El día 22 de Julio entrevistamos en exclusiva para el Diario El Gobierno a Marcel Ramírez, director de la Asociación de Contribuyentes del Perú, quien en base a su experiencia en gestión pública, política tributaria y fiscal, analizó la situación actual de la recaudación tributaria.
Tras más de cuatro meses de llegada de la pandemia al país, las acciones tomadas han ido acompañadas de un gran desembolso de las arcas públicas para cubrir programas de ayuda social y evitar el colapso de la economía nacional, mientras que los ingresos tributarios se han reducido considerablemente.
Durante los últimos 30 años hemos tenido un buen manejo fiscal, sin embargo, la coyuntura nos ha dejado con un espacio fiscal sumamente corto. ¿Hacia dónde cree que deberíamos apuntar para no deteriorar la fortaleza fiscal que nos ha caracterizado durante los últimos años? ¿De qué herramientas fiscales podríamos disponer durante la coyuntura?
El balance que hemos alcanzado hasta inicios de 2020 nos ha permitido atender la urgencia de la pandemia con gasto que hemos reasignado y con deuda que hemos tenido que salir al mercado a buscar, lo cual es una situación fiscal que no todos los países han tenido, hay que reconocer. Un ratio deuda/PBI menor al 30% también es algo que en AL no se encuentra así nomás. Eso es una fortaleza.
Sin embargo, el espacio fiscal se ha achicado porque ya estamos utilizando los recursos que hemos logrado ahorrar y estamos disponiendo de aquellos recursos que hemos obtenido por deuda. En marzo se suspendieron las reglas fiscales, esto significa que ya no hay una meta de déficit fiscal que hay que respetar, y tampoco una meta de deuda/PBI que la ley decide no pasar de 30%, porque lógicamente vamos a pasar el 30% y el déficit va a ser histórico.
¿Cómo recuperar un balance? Uno pensaría que primero hay que recurrir a la recaudación, pero la recaudación va a estar muy deteriorada por la caída de la actividad económica. Hay una posibilidad que es continuar recurriendo a la deuda que hemos conseguido en los mercados, pero también tenemos que mirar el gasto. En ese sentido, un elemento que se le pediría al MEF es que empiece a revisar el gasto superfluo, y enfatice en la mejora de la calidad del gasto público. Sabemos que la corrupción está extrayendo recursos muy valiosos del flujo del recurso público, y por eso también hay una necesidad importante de establecer medidas para evitarla o reducirla.
Con este nuevo gabinete ¿debería poder apuntarse a una mejora en la gestión de la crisis, sobretodo cuando tenemos proyecciones de la dificultad económica que experimentaremos durante el próximo año, y que regresaremos a los niveles de producción del 2019 recién en el 2022?
Sí. El gabinete nuevo tiene dos misiones. La misión ya conocida es la de sostener la pandemia y evitar una mayor ploriferación del virus, y contenerlo a través de una mejor gestión del tema de salud. La nueva misión que tiene este gabinete es la recuperación de la actividad económica. Recordemos que el PBI fundamentalmente se mueve por dos grandes factores: el consumo privado y la inversión privada. Por el lado del consumo privado, se necesita todavía seguir apuntalando los mecanismos de los bonos, que en cierta medida no han llegado a donde deberían llegar.
Por otro lado está la inversión privada, que requiere de dos elementos: mejora de la confianza, mostrarse como un gabinete sólido y; que el compromiso de ejecución se concrete. No necesariamente un programa va a recuperar los empleos perdidos por la pandemia, por la crisis, pero sí va a permitir que se vayan cerrando algunas brechas, que le den también confianza al sector privado para ejecutar su propio trabajo.
Solamente en Lima se han perdido 2.7 millones de empleos durante el último trimestre, sumado a la reducción de un 59% en la capacidad de ingreso de los hogares para Lima Metropolitana, lo que plantea un reto de gran magnitud para la generación del empleo y el retorno a los niveles de producción pre-pandemia. ¿Qué facilidades cree que podrían darse en el ámbito tributario para incentivar el crecimiento y la recuperación de la inversión, así como el incentivo a la contratación?
