Un 7 de mayo de 1924, en México, teniendo 29 años de edad, el joven Víctor Raúl Haya de la Torre hace entrega de la Bandera Indoamericana a los jóvenes estudiantes, representantes de la Federación de Estudiantes de México. Y de esta manera, y en adelante, se proclamará este acontecimiento como el acto de fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
La formulación de sus principios está en un artículo publicado en un número de la revista inglesa The Labour Monthly titulado “¿What is the A.P.R.A.?” (en inglés), de diciembre de 1926, donde se formulan las 5 bases del APRA, para la creación de un frente único latinoamericano o Indoamericano como señalaba Haya de la Torre. Y que formarían parte, con sus respectivas modificaciones en sus tres ediciones, de su obra cumbre “El Antiimperialismo y el APRA”.
¿Qué es el APRA?
Tal y como se aprecia en “El Antiimperialismo y el APRA”, es la organización de la lucha antiimperialista en América Latina, por medio de un Frente Único Internacional de Trabajadores manuales e intelectuales (obreros, estudiantes, campesinos, intelectuales, etcétera), con un programa común de acción política, eso es el APRA. Asimismo, el APRA defiende los intereses de las mayorías productoras, sostiene de la democracia integral y tiene por meta implantar la más amplia Justicia Social.
Su Programa Máximo
El programa máximo internacional del APRA está en cinco puntos generales y son los siguientes:
- Acción contra todo tipo de imperialismo.
- Por la unidad política y económica de América Latina.
- Por la nacionalización progresiva de tierras e industrias.
- Por la internacionalización del Canal de Panamá.
- Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.
Estos lineamientos tuvieron eco en varios países de la región, una ideología propia, un lenguaje revolucionario, la unificación de los pueblos de América Latina, llamó la atención de los movimientos políticos en Cuba, Venezuela, Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina, entre otros que querían sumarse a la organización Aprista.
Ahora bien, al haber transcurrido 96 años, y una organización que se mantuvo inquebrantable durante las peores épocas del Perú, debe ser consciente que con el paso del tiempo y el mundo globalizado en el que vivimos; requiere actualizar sus postulados para mostrar a las nuevas generaciones un Partido que está a la vanguardia del siglo XXI y de las nuevas demandas de la población. Claro está, manteniendo también los lineamientos, que a pesar de los cambios que ha sufrido el mundo, se mantienen con fuerte vigencia.
Para poder hablar sobre la historia del APRA, no es suficiente un solo artículo, sino organizar toda una serie de ellos; recordemos que sobre la literatura aprista se han escrito tomos de tomos, y los que aún faltan por escribir. Sin embargo, quiero expresar en estas breves líneas una síntesis de las expectativas de un militante joven y el porqué de mi aprismo.
El APRA es un movimiento cuya historia está marcada por la reivindicación de la lucha del indio, el APRA responde a un viejo dolor del Perú, el APRA nace como respuesta y esperanza del pueblo que quería un cambio. El APRA es una escuela de moralidad donde se forman los luchadores sociales que están dispuestos a hacer parte de sus vidas la brega por la Justicia Social.
A lo largo de 96 años el APRA ha sufrido persecución, cárcel, destierro, clandestinidad y muerte. Todo por luchar en defensa de la democracia, del orden constitucional y los derechos humanos.
Yo no tuve el privilegio de conocer personalmente a Haya de la Torre, pero sí lo he conocido a través de los libros. He conocido los ideales del APRA a través de mi lectura y del contacto directo con veteranos apristas que predican con el ejemplo de una vida honesta y trabajadora. En el APRA encontré los mismos valores que me inculcaron casa, he encontrado también una familia, el APRA se vuelve parte de la vida de un ser humano porque dentro de sus principios está que un Aprista debe ser siempre el número uno en todo: Un Aprista debe ser un buen padre, un buen hijo, un buen estudiante, un buen trabajador, un buen vecino, un buen hermano, etc.
En el APRA hay mucha gente que lo ha dado todo, siguiendo los ideales de justicia social de Pan con Libertad, gente que ha dado su vida por defender las causas justas que los pueblos luchan, y que nunca han pedido nada a cambio. Porque la política es una forma de servir al prójimo, de servir a tú país, de servir a la sociedad; y no un medio para satisfacer intereses bastardos. Por eso, y muchas cosas más yo me hice Aprista. Y he jurado jamás desertar.
Es que el APRA comienza reivindicando el ideal bolivariano olvidado y traicionado en los casi 200 años que nos separan desde su iniciación. Así empezó el rescate de un ideal cuyo contenido realista, positivo y creador lograron descubrir los que entonces no habían salido todavía de la veintena primaveral de la juventud. Entonces se fundó el APRA con esos ideales, con esos propósitos, con esas esperanzas y sueños, y pareció su iniciativa atrevida y utópica cuando fue formulada, pero fue desde entonces cuando aquella generación pensó que el destino de nuestros pueblos estaba estrechamente vinculado por una ley de interdependencia y fue así que todos los que habían vivido la experiencia quinceañera de la Primera Guerra Mundial percibieron las proyecciones orbitales del fenómeno y creyeron que era necesario enfrentar la realidad de nuestros pueblos desde un ángulo nuevo.
El APRA se mantiene en la vida política nacional después de 96 años gracias a una generación que creció bajo las banderas del sueño indoamericano. Que soñó, junto con Haya de la Torre, con una Patria grande, libre, solidaria, justa y feliz. Que lo dio todo sin pedir nada. Que no medró a la sombra de ningún dirigente o presidente; porque creyó que era natural que un gobierno basado en el ideal de justicia encontraría en su militancia el asidero suficiente para conseguir sus metas.
Una generación que vivió, pues, por ideales. Que se entregó a la lucha por ideales. Jamás los asaltó la ambición desesperada. La esperanza de aquella generación era el triunfo para el Perú, de amor, de alegría de paz. Centenares de miles de apristas y millones de peruanos vivieron un sueño. Al hacer el recuerdo y columbrar el pasado siento, a pesar de errores y fallas humanas, tranquilidad y orgullo de mi militancia.
Hoy evoco el ejemplo incomparable de los compañeros de lucha y abrigo la esperanza de un porvenir mejor para el Partido. Serán nuevas generaciones que levantando y llevando a la práctica los ideales de Haya de la Torre y de los miles de mártires que ofrendaron sus vidas por la justicia y la libertad, fortifiquen el movimiento aprista. Le sepan inyectar nueva mística y, asimilando errores, proyecten un programa de gobierno de acuerdo a la nueva realidad nacional.
Hoy, el APRA tiene que mirar hacia el futuro. Es la hora de crear un liderazgo colectivo que se encargue de renovar y relanzar una nueva agenda política, económica, social y cultural en el país. Que responda a cabalidad los nuevos retos del Perú y del mundo del nuevo siglo. Hay una juventud, que es la reserva moral del APRA, que estoy seguro podrá cumplir su gran misión, podrá recuperar la fe del pueblo, y logrará convertirse en los depositarios honrados de los ideales apristas y ser la esperanza del pueblo que aclama por justicia social.