad, singular y única. No tengan miedo a expresar lo que piensan ante el gentío porque cada una de sus proclamas tendrá su eco. Se los afirmo por experiencia propia.
No hay duda de que ustedes están enfrentando un desafío enorme. Pero también es cierto que tienen una historia de lucha por la justicia y dignidad que les permite superar las dificultades. Como chileno, sabiendo por experiencia lo que viven en la actualidad, no puedo dejar de darles palabras de aliento para que logren superar esta crisis y defender sus derechos fundamentales. Son este tipo de crisis las que anteceden a las dictaduras, despertando el apetito de los viles; sí, de esos malignos personajes de la política que no se muestran como son hasta dotarse de los poderes públicos necesarios para desconocer los consensos sociales.
Es importante recordar que la libertad es un derecho fundamental, y que a menudo se requiere sacrificios y esfuerzos para mantenerla viva. Sin embargo, estoy seguro de que con la unidad y el esfuerzo ustedes pueden restaurar la confianza en sus instituciones y avanzar hacia el futuro con solidez institucional y próspera unidad nacional.
Les advierto también que, una vez concluido el episodio de debilidad institucional, su trabajo no concluye, pues deben recordar que la lucha por la libertad es continua y nunca está completamente ganada. Deberán estar preparados y coordinados para defender las victorias libres y democráticas de su país porque, si la situación se desarrolla tal como sucedió en Chile, estarán arriesgando su integridad nacional; su igualdad ante la ley será aportillada por privilegios identitarios y se arriesgarán a caer en una irrefrenable degradación de su libertad y propiedad al escalafón más bajo.
Juntos podrán superar esta crisis y construir un futuro mejor para su nación, donde el Estado de Derecho y la Constitución sean respetados y protegidos.
Con mis mejores deseos, me despido. Sepan que al final estará todo bien y, si no está bien, es porque no es el final.