Lo que hay que pensar es que los programas Reactiva 2 y Fae Mype tienen que seguir orientando recursos para dar liquidez a las empresas micro y pequeñas. Recordemos que hay empresas que ya transcurrieron más de 120 días de inamovilidad o cuarentena, probablemente ya están muy cerca de la insolvencia y de la quiebra. El acompañamiento que tiene que hacerse a través de Cofide y del Ministerio de la Producción tiene que permitir que se traten de reestablecer algunos de esos empleos.
Un sector bastante importante en el trabajo y la recuperación del empleo es la minería, es la actividad que más contribuye a las exportaciones nacionales y actualmente existen 48 proyectos mineros que, de concretarse, se estima que podrían generar 600 mil empleos adicionales en el país. ¿Cree que el enfoque del actual primer ministro debería ir por ese lado, si piensa concentrarse en la recuperación económica?
La minería es una actividad que no es intensiva en mano de obra pero sí contribuye de manera importante al PBI del país. Tenemos que pensarlo de la siguiente manera. La ecuación del PBI dice que se compone por el consumo, el gasto público, inversión, exportaciones e importaciones, tenemos que empezar a moverla. Yo sí creo que la minería es una actividad que tiene que reanudarse. Lamentablemente, puede haber problemas de demanda a nivel internacional, recordemos que el mundo también está en un proceso de reactivación económica. A pesar de que puede no ser intensiva en mano de obra, si da un impulso importante al consumo, y a través de ello, generar la confianza necesaria en los demás sectores productivos para seguir impulsando la inversión privada.
Hablando de esa inversión privada y la importancia que tiene sobre el PBI, el 80% de la inversión en el país es de esa naturaleza y 80% de ésta es extranjera. ¿De qué manera cree que podríamos recuperar esa competitividad y volvernos más atractivos para la inversión, frente al resto de países de la región?
No somos el único país en el mundo que quiere atraer capitales extranjeros. Lamentablemente, el plan de competitividad y productividad quedó en la etapa de lanzamiento, y recordemos que nos hemos demorado en este gobierno en retomarla. Yo creo que aquí el estado tiene que tomar un rol mucho más proactivo. Veamos ejemplos ya no muy recientes, como Costa Rica, que decidió atraer un tipo de inversión extranjera muy particular, que fue la de Intel, la de los microprocesadores. Negoció directamente con la empresa para atraer esa inversión. Actualmente los fabricantes de productos de consumo están buscando seguramente nuevos lugares donde establecer sus fábricas o sus cadenas de abastecimiento. Ha sido demostrado que concentrar todo en países como China ha implicado poner en riesgo su cadena de suministros. Yo creo que el Perú tiene que establecer alianzas muy concretas, identificar objetivos muy claros, de qué inversión es la que quiere atraer, e ir a buscar y negociar directamente a otros países.
Podemos tener el objetivo de generar este empleo, pero también existe otro tema, y es qué tipos de empleo son los que buscamos. Por ejemplo, se calcula que la informalidad va a aumentar al 80%, ¿no sería acaso un buen momento para implementar reformas tributarias que puedan brindar incentivos a la formalización?
Algunos países a raíz de la pandemia y con la intención de recuperar algunas actividades económicas están contemplando una reducción del IVA, lo que para nosotros es el IGV, para actividades, por ejemplo, vinculadas al sector turismo, para así dinamizar un poco el consumo y aliviarles la carga tributaria.
Probablemente, en condiciones normales, no se hubiera pensado en esta opción, pero yo creo que tal vez haya que considerarla ahora, y tomar dentro de la receta medidas que tal vez bajo otras circunstancias hubieran estado fuera del menú. En este caso, valdría la pena considerar incentivos focalizados en el consumo para ciertos sectores, simplemente hemos abierto zonas especiales y hemos dejado que ingrese todo aquel que le podría interesar hacerlo. Pero queremos tecnología e innovación, y por ahí yo creo que hay un espacio importante para seguir impulsando iniciativas de inversión privada, a través de focalizar mejor los incentivos tributarios.
