La incorporación de Latinoamérica a la Nueva Ruta de la Seda brinda múltiples oportunidades para desarrollarse en sectores en los que actualmente presenta carencias.
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¿Qué es la Nueva Ruta de la Seda?
En septiembre de 2013, durante una visita a Kazajistán, el presidente chino Xi Jinping introdujo el concepto de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, es un megaproyecto chino que se enfoca en la construcción de proyectos de conectividad que, en un primer momento, unirían Asia con Europa y África. Sin embargo, para agosto del 2021, 140 países han firmado acuerdos de cooperación con Beijing en este marco. Del total, 19 son países latinoamericanos y caribeños.
La iniciativa está inspirada en la famosa “Ruta de la Seda” de hace más de 2000 años y busca, principalmente, aliviar el problema de conectividad para así reducir los costos comerciales en el mundo.
Según un reciente informe del Banco Mundial, cuando el proyecto sea implementado a plenitud será capaz de aumentar el comercio del mundo en un 6.2% y el ingreso real mundial en un 2.9%.
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Situación actual entre China y América Latina
De acuerdo con estadísticas publicadas por la Administración General y Aduanas de China, a pesar de la pandemia de el covid-19, los datos sobre importaciones y exportaciones para el primer semestre del 2021 muestran que la cooperación económica y comercial latinoamericana ha mantenido su crecimiento y posee gran potencial. El volumen del intercambio comercial entre ambas regiones para dicho periodo totalizó unos 203,000 millones de dólares, un 45.6% más que el mismo periodo del año 2020.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta y América Latina
El primer país latinoamericano en unirse a la iniciativa fue Panamá, en noviembre de 2017, poco tiempo después de romper relaciones diplomáticas con Taiwán. El país centroamericano firmó un Memorándum de Entendimiento sobre la Cooperación en el Marco de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Iniciativa Marítima de la Ruta de la Seda del Siglo XXI.
En 2018, durante el segundo foro China – CELAC, China invitó a todos los países de Latinoamérica y el Caribe a formar parte de la iniciativa, expidiéndose la Declaración Especial De Santiago. En una videoconferencia, realizada en julio de 2020, China se comprometió a potenciar la cooperación solidaria con Latinoamérica para erradicar la pandemia, priorizando siempre el bienestar de los habitantes. También se comprometió a llevar a cabo una colaboración para garantizar el crecimiento económico y desarrollo de América Latina, apegándose al principio de ayuda mutua y ganancia compartida, así como a impulsar la construcción.
Perú se adhirió a la iniciativa en abril de 2019. China es el principal socio comercial del Perú y además es el principal inversionista en la industria minera del país andino. Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países en el año 2010, las exportaciones peruanas, principalmente de productos manufactureros, se han multiplicado por 2.5, mientras que las importaciones se han duplicado.
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La Iniciativa de la Franja y la Ruta en el contexto de la pandemia del covid-19
Desde que la pandemia estalló, China y los socios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta se han apoyado mutuamente para poder hacer frente a las dificultades. Se ha fortalecido la construcción de una «Ruta de la Seda para la salud», una «Ruta de la Seda verde» y una «Ruta de la Seda digital». Esto ha hecho posible el desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda y el aumento de la confianza hacia esta iniciativa dentro de la comunidad internacional.
Además, China y sus socios han celebrado más de 100 reuniones para compartir experiencias sobre prevención y control de el covid-19. El gigante asiático ha proporcionado una gran cantidad de suministros médicos para otras naciones , además de donar y exportar más de 400 millones de dosis de vacunas de sus diversos laboratorios, terminadas y a granel, a más de 90 países.
Según estadísticas de la Administración General y Aduanas de China, el comercio de bienes de China con los países de la Franja y la Ruta alcanzó un máximo histórico de 1.35 billones de dólares.
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Desafíos en la relación China – América Latina
El principal desafío en la relación de América Latina con China es su matriz exportadora, debido a que la región necesita diversificar sus exportaciones. Países como Chile y Perú ya han logrado insertar productos no tradicionales; sin embargo, será necesario que además de manufacturas se incorporen bienes con posibilidad de insertarse en cadenas globales de valor lideradas, especialmente, por empresas chinas.
Otro importante desafío es la pobre infraestructura latinoamericana, comparada con la de las economías que conforman la región del Asia Pacífico.
Nueva Ruta de la Seda, nuevas oportunidades económicas para Latinoamérica
Ampliar la cooperación en la era postpandemia covid-19 es de mutuo interés para China y Latinoamérica. El desarrollo multidimensional que ofrece la Nueva Ruta de la Seda puede favorecer los intercambios comerciales y económicos entre el país asiático y América Latina en el contexto de la actual economía mundial.
A través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, China busca expandir sus mercados y lograr el mayor flujo de mercancías con las menores restricciones posibles. Por ello, el país asiático también está promoviendo diversos proyectos de infraestructura, como puertos, aeropuertos y carreteras. De los 4 países sudamericanos ubicados en la costa sur del Pacífico, 3 son miembros de la iniciativa: Chile, Ecuador y Perú. Esto es importante para la conectividad transpacífica.
Debido a lo mencionado anteriormente, los esfuerzos para implementar la iniciativa en América Latina deben enfocarse en proyectos de infraestructura que contribuyan a las relaciones transpacíficas, incluyendo también la logística y proyectos asociados. Será indispensable que cada país realice una estrategia nacional basada en la viabilidad económica de proyectos seleccionados de infraestructura, logística y producción que podrían estar involucrados en un potencial corredor económico transpacífico y sinergia entre esos componentes. Para ello se requiere tener una comprensión clara de las oportunidades que estos corredores podrían brindar para fomentar la diversificación de la producción y la competitividad en las economías.
La iniciativa promueve la globalización de las cadenas de valor, redes de producción en las que los países latinoamericanos anhelan ser partícipes. Si lo logran, podrían tener la posibilidad de transformar el patrón tradicional de sus relaciones económicas con China, actualmente concentradas en exportaciones de materias primas e inversiones en industrias mayoritariamente extractivas. Este esfuerzo requerirá una colaboración entre el sector público y privado.
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