En 2013, el presidente chino Xi Jinping anunció lo que sería una empresa titánica: la Nueva Ruta de la Seda. Concebida como una ambiciosa red de infraestructuras con el potencial de conectar continentes y revolucionar el comercio global, la iniciativa marcó un hito en la política exterior de China. Sin embargo, siete años después, es hora de preguntarnos si este sueño se ha convertido en realidad o si, en cambio, ha tropezado con una serie de obstáculos insuperables.
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Desafíos y fracasos
La implementación de la Nueva Ruta de la Seda no ha estado exenta de dificultades. Desde problemas de corrupción y falta de transparencia en la gestión de proyectos hasta la ejecución fallida de obras de infraestructura, los contratiempos han sido numerosos. La opacidad en torno a los términos de los préstamos, junto con la falta de rendición de cuentas, ha generado desconfianza a nivel internacional. Además, la brecha entre las exportaciones reportadas por China y las importaciones declaradas por los países receptores plantea serias dudas sobre la gestión financiera y la viabilidad a largo plazo de la iniciativa.
La Ruta de la Deuda: un camino peligroso
Uno de los mayores puntos de controversia ha sido la acumulación de deudas por parte de los países receptores. Si bien China ha justificado estos préstamos como una forma de ayudar a naciones necesitadas, la realidad es que los altos intereses y la falta de transparencia en las condiciones de los préstamos han generado una carga financiera insostenible para muchos países. Además, la cesión de activos estratégicos como garantía por los préstamos ha planteado interrogantes sobre la soberanía de los países receptores y la verdadera naturaleza de la relación con China.
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La opacidad financiera y las preguntas sin respuesta
La falta de transparencia en torno a los préstamos chinos ha generado una serie de preguntas sin respuesta. ¿Qué condiciones se imponen a los países receptores? ¿Cuál es el verdadero alcance de la deuda con China? Estas incógnitas han alimentado la desconfianza y la especulación sobre las intenciones finales de China con la Nueva Ruta de la Seda.
La Respuesta de Occidente
Ante los desafíos planteados por la Nueva Ruta de la Seda, Occidente ha respondido con la creación de la Asociación para la Inversión Global en Infraestructura (PGII). Esta iniciativa, basada en principios de transparencia, responsabilidad financiera y respeto a los valores democráticos, busca ofrecer una alternativa a la Ruta de la Seda china. A través de la financiación por empresas privadas y una evaluación rigurosa de los proyectos, el PGII busca garantizar la calidad y la viabilidad a largo plazo de las infraestructuras.
La creciente influencia de China en Perú
China ha establecido una estrategia integral de relaciones comerciales con Iberoamérica, destacando el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Perú y China en 2009, que evidenció un cambio significativo al desplazar a los Estados Unidos como principal destino de las exportaciones peruanas en 2011. En 2013, China elevó su compromiso con Perú al reconocerlo como un «socio estratégico integral», y en 2019, Perú se unió a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, consolidando aún más los lazos económicos y comerciales.
Esta relación se materializa en considerables inversiones chinas en sectores clave en Perú, como energía, electricidad, pesca e infraestructuras. Proyectos destacados incluyen el mega puerto de Chancay, la prospección de gas en Cusco por China National Petroleum Corporation, y la participación de Sinohydro en la «hidro vía» del Amazonas. Además, China ha adquirido participaciones en empresas peruanas como la central hidroeléctrica de Chaglla y Luz del Sur, subrayando su creciente influencia en la economía y el desarrollo de infraestructuras en el país.
Megapuerto de Chancay: impulso para el comercio internacional
El Megapuerto de Chancay, estratégicamente ubicado en la costa central del Perú, solamente a 80 km al norte de Lima, emerge como un proyecto monumental que busca simplificar el comercio internacional y fortalecer los lazos económicos entre Sudamérica y Asia. El liderazgo del desarrollo del megaproyecto está bajo la responsabilidad de Cosco Shipping, una empresa estatal china que posee el 60 % de participación, en colaboración de Volcán, una empresa minera peruana con una inversión superior a US$ 3,6 billones en el proyecto. El proyecto promete generar empleo y atraer inversiones extranjeras, mientras Sudamérica busca mejorar su competitividad en el ámbito global.
