A casi 50 días de las elecciones generales del 4 de noviembre, este debate ha sido crucial para definir la imagen de ambos candidatos. El pasado 10 de septiembre, se llevó a cabo el esperado enfrentamiento entre la actual vicepresidente de Estados Unidos (2020-2024), Kamala Harris, representante del Partido Demócrata; y el exmandatario Donald Trump (2016-2020), candidato del Partido Republicano. Durante los 90 minutos del intercambio, la tensión dominó la escena, generando un amplio debate tanto entre analistas como entre votantes.
Uno de los puntos más polémicos se centró en la actuación de los moderadores, quienes intervinieron en diversas ocasiones para hacer fact-checking a las declaraciones de los contendientes a la Casa Blanca. El evento, organizado por ABC News, fue moderado por David Muir y Lindsay Davis, quienes recibieron críticas por su desempeño durante la transmisión.
La controversia alcanzó su auge cuando, al discutir sobre el aborto, Trump acusó a Kamala Harris y al Partido Demócrata de querer restablecer Roe v. Wade, la histórica decisión que legalizó el aborto en 1973 y que fue revocada en 2022. Trump afirmó que, bajo un eventual gobierno de Harris, se permitirían abortos hasta los siete, ocho e incluso nueve meses de gestación. Ante ello, Davis intervino para corregir esta afirmación, señalando que en ningún estado se permite abortar en el noveno mes de embarazo. No obstante, la organización Students for Life verificó la afirmación y reportó que una clínica en Bethesda, Maryland, realiza abortos en el tercer trimestre, lo que desató aún más críticas hacia los moderadores.
Otro ejemplo que generó polémica ocurrió cuando se abordó el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Kamala Harris afirmó haber estado en el Capitolio en su rol de vicepresidente electa y senadora; sin embargo, se confirmó que abandonó el lugar antes del ataque. El mencionado hecho no fue verificado y descartado por los moderadores, generando así críticas por parte de los republicanos, quienes los acusaron de no aplicar el mismo rigor con ambos candidatos.
Finalmente, Trump mencionó supuestos casos de violencia animal vinculados a la comunidad haitiana en Springfield, Ohio. Los moderadores nuevamente intervinieron, señalando que la policía y el gobierno local no tenían pruebas suficientes para respaldar sus afirmaciones. Sin embargo, persisten informes en redes sociales que respaldan lo dicho por Trump, lo que nuevamente generó malestar entre sus partidarios.
Estos incidentes sugieren una falta de equidad en la moderación del debate, con críticas centradas en la frecuencia con que Trump fue corregido, en comparación con Harris. A lo largo de los 90 minutos, Trump fue interrumpido o corregido en 11 ocasiones, lo que ha llevado a algunos a percibir el debate como un enfrentamiento desigual. Para que un debate cumpla su función principal —un intercambio ideológico justo y equilibrado— es esencial mantener la imparcialidad, permitiendo que los ciudadanos tomen decisiones informadas.
A lo mencionado, se suma que días después del debate, Linsey Davis admitió en una entrevista que su enfoque en la verificación de los hechos de Trump fue influenciado por el primer debate transmitido por CNN entre el expresidente y Joe Biden. En una conversación con el Los Angeles Times, Davis explicó que quería evitar que las declaraciones de Trump quedaran sin ser desafiadas, como sucedió en el debate de junio, en el que Biden no refutó varias de sus afirmaciones, lo que generó críticas hacia los moderadores de ese evento. Esta decisión de Davis, que buscaba corregir lo que ella percibía como un error en el manejo del debate anterior, ha añadido una capa más de controversia, cuestionando aún más la imparcialidad que debe imperar en estos casos.