Cuando Andrés Rojas tocó el pitazo final del Sporting Cristal – Universidad Católica, el coro del Estadio Nacional era de versos iracundos. Fastidio, molestia, desesperación. Entre los jugadores y los hinchas, solo había una barrera de plástico y metal que se interponía de los gritos de reclamo. La intranquilidad era la premisa de la noche de ayer, luego del empate a 1 entre peruanos y chilenos. La vara celeste es de luces internacionales, pero el foco no se termina de prender si el único punto en la tabla llega recién al cuarto partido. Así, la Copa Libertadores se vive a todo pulmón.
Un inicio de ilusiones y peligros
Llegar temprano al coloso de José Díaz tuvo sus ventajas: miras el viaje del silencio a la algarabía. De la sed al goce del hincha. Los rimenses llegaban de a pocos y aproximadamente 8000 se juntaron en total para dejar su aliento en bandeja de ilusión y fidelidad. La fiesta se hizo sentir a todo pulmón con globos y cánticos desde el extremo celeste. El partido inició con esa mirada de confianza por el público por conseguir los primeros 3 puntos en la Libertadores. Ojos que no pudieron ver el partido ante Flamengo en casa por tumultos políticos. Minuto a minuto, Cristal estaba tomando más posesión y dejaba en claro sus intenciones. Loyola y Castillo eran la dupla sensación que intentaban generar los circuitos del gol. Sin embargo, la Universidad Católica dibujaba el peligro en las pocas armas que recogía de cara al arco celeste.
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Primer alivio
Hasta 3 ocasiones de gol que Sosa había generado y el gol no hacía explotar el corazón del hincha. De pronto, Jesús Castillo, el chico de 20 años que viene sembrando minutos y buen juego, soltó el balón por izquierda con Irven Ávila, y este bombardeó un pase para que Percy Liza hiciera el primero. A 3 minutos del final de la primera parte, el joven atacante le dio un respiro a la incertidumbre del hincha, venciendo el arco chileno. Fue así como la primera mitad culminó con una sonrisa en el hincha, pero que era un vaivén entre la ansiedad y la ilusión. Con las pocas triangulaciones de Valenzuela y Rebolledo (de la U. Católica) por derecha, se había prendido la llama del peligro. Se podía oler un golpe inesperado si no se corregía a tiempo.
Golpe al marcador
“Canchita” Gonzáles no fue tomado en cuenta para el partido por lesión, pero lo que tampoco consideró Cristal era mejorar las salidas rápidas. ¿Por qué? El ex Universitario aportaba vértigo y buen cambio de frente. El segundo tiempo inició con una Católica más empujada al arco rival, y Zampedri, artillero argentino, tuvo mucho más trabajo para cazar balones y llevarlos a la red celeste. Lo mismo con un Fuenzalida, seleccionado chileno, que se proyectó más por banda y pudo cocinar desde su experiencia (más de 7 temporadas en el club chileno a sus 37 años) centros venenosos. Las notas musicales de los chilenos remasterizaron el tablero en el minuto 78: centro de Parot, desvío en el área y cabezazo de Zampedri. El goleador con 8 tantos en el año le dio esperanza a los hinchas chilenos que se ubicaron en el sector oriente con norte. Fue un silencio de una noche fría lo que se sintió en las gradas y Mosquera no dudó en realizar el primer cambio al minuto 80; pero ya los errores habían quedado desnudados y consumados: frágiles arriba, sin contraataque efectivo ni sorpresa de individualidades. En 10 minutos, solo una hazaña era la ventana al alivio.
Minutos dolorosos
El balón caminaba de paradero a paradero, conducido por una volante rimense que perdió transición rápida de lado a lado sin “Canchita” Gonzales. Así, los últimos 10 eran intermitentes. El ingreso de Olivares en el ataque era solo una muestra de desesperación por no irse sin los 3 puntos del estadio. Alejandro Hohberg no pudo frotar la lámpara y lucir un poco de magia que salvara a Cristal. Y sí, el hincha, parado en tribuna, gritando a todo pulmón y con la frente marcada, exigía la victoria, porque siente la presión de ser el mejor club peruano en los últimos 10 años. Quería que se imponga la localía y que Cristal escape del pozo oscuro para celebrar un triunfo de una buena vez. Llegó el minuto 94 y el pitazo final fue un trampolín a los reclamos del público, quienes se sumergían en la rabia inmensa de no sumar en casa otra vez.
“El objetivo es ganar contra Talleres en Lima y ante Flamengo en Brasil», fue el fugaz disparo de palabras de Roberto Mosquera cuando se le preguntó cuál era el próximo paso en la Copa Libertadores para Sporting Cristal. De esa manera, irónica y tajante, con una respuesta de no más de 10 segundos, el técnico peruano transmitió el sentir de un conjunto que destella sed de gloria, pero que todavía no alcanza los resultados para decir “Salud” en todo lo alto. En el caer de la noche limeña, parecía misión imposible.