Antes del inicio de la pandemia se hablaba bastante sobre un posible impuesto a la riqueza ¿Consideraría esto una posible medida a tomar ahora?
La ministra de economía y el expremier Zeballos hablaban algo de un impuesto por solidaridad. Luego, la ministra dijo que el tema tributario era algo que tenía que verse de manera integral, y que era preferible dejarlo para después. Lo que hay que reconocer es que nuestro país es uno de los más desiguales dentro de la región más desigual del mundo, con una muy alta informalidad. Este famoso coeficiente de Gini, que nos da una idea de la disparidad de ingresos, a pesar de la tributación obtenida y otros resultados, no ha mejorado. Sin embargo, yo coincido en que la tributación debe darse con unenfoque mucho más amplio, más integral. La desigualdad no es sólo un problema fiscal, y el diseño de un impuesto a la riqueza puede ser complicado de poner en práctica. Debilitaría mucho la institucionalidad fiscal salir con un impuesto que no sabemos diseñar bien.
Creo que, por el contrario, hay que pensar en revisar las exoneraciones e incentivos tributarios ya vigentes, para ver cuáles ya no deberían existir, porque tal vez están generando más costos que beneficios, y hacerse una revisión de los gastos de parte del estado, y claro, revisar el diseño de toda nuestra política fiscal, para que esa gran desigualdad pueda ir reduciéndose.
Dentro de una de esas opciones ¿consideraría viable un impuesto por formalización, en el sentido de que a los pequeños empresarios, o las mypes que recién están entrando en el negocio, puedan tener un tiempo de menor cantidad de impuestos por el hecho de formalizarse?
Merece la pena revisar el sistema de tributación empresarial para las micro y pequeñas empresas que les genere un aliciente para la contratación formal de trabajadores, y para su propio crecimiento. Tenemos también que reconocer algo, tenemos un problema de muy baja productividad en este segmento de empresas, y eso casi nos obliga a establecer una carga tributaria gradual, de forma tal que el crecimiento de la empresa no se vea desincentivado por una carga tributaria muy alta, cuando ya hay que pasar al régimen general de empresas. Hay varias tareas pendientes, que a lo largo de los años no se han tocado en materia fiscal. Algunos podrían decir que una pandemia no es el mejor momento para su rediseño, pero yo creo que aquí hay una oportunidad para mejorar la calidad del gasto, en salud, en educación y otros sectores, y que esto justifica el replantear también algunos mecanismos tributarios que hemos dejado intocables por más de 20 años. El Perú no es el mismo de la década de los 90 o inicios del siglo XXI, por lo tanto, en materia tributaria sí vale la pena hacer una revisión más profunda del diseño tributario empresarial, especialmente de este segmento de empresas.
¿Cuáles son estas cuestiones que cree que deberían revisarse de forma más urgente?
Revisar los regímenes tributarios y unificarlos en uno dirigido a la micro y pequeña empresa sería importante. Otra cosa más específica, es que uno de los costos fuertes para las empresas dentro de la formalidad es la carga laboral, el costo vinculado con la actividad misma, y por eso, lo que en varias oportunidades se ha planteado, es que la carga tributaria, así como la carga social,lo gradúen de acuerdo al tamaño que va teniendo la empresa.
