El pasado jueves, el Barcelona volvió a firmar un nuevo desastre en las competiciones europeas. Esta vez ante el Eintracht Frankfurt, del entrenador austríaco Oliver Glasner. Curiosamente, el equipo culé llegó a la UEFA Europa League debido a su eliminación en la fase de grupos de la Champions League, lo que supone una doble caída -institucional y moral- en el escenario intercontinental. El equipo de cataluña aún se ve incapaz de olvidar a los fantasmas del pasado.
Si bien el combinado dirigido por Xavi Hernández viene haciendo un digno trabajo en poco más de 5 meses, esta vez le tocó perder. Una derrota que puede ser vista como un serio aviso para sus navegantes o un golpe de realidad. Por ello, en Diario ‘El Gobierno’ analizamos las claves que han llevado al Barcelona a desaprovechar otra oportunidad para levantar un título en la presente temporada.
1. La seguidilla e importancia de partidos
No hay alguien que pueda negar que, para este Barcelona, cada partido es una final. Desde que Xavi llegó al conjunto culé, el principal objetivo de la temporada se centró en asegurar la clasificación a la próxima edición de la Liga de Campeones. La temporada, hasta ese entonces, era muy atípica. La salida de Messi, la mala y excesiva racha de lesiones, el apresurado e inesperado retiro del Kun Agüero, y los nefastos resultados de la era Koeman fueron unos de los muchos factores que colocaron a un Barça irregular en la novena posición.
Hoy en día, los catalanes se ubican segundos en la competencia doméstica, dependiendo de si mismos y con posibilidades matemáticas de ganar La Liga. Esto habla mucho del crecimiento que ha tenido el equipo en media temporada. No obstante, también supone un esfuerzo extra.
Indudablemente, todos los equipos mantienen un alto ritmo de competición, pero lo del Barça tiene muchísimo mérito por la situación incómoda en la que se encontraba. Para el tiempo establecido, lograron tener una racha de imbatibilidad de 15 partidos (el mejor de las 5 grandes ligas), y aprovechando otras mala rachas como la del Sevilla, Atlético o Betis. En algún momento, la derrota iba a llegar, y a esto se le suma el esfuerzo físico.
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2. Desaparecieron los aficionados
El presente punto es, sin duda alguna, uno de los factores más importantes que dan paso a la derrota del equipo catalán. Se supone que el Barça jugaba de local en la vuelta por los cuartos de final, y resultó ser todo lo contrario. Las butacas del Camp Nou, teñidas de blanco en su mayoría, era algo que pasaba por primera vez en la historia. Nunca había ocurrido algo similar.
En principio, se designaron 5 000 asientos para la hinchada visitante, pero al estadio ingresaron, aproximadamente, 40 000 aficionados del Frankfurt. Los propios jugadores del equipo culé quedaron atónitos. Ronald Araújo se mostró sorprendido mucho que «haya tantos aficionados del equipo rival en nuestro estadio». Con cada acción, decisión u ocasión de gol, se escuchaban más pitos por parte de los aficionados rivales en comparación al apoyo del hincha culé en su propio estadio. Algo desmoralizador.
Incluso, los socios que ocupaban las gradas de animación exclusivas, abandonaron sus puestos por diez minutos en signo de protesta por el singular acontecimiento, así como por seguridad. De hecho, salieron testimonios de hinchas culés que mencionaban actos reprochables por parte de la afición alemana.
El presidente, Joan Laporta, se mostró «avergonzado» por lo ocurrido. «Es una pena que hayamos vivido esto hoy aquí. No puede volver a suceder. Tenemos información sobre lo sucedido y entonces tomaremos medidas. No volverá a pasar nunca más porque es una barbaridad», afirmó. Aún así, los socios abandonaron al club en un partido de suma importancia a través de medidas como la reventa.
3. Desinflar el salvavidas
En el Deutsche Bank Park, los culés igualaron 1-1 con los alemanes, donde lo mejor fue el resultado para un equipo que le costó concretar, combinar y generar ideas ante el gran planteamiento del local. Los dirigidos por Xavi no despertaron en el partido hasta que encajaron el golazo de Ansgar Knauff. A partir de allí, y con la entrada de Frenkie De Jong y Ousmane Dembélé, además del gol de Ferrán Torres, el Barça gozó de buenas ocasiones más para darle la vuelta al marcador.
No obstante, nunca se encontró en el campo. Fue superado por el elenco teutón en gran parte del encuentro, el cual incluso falló ocasiones lo suficientemente claras para ganar. Ese 1-1, que les dejaba con vida para la vuelta, fue un salvavidas que no mantuvieron en alta mar, desaprovechándolo totalmente. Uno o dos goles siempre hacen la diferencia.
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4. El planteamiento del partido
Xavi volvió a chocarse con la misma pared para la vuelta de los cuartos de final en el Camp Nou. Con bajas, y siguiendo el mismo esquema que el planteado en Alemania, el Frankfurt superó nuevamente a los culés. En esta ocasión, sí concretaron las primeras ocasiones que tuvieron. Pero más que eso, fue un baño táctico de Oliver Glasner ante su joven colega y un performance colectivo brillante de los germanos para envidia de su rival español. El Barça caía 0-2 al descanso, lo que era sorpresivo en muchos aspectos.
Las contras, combinaciones y transiciones ofensivas alemanas fueron lo suficientemente peligrosas para imponer temor en la zona baja del equipo catalán. No fue hasta el segundo tiempo cuando Xavi probó otro esquema (3-4-3) y por fin pudo emparejar las cosas ante su contrincante. No obstante, la clasificación estaba perdida, y así fue.
En defensa del técnico español, cierto es que, cuando cada partido es una final, hay poco margen para ‘experimentar’. El 3-4-3 fue una alineación muy usada por el entrenador en el Al-Sadd. No obstante, una vez llegado al banquillo azulgrana, no ha podido disfrutar de aquel terreno para transformar el partido y menos en un contexto como el que se planteó. Toca seguir escalando de a pocos para encontrar automatismos y flexibilidad en los cambios de esquema. Mucho más cuando se trata de Europa.
5. Reacción tardía
Los dos goles del Barça llegaron en la recta final del partido: Sergio Busquets y Memphis Depay anotaron en los descuentos, sin contar un gol anulado poco antes. En esos minutos finales, los de Xavi era un vendaval que arrolló por completo al Frankfurt. La reflección que nos deja se reduce a una pregunta en particular: ¿por qué recién en ese momento?
Tuvieron que pasar 180 minutos de eliminatoria para que el club culé, por fin, manifieste su clara superioridad sobre el equipo alemán. Muchos creyeron en la remontada, y eso que estuvo cerca (penal polémico y gol anulado), aunque no pudo ser. El Frankfurt, además de merecer la victoria, fulminó al Barça porque este reaccionó muy tarde a lo que le pedía el partido -aunque también las ‘águilas’ hicieron de su parte para evitar que esto suceda-. Solo quedaba ‘maquillar’ el resultado. Lo destacable, para bien, es que el equipo lo intentó hasta el final, y eso siempre cuenta.