Por: Renato Córdova
Noventa minutos de lucha constante, garra y entrega por parte de Universitario lo llevaron a quedarse con los tres puntos para mantener la ilusión de ganar el torneo apertura.
Después de una semana intensa, larga, extenuante y, a su vez, descansada, el hincha de Universitario se reencontró con su mejor amigo de los fines y mitades de semana; se volvía a ver con su amor incondicional. Buscaba, como muchas otras veces, su pasión desbordante. El hincha volvía al templo; el hincha se metía en lo más recóndito de Ate para ver al club de sus amores.
Pasaban las horas durante el día y las entradas para el partido ante Atlético Grau se seguían vendiendo; fue un toque de esperanza el saber que no solo irían treinta mil hinchas al estadio. Tal cual historia bíblica, la página de Teleticket resucitó y vendió más entradas de lo pronosticado. Una vez más, el hincha merengue no dejó solo al club. El hincha quería ver a su amor. No le importaba caminar, subir, bajar, saltar, renegar, suspirar, no importaba. Demostró tanto su amor por el club que llegaron alrededor de cuarenta y cinco mil hinchas al estadio.
Jorge Fossati, técnico de la U, paró un equipo ya conocido y con resultados. Tan solo hubo una variante en la defensa: Nelson Cabanillas se perdió el partido dada su expulsión ante Deportivo Garcilaso. En su reemplazo entró José Vidal Bolívar Ormeño, quien tuvo un desempeño por encima de los cinco puntos y participó explícitamente en los dos goles del cuadro merengue.
Por su parte, Grau, fiel al estilo de juego captado en esta temporada, supo posicionarse en el terreno, adueñarse del balón y hacer daño.
El arranque del partido fue intenso por parte de Universitario. La defensa piurana supo frenar los ataques merengues. Piero muy participativo, movedizo y conchudo. Urruti, con la garra y la chispa de siempre, queriendo llevarse a todos pasando la mitad de la cancha. Herrera en lo suyo y cada vez un poquito mejor. Polo pasaba, sumaba y parecía un extremo más. Su recompensa llegaría más adelante. El medio campo, adueñado por un chileno cuyo juego no se veía hace mucho en la U; la defensa, ya consolidada, traía su jerarquía de Argentina donde se impusieron a un temible Tarragona con olfato goleador de aquellos. La U jugaba en casa, jugaba los tres puntos y jugaba cerrar una semana perfecta ante los ojos de quienes lo alientan hasta quedarse sin voz.
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Norte reventaba con voces incesantes, Sur se desbordaba y Oriente estaba dispuesto a recibirlos. Un dato que llamó la atención de muchos: los hinchas que no alcanzaban en Sur fueron enviados a Oriente. No muchas veces se ve esto.
El compromiso se tornaba nublado para los cremas. Los pases, centros y remates no parecían funcionar. Lo dijo Ricardo Montoya Deslcazi, docente, periodista y escritor peruano, “Grau con el equipo completo no es fácil para nadie”. Los piuranos hacían lo suyo para robar puntos en Lima.
Los hinchas merengues, no dejaban de alentar al club; de vez en cuando se les escapaba uno que otro grito eufórico: “Uff” “Goool…” “Patea”. Lo cierto es que el arco de Atlético Grau estaba bien asegurado por un ex crema. Raúl Fernández no participó con grandes atajadas en el primer tiempo, pero sí ordenó una defensa muy segura y concentrada para repeler cualquier ataque contrario.
Piero Quispe hizo lo que quiso con los jugadores de Grau; volteaba, giraba, salía, encaraba, pasaba, pero no era suficiente. El equipo aún no tenía una clara de gol. Fue en el minuto 21:35 y casi de suerte, un centro de Bolívar impactó en el poste izquierdo, haciendo alargar el grito del narrador Jorge Kieffer con su popular: “Estáaaaaaa”. No estaba nada; no había nada. El primer tiempo parecía terminar así, sin muchas emociones.
Por su parte, Grau avisaba con los balones largos, esos balones que caen donde duele y son más que fastidiosos para defensas y portero. No es hasta el minuto 40:22 que Ángelo Franco tuvo la más clara para los de Piura a partir de un centro largo que botó en el área y es, milagrosamente, atrapado por José Carvallo. Dos minutos después, los dirigidos por Daniel Ahmed volvieron a llevar peligro al arco crema, pero esta vez sin tanta expectativa. Así, con un Grau encimado, se terminaba el primer tiempo.
Domingo de resurrección y las iglesias estaban repletas; cada evangélico, católico, mormón, buscaba su lugar seguro; buscaba donde reconciliarse y cómo conmemorar ese día. Por su parte, el hincha también fue religioso. Buscó su templo, lo llenó, rezó antes del partido y tuvo fe. Si nos ponemos a comparar, las diferencias no son muchas.
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El segundo tiempo, inició con tres sustituciones: Valera por Herrera, Calcaterra por Luis Urruti y Alfonso Barco por Pérez Guedes. Los cambios se hacen para dar soluciones y estos resultaron: Andy Polo apareció al minuto 7:33 segundos para introducir el balón bajos los tres palos. El recorrido para sumarse como un atacante más trajo recompensa para el extremo derecho de Universitario. Una vez más, la hinchada gritaba un gol crema.
Atlético Grau no bajó los brazos e insistía con los balones dentro del área. “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, dicen los sabios. Tiro de esquina a favor de Grau. Las marcas en la U no parecían seguras. Minuto 13:13 centro y cabezazo adentro a favor de los de Piura. Hubo silencio absoluto en el estadio. Tan solo lo celebraba un grupito reducido de hinchas visitantes.
El juego se tornaba difícil para los merengues. Fossati miraba molesto a sus jugadores; después del silencio, la hinchada volvió a alentar. Los cánticos, tal cual fieles, volvieron. Minuto 25 y se le da una enorme oportunidad a la U. Si había una ocasión para dejar todo lo que quedaba de garganta, era esta. Tiro libre a favor del local. Toma la pelota el menos pensado de todos: José Bolívar. Lo acompañaba Polo. José, con un nombre muy conveniente para la fecha, tomó con valentía el balón y lo dirigió al arco. Existió un leve desvío por parte de Calcaterra que terminó confundiendo a Fernández. El segundo gol ya era un hecho. Fossati volvió a levantar los brazos como si estuviera reconociendo el domingo de resurrección y la resurrección de su equipo. La U ganó el partido y se puso a dos del líder; se puso a dos de su eterno rival.
Anoche, todos los caminos conducían al Monumental y sus fieles seguidores no defraudaron. Universitario cerró una semana perfecta; lo hizo como un equipo grande: ganando en copa y también en liga. “Y dale U siempre escucharán”, dice la popular frase.