Son días tristes en el mundo en general y el deporte no es la excepción. Las sanciones sobre Rusia no solo han acarreado prohibiciones de realizar cualquier evento en sus tierras, sino también presión sobre los máximos regentes (líderes, directivos o dueños de clubes) del país invasor. Entre ellos figura, destacadamente, Roman Abramovich. El magnate, condicionado por la guerra en Ucrania, anunció hace unos días que iba a poner en venta el Chelsea. Han sido 19 años en los que el ruso llevó al club londinense al más alto nivel.
No se puede decir que reescribió su historia, ya que el Chelsea siempre fue un representante histórico del fútbol inglés, pero no triunfador. Simplemente, cumplió su promesa: hizo que los ‘blues’ a base de títulos se ganaran un trono entre la élite de Europa. Aunque para lograrlo, y seguro que sin esperarlo, condicionó tanto el modelo del fútbol establecido hasta el punto de que la FIFA se vio obligada a reformular sus propios lineamientos. A la par, allanó el camino para que otros grandes ricos del mundo apuesten fuerte por el balompié. Así de importante ha sido la figura de Abramovich en este deporte.
La ‘lavandería’ en Stamford Bridge que lo comenzó todo
En el 2003, la era de las grandes propiedades en el fútbol empezaron. Los ‘petrodólares’ llegaron a Stamford Bridge de la mano de un Roman Abramovich que, según dicen algunos, compró la entidad por mero placer. No obstante, otras fuentes aseguran que fue debido a Vladimir Putin. Según investigaciones de la prensa y el gobierno de Inglaterra, al nacido en Lituania -junto a otros 700 oligarcas rusos- se le encomendó la labor de invertir en Londres para proteger su fortuna en favor del Kremlin. Esto debido al antiguo programa de ‘visados dorados’, que otorgaba a inversores que gasten 2.000 millones de libras una residencia en Reino Unido. Como fuese el caso, Abramovich de inmediato ganó reflectores en la Premier League.
Tras gastar 165 millones para adquirir el Chelsea, 170 en fichajes y otro monto en cancelar las deudas del club, su año de debut apenas preparó el terreno de cara a lo que venía. En el curso 2004-05, contrató a José Mourinho y desembolsó más de 165 millones en conformar un equipo de estrellas (Cech, Drogba o Robben). Dos ligas dieron validez a su bien llamado ‘acto revolucionario’. Fue así como Abramovich, a base de billetera, empezó a moldear el fútbol actual. Muchas voces lo acusaron de inflar el mercado y afectar la capacidad adquisitiva del resto de equipos. Debido a esto, la FIFA crearía en 2009 la ley del ‘Fair Play Financiero’, evitando así que cualquier dueño inyecte desproporcionadamente cualquier cantidad de dinero a su club.
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Entre etapas de sombras, se crea la identidad ‘blue’
Habiendo aprovechado a voluntad su poder adquisitivo, Abramovich se sintió contento de haber acomodado al Chelsea en un lugar privilegiado. Eso sí, faltaba aún consagrar a la entidad ‘blue’ y eso era, en resumen, obteniendo la Copa de Europa. Un trofeo que, debido a la obsesión del ruso, se convirtió en deseo de los siguientes poderosos dueños. Sin embargo, el antiguo gobernador de Chukotka también fue el primero en dejarle claro a todo el mundo que para hacerse con la ‘Orejona’ no bastaba solo con talonario. Esa manía lo llevó a no asentar un verdadero proyecto ganador después de prescindir de Mourinho, sino a obtener resultados inmediatos, cortando muchas cabezas de paso.
Después de que Avram Grant llevará al Chelsea a jugar su primer final de Liga de Campeones en 2008 (derrota ante el Manchester United en penaltis), el caos fue inmenso. Luiz Felipe Scolari, Guus Hidink -entrenador parche del club-, Carlo Ancelotti y Andrés Villas-Boas pasaron por Stamford Bridge sin cumplir con lo encomendado. No obstante, las rotaciones constantes en el banquillo ‘blue’ ayudaron a que el Chelsea forje una identidad de superación: podrán tener una mala campaña, pero siempre recuperan o alzan su nivel en la misma o la siguiente con trofeos. Fue así como el deseo de Abramovich y el Chelsea se hizo realidad: ganar la Champions League en 2012 contra todo pronóstico ante el Bayern Múnich.