La próxima visita presidencial de Xi Jinping a Perú en noviembre del presente año coincide con la fase final de construcción del megapuerto. Además, ofrece una oportunidad única para fortalecer la cooperación bilateral y consolidar el papel del puerto como un centro neurálgico en la red global de comercio de China, impulsando así un posible desarrollo económico sostenible en la región.
China adquiere Enel Perú: ¿un cambio en la dinámica energética del Perú?
El 5 de febrero del presente año, Indecopi autorizó con condiciones la operación de adquisición de Enel Perú por parte de China Southern Power Grid International, por un valor de 2.900 millones de dólares. Esta decisión ha suscitado preocupación en nuestro país, planteando interrogantes sobre la posible amenaza que representa para su soberanía energética. Expertos en economía y política advierten sobre las implicaciones de este movimiento, destacando el riesgo de una mayor dependencia del Perú respecto a los intereses chinos en el sector eléctrico.
Existe una inquietud ante el hecho de que China esté consolidando su presencia en sectores estratégicos de la economía peruana, lo que podría traducirse en un control significativo sobre el suministro de energía del país. Esta adquisición plantea la cuestión de si el Gobierno peruano ha evaluado adecuadamente las implicaciones a largo plazo de ceder el control de un recurso tan vital a un actor extranjero, especialmente considerando la falta de transparencia en las relaciones comerciales entre ambas naciones.
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¿Qué significan las implicaciones económicas y políticas de esta adquisición?
La compra de Enel Perú por parte de China Southern Power Grid International y la inversión en sectores estratégicos incluyendo energía, electricidad, pesca, finanzas e infraestructuras, plantea una serie de interrogantes sobre las repercusiones económicas y políticas para el Perú. Por un lado, existe la preocupación de que esta transacción pueda conducir a un aumento en las tarifas eléctricas para los consumidores peruanos, debido al potencial monopolio que China ejercerá en el sector. Además, la adquisición podría tener repercusiones en la política energética del país, con la posibilidad de que China utilice su influencia para promover sus propios intereses a expensas de los del Perú.
En el ámbito político, esta adquisición podría plantear desafíos adicionales para el Gobierno peruano en términos de su relación con China y su capacidad para proteger los intereses nacionales. La falta de un plan estratégico claro por parte del Gobierno en relación con las inversiones extranjeras, especialmente aquellas provenientes de potencias como China, plantea dudas sobre la capacidad del país para salvaguardar su soberanía y proteger los derechos de sus ciudadanos en un contexto de creciente influencia extranjera. En este sentido, la adquisición de Enel Perú y la inversión masiva en megaproyectos por parte de China representa un punto de inflexión significativo en las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambos países, cuyas implicaciones a largo plazo aún están por determinarse.
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Un balance crítico
Si bien la Nueva Ruta de la Seda ha sido presentada como un proyecto visionario con el potencial de transformar el panorama económico global, la realidad es que se ha enfrentado a una serie de desafíos y fracasos. La opacidad en la gestión financiera, la acumulación de deudas insostenibles y la ejecución deficiente de proyectos han puesto en duda la viabilidad y el éxito a largo plazo de la iniciativa. En este contexto, la respuesta occidental, basada en la transparencia y la responsabilidad financiera, ofrece una alternativa más prometedora para el futuro de la cooperación internacional en materia de infraestructura. Es crucial que China reconozca estos desafíos y se comprometa a abordarlos de manera transparente y responsable si desea mantener su papel como actor principal en la escena mundial.
La reciente adquisición de Enel Perú por China Southern Power Grid International y la inversión en sectores estratégicos incluyendo energía, electricidad, pesca, finanzas y portuarias, subraya los desafíos complejos asociados con la Nueva Ruta de la Seda, particularmente en términos de transparencia y soberanía. Esta acción resalta la necesidad urgente de abordar las preocupaciones sobre la opacidad financiera y el posible control monopolístico, especialmente en países receptores como Perú. En un mundo globalizado, es esencial establecer relaciones comerciales equitativas y transparentes que protejan los intereses nacionales y promuevan un desarrollo sostenible para todas las partes involucradas.