Estos grandes problemas no son exclusivamente tributarios. Tenemos que entender que el problema de las micro y pequeñas empresas es un problema productivo, su baja productividad las hace propensas a estar en al informalidad, y por lo tanto no cumplir con lo que la ley estipula: los derechos de los trabajadores o incluso el pago de impuestos para el estado. Lo que tenemos que hacer con urgencia realmente es comprometernos a entender correctamente la informalidad. Si nosotros satanizamos la informalidad, no vamos a lograr ninguna mejora. La informalidad es la interacción de factores que tienen que ver por ejemplo con un régimen tributario complejo. Recién cuando entendamos las causas de la misma podremos hacer ajustes en lo tributario, laboral y productivo, para propiciar o hacer más atractiva la formalidad. No investigamos un problema que se resuelve con un solo instrumento.
En el camino a la formalización, ¿Cuánto impacto positivo podría generar el destrabar la falta de eficiencia en cuanto a recaudación tributaria? Porque hay muchos informales que desean formalizarse, pero no saben cómo, ¿Cómo podría el estado acercarse más a estas personas?
Yo creo que aquí necesitamos el trabajo conjunto de dos sectores. El sector economía tiene a su disposición al administrador de impuestos, la SUNAT. Esta institución tiene que hacer sus mayores esfuerzos por hacer más fácil los trámites, y más fácil la información para los interesados en formalizarse. Yo creo que también el sector producción tiene que aliarse con el sector economía, porque muchas veces el problema que enfrentan las empresas es la falta de capacidades del personal que tienen, falta de acceso a una mejor tecnología, falta de competencias para gestionar bien un negocio. Estoy convencido que es un esfuerzo que no solamente es del ente tributario, sino fundamentalmente del sector rector de la producción. Es el que debería establecer una especie de pacto en el que vaya captando emprendedores en el afán de introducirlos a la formalidad, pero ayudarlos en el proceso. Creo que este tipo de pacto por la productividad o la formalidad debe incluir capacitaciones a los emprendedores, acompañamiento para tomar mejores decisiones de gestión, e incluso facilitarles el acceso a tecnología. Hay que aceptar que, de repente, las cosas en el pasado se diseñaron con un enfoque más controlista, asumiento que todo es cuestión simplemente de cumplir las normas.
Acerca de la vulnerabilidad respecto al ambiente económico que hay en el país y se ha evidenciado en un momento como el que estamos viviendo ahora, ¿Cómo cree que el congreso de turno actúa frente a esta vulnerabilidad existente? ¿La oferta legislativa que está proponiendo la favorece?
El congreso tiene la tarea de encontrar y resolver problemas, pero los analiza siempre desde una perspectiva muy inmediata. Yo sí creo que al congreso se le ha pasado la mano en la búsqueda muy reactiva de resolver problemas. Como empecé diciendo, a veces uno cree y considera que lo ideal es que se ponga de acuerdo con el ejecutivo, en una agenda que deje sentadas algunas bases sólidas para adelante. Eso le significaría al congreso aceptar que algunas mejoras no se van a observar de inmediato, sino después, cuando deje de ser el congreso de turno. Y lo mismo para el ejecutivo, dejar planteada una agenda de consenso con el congreso para después de julio de 2021. Esto implica un desprendimiento muy grande.
¿Qué tan probable ve que este nuevo gabinete tenga menor conflictivdad con el legislativo, y evite que el congreso sobreponga intereses populistas a la objetividad?
Estas primeras reuniones del ejecutivo con el congreso, que no se veían desde el inicio de la anterior legislatura, está demostrando que la conflictividad que tuvieron fue tan grande que impidió que pudieran desarrollarse las reformas que en ese momento, 2016 en adelante, debieron introducirse o incluso continuarlas. Y eso, aunque a veces no sea algo tangible ha generado costos. Imagínate si en el 2016 hubiera podido introducirse alguna reforma tributaria, o incluso en el tema pencionario, sobre el que ya existía un informe técnico muy desarrollado respecto al tema de un nuevo sistema previsional para el Perú. La conflictividad ha demostrado tener altos costos. En este periodo que le queda al congreso debe evitarse bajo todas circunstancias que haya conflicto, ya que este no beneficia a nadie y por el contrario perjudica a la población, especialmente la más vulnerable.
Entrevista realizada por Diego de la Torre