Cada año, el 03 de julio es un día para reflexionar y sensibilizarnos sobre la contaminación que generan las bolsas plásticas de un solo uso. Es una fecha que no deberíamos conmemorar y que, por el contrario, debemos desaparecer de los calendarios rápidamente dándole una solución a este complicado problema de contaminación.
Para entender este problema tan complejo, debemos remontarnos a 1965, cuando el ingeniero sueco Sten Gustaf Thulin desarrolló y patentó, en Estados Unidos, un proceso para crear bolsas de polietileno en una pieza única. La idea de Thulin, que trabajaba para la empresa Celloplast, era crear un producto que pudiera reemplazar a las bolsas de papel que se utilizaban en los comercios antes de 1965 y que originaban una tala continua de árboles para su fabricación. La idea detrás de este invento era proteger nuestro planeta. Para ello, Thulin se propuso crear una bolsa liviana, pero a la vez resistente, duradera y que pudiera reutilizarse muchas veces. Parecía una buena idea… pero ¿qué paso?, ¿cuándo se generó el problema que ahora conocemos?
Posteriormente, durante la década de los 80 en Estados Unidos, el 75 % de los supermercados ofrecían bolsas de plásticos a sus clientes, pero no encontraban la aceptación que buscaban. La parte del mercado de las bolsas plásticas a finales del año 1985 era de apenas 25%. Una fuerte campaña por parte de los fabricantes logró que se cambiara el panorama y en los años 1990, las bolsas de plástico tenían el 80% del mercado ganado[2]. Lo que siguió más adelante es historia conocida.
Es importante mencionar que los plásticos de un solo uso son un grave problema ambiental porque obedecen a la lógica de usar y desechar. Se utilizan muchos recursos para fabricarlos, pero también originan una gran cantidad de residuos por el hecho de tener un tiempo de vida muy corto que va de 10 a 30 minutos. Lo paradójico es que el plástico es un material que ha sido diseñado para durar, pero lo convertimos en un residuo rápidamente.
Para combatir la contaminación por plásticos de un solo uso, el reto consiste en reducir y por qué no, eliminar el consumo de estos bienes. Debemos optar por productos reutilizables, que sean resistentes y que podamos usar un sinnúmero de veces. En nuestro país, la Ley Nº 30884, Ley que regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables aprobada en el 2018, abrió el camino para cambiar la situación. La Ley busca que las bolsas plásticas de un solo uso se reemplacen por bolsas reutilizables u otras cuya degradación no genere contaminación por microplásticos o sustancias peligrosas. Durante el primer año de vigencia, el Ministerio del Ambiente estimó que se dejaron de utilizar mil millones de bolsas de plástico.
Ahora bien, la pandemia del Covid-19 ha abierto el debate sobre la seguridad de las bolsas reutilizables en todo el mundo. En algunos países, los supermercados han pedido a los consumidores que dejen de utilizarlas. Para el delivery por la reapertura de los restaurantes o cafeterías, se ha observado el uso desmedido de bolsas plásticas desechables al presentarlas como “más seguras”. Ante este panorama, la pregunta que surge es si las bolsas de un solo uso son realmente seguras y si estas afirmaciones cuentan con un sustento técnico-científico.
Para responder estas preguntas y abordar el tema de la seguridad en la reutilización de las bolsas debemos plantearnos algunas inquietudes adicionales: ¿las bolsas de un solo uso son seguras para evitar el Covid-19?, ¿la reutilización de bolsas lo es? ¿Cuál de las dos alternativas es la más segura? Me inclinaría a responder que ambas podrían ser seguras siempre y cuando el protocolo de limpieza de las bolsas sea el adecuado.
Recordemos que en nuestro mundo “normal” teníamos muchos modelos de reutilización que nadie cuestionaba. Por ejemplo, todos hemos ido a tomar un café o a cenar, los platos, tazas, vasos y cubiertos son reutilizados y han sido utilizados por muchas personas. En el caso de las clínicas dentales, cuando vamos a una consulta nos sentamos y el dentista usa instrumentos y herramientas de acero inoxidable. La mayor parte de ellas han estado en la boca de muchos pacientes, probablemente enfermos. Entonces viene la interrogante: ¿Alguno de nosotros lo había considerado un problema? Seguro que no, porque confiábamos en el dentista que esterilizaba profesionalmente las herramientas antes de cada reutilización. Lo mismo sucede con la vajilla y los cubiertos de los restaurantes.
Resumiendo lo planteado, es innegable que el Covid19 nos ha puesto en alerta y nos ha impuesto el cumplimiento de protocolos sanitarios nuevos y estrictos, pero no debemos tener miedo al concepto de reutilización. Lo importante es determinar cuál es el nivel de riesgo apropiado para diseñar un buen sistema que nos permita limpiar y reutilizar adecuadamente nuestras bolsas. Eso podría crear seguridad en los consumidores y retomaríamos el camino hacia la reducción y eliminación de las bolsas plásticas de un solo uso.
[1] https://www.flickr.com/photos/79761301@N00/2136344888
[2] https://www.theatlantic.com/technology/archive/2014/10/how-the-plastic-bag-became-so-popular/381065/