Solo uno de los 11 proyectos para la adquisición de plantas generadoras de oxígeno ha sido finalizado; 8 de estos presentan un avance menor al 1% de ejecución.
Según un reciente análisis realizado por la Asociación de Contribuyentes del Perú, aunque en el 2020 el gobierno aprobó 11 proyectos de inversión para la adquisición de plantas generadoras de oxígeno valorizados por un total de S/27 millones a cargo de los Gobiernos Regionales, a la fecha, solo se ha ejecutado el 22% de lo asignado.
Al respecto, el único proyecto que ha sido finalizado es: el de la provincia de Tarapoto (San Martín). Por otro lado, el proyecto de Tayacaja (Huancavelica) presenta un avance de 65% de ejecución y el de Acobamba (Huancavelica) un 25%. Los 8 proyectos restantes presentan, en conjunto, un avance de 1%, ejecutados en el 2020. A la fecha, 4 centrales de oxígeno en Piura y una en Huancavelica aún no han ejecutado su presupuesto.
Según la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNPE); dependiendo de la capacidad, diez plantas podrían producir entre 15-30 m3/hora de oxígeno, es decir, 3 toneladas de oxígeno por día, lo que equivale a 1,500 balones de oxígeno por semana. Con esta cantidad de oxígeno se podrían haber salvado muchísimas vidas.
Si el presupuesto se hubiera ejecutado adecuadamente, tendríamos 11 plantas más, que producirían 300 balones de oxígeno diarios. Esta producción se sumaría a las 132 plantas a cargo del Estado que generan 50 toneladas de oxígeno por día.
La burocracia asfixia
Según el análisis de la Asociación de Contribuyentes del Perú, las plantas donadas por empresas mineras privadas no pueden operar por temas burocráticos (permisos de DIGEMID y trámites en DIGESA) o por falta de mantenimiento, el cual es absoluta responsabilidad del Ministerio de Salud.
Al respecto, José Ignacio Beteta, Presidente de la Asociación de Contribuyentes del Perú; sostuvo que los candados en el proceso de financiamiento de las 47 plantas a cargo de la Universidad Nacional de Ingeniería y las demoras en la ejecución de las plantas regionales son la máxima expresión del exceso de la burocracia estatal que el Perú tiene a cuestas.