Un nuevo modelo que alertó a la FIFA
Con el objetivo cumplido, el Chelsea volvió a redireccionar su futuro, esta vez con mayor planificación. Abramovich sopesó que no siempre podría escabullir su dinero dentro del club para que este mantenga su poderío económico, por lo que ideó nuevas estrategias de como hacerlo autosuficiente. El negocio de las cesiones emergió. Una táctica simple: formar o comprar jóvenes futbolistas prometedores, prestarlos a otros equipos y que, en caso no valgan par la plantilla, venderlos por altas cantidades. Si bien muchos copiaron este exitoso modelo, la FIFA volvería a poner un alto, como sucedió anteriormente. A partir del curso 2022-23, cada institución podrá ceder un máximo de 8 jugadores y luego solo 6 según avance el tiempo.
¿Sin visado?: la segunda al mando redirecciona al club
Esa respuesta de la FIFA, anunciada en 2018, iría de la mano con la primera sanción al Chelsea: vetado de fichar por dos temporadas -aunque posteriormente el TAS la redujo a una sola-. Como fuese, el mismo Abramovich se dió con la sorpresa de que su residencia en Reino Unido no sería renovada. Los ‘visados dorados’ habían terminado y apelar a su nacionalidad israelí para optar al permiso tampoco resultó. En fin, un conjunto de sucesos que en verdad afectaron al empresario. Tal y como reportaron desde Londres, parecía que el ruso empezaba a perder interés en el club. Sin embargo, lo cierto es que la entidad siempre estuvo cuidado por la mano derecha del dueño: Marina Granovskaia.
La dirigente ejecutiva, desde 2014, ha sido los ojos, oídos y hasta reemplazó la cabeza del mandatario. Granovskaia se encargó de completar el plan de autosostenibilidad de un Chelsea que no dejó de ganar trofeos desde que asumió en 2014 (9) e ingresó 1168 millones de euros mientras tanto. En el proceso, además, la academia ‘blue’, Cobham, ha servido para nutrir a la plantilla principal como generadora de ingresos según se tenía planeado. Inclusive el equipo femenino se potenció estos años para dar validez al trabajo proyectado. El 2021 lo reflejó: tanto las secciones masculinas como femeninas alcanzaron la final de la Copa de Europa. Hito único en el fútbol hasta la fecha.
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Amar también es dejar ir
Aunque solo los de Tuchel tocaron el cielo al obtener la segunda Champions League del Chelsea en Porto, lo cierto es que la mano de Abramovich es imborrable. La obtención del Mundial de Clubes ante Palmeiras (2-1) significó que los del oeste de Londres hayan ganado todos los trofeos que están a su disposición: 5 Premier Leagues, 5 Fa Cups, 3 Copas de la Liga, 2 Supercopas de Inglaterra, 2 Europa Leagues, 2 Copas de Europa, 1 Supercopa de Europa y el ‘Mundialito’. 21 entorchados que convierten a los ‘blues’ en el club inglés más ganador desde 2003. Una vara difícil de superar en un futuro cercano por cualquier otro competidor.
«El Chelsea estaba antes que yo y seguirá después, pero mi objetivo es construir futuro. El club no es solo el equipo masculino, lo es el femenil, su cantera y su comunidad alrededor». De esa forma describió Abramovich su trabajo para la revista Forbes hace algunos años. Y, pese a las tantas alabanzas y varias críticas, no se equivoca. El legado que deja en Stamford Bridge, en toda su parcela, es irrepetible. Solo la guerra iniciada por Rusia evitó que Roman siga agigantando su importancia en el fútbol. Putin lo puso, Putin lo aleja. Quizás entendió que ética y moralmente -y también financieramente- no era seguro para el Chelsea que él siguiera como su cabeza visible. Si amas tanto algo déjalo ir.