El mandatario Martín Vizcarra, una vez más, de manera populista, exhortó a los congresistas a votar a favor de un proyecto de reforma constitucional que busca adelantar las elecciones al 28 de julio del año próximo.
Seamos claros, Vizcarra sí ha seguido las vías democráticas, ha utilizado su derecho constitucional a proponer una reforma; sin embargo, el fin no es, en lo absoluto, democrático, ya que es un juego de poder, un yo quiero salir con cabeza en alto pase lo que pase. Debemos ver más allá de lo evidente, pareciera ser que aplica su lema «el Perú primero»; no obstante, es más una búsqueda de bien para él y sus mecanismos autoritaristas, de imponer, en lugar de proponer.
La estrategia del ingeniero moqueguano ha sido única: proponer un proyecto de reforma constitucional que le permita tener más del 70% de aprobación se acepte o no, pues es lo que el pueblo anhela y aprueba, ergo, al igual que en sucesos anteriores, las encuestas gritaran «viva Vizcarra».
Tenemos un Congreso de la República desprestigiado de manera merecida (salvo excepciones honrosas); ello, sumado a los peruanos que exigen que sea cerrada esta institución, lo deja a Martín con una ventaja exorbitante. Ahora, con el proyecto de Vizcarra, ese anhelado cierre se puede cumplir dejando mal parado a los congresistas y muy bien parado a su persona, que es, en apariencia, su único fin político.
Hemos de considerar que la populista propuesta de Vizcarra no se ha manifestado en un momento propicio. Con una economía expuesta y de bajo crecimiento, es un momento en el que, más que antes, se necesitan reformas económicas que incentiven la economía, hecho que de cerrarse el Parlamento Nacional, no se podrán llevar a cabo, o se haría de una manera arbitraria y sin reflexión.
Una de las razones por las que se busca las elecciones adelantadas es el mal desenvolvimiento del Legislativo. Bueno, déjenme decirles que en la siguiente legislatura no hay garantías de mejoría, aún menos con las recientes reformas políticas que con pistola en mano del Ejecutivo se han aprobado y sin mencionar la tercera del Referéndum, la cual nos condena a aceptar legisladores con poca experiencia legislativa (valga la redundancia). Además, cabe resaltar que las elecciones serían rápidas y sin reflexión, por lo cual podríamos errar en seleccionar al futuro Presidente de la República.
Un hecho curioso es que de una u otra manera, el moqueguano se ha autodeclarado incapaz de gobernar, bajo vías constitucionales, ya que busca renunciar, acaso por desesperación y estrés. Sería interesante cuestionarle el porqué de su decisión, ya que se apruebe o no la nueva reforma, él está dispuesto a renunciar, todo con tal de salir del juego con una victoriosa popularidad.
Es importante que en este momento evaluemos qué tan conveniente es el cierre del Congreso, considerando hechos y no el sentimiento de odio hacia ciertos miembros que lo conforman, de lo contrario, podríamos caer en el estratégico juego que ha planteado Martín Vizcarra.