Cuando el sentimiento se apodera de uno, la objetividad pasa a segundo plano. Todos los aliancistas tuvieron emociones fuertes al ver regresar a su equipo a primera división. En el fútbol, estas emociones que gobiernan a la hinchada van acompañadas del resultado. Son dos factores que no se pueden desligar. Los que son expertos rompiendo ese nexo entre la realidad y el mundo sentimental son los directores técnicos. Y qué mejor que uno de los más reconocidos, como Víctor Rivera, para analizar el primer partido de Alianza Lima.
Una buena foto inicial
Los retos motivan a las personas. Ante la dificultad, el amor propio juega una dura batalla y, estando en Alianza, no hay otra opción que la de salir victorioso. El profesor Rivera aprueba el debut «grone», y lo valora desde la falta de preparación que tuvieron, así como también los vaivenes emocionales que conlleva la incertidumbre de pasar intempestivamente de un torneo a otro. “Me parece que tuvieron buena actuación. Eso se explica también porque el deportista es instintivo. Cuando tiene un reto adelante saca su mejor versión” señaló.
La parte emocional tiene un peso muy importante en aquellos partidos en donde lo físico te puede jugar una mala pasada, y muchas veces esto se equipara con la voluntad y las ganas. “Al estar en un equipo grande, mirándose a la cara, ellos mismos se convencen de que si cada uno da su 100% no hay nada que no puedan superar”, afirmó Rivera. Destacó también que, a lo largo del encuentro, el profesor Bustos tuvo a su disposición diferentes variantes, lo que habla de la riqueza táctica del plantel.
En la mixtura está el aprendizaje
Del 11 inicial de Alianza, Ballón y Lacerda eran los más experimentados. Si vemos los demás nombres, había una clara población de jugadores jóvenes en el campo. El profe Rivera va más allá y nos explica lo que hay detrás de la inclusión de estos. “Definitivamente lo del año pasado los ha marcado. Cuando uno ha tenido estos momentos tan difíciles de asimilar, es importante que los futbolistas con más recorrido guíen a sus compañeros”. Y si piden experiencia, los blanquiazules sí que la tienen. Barcos, Farfán, Aguirre y Míguez son algunos de los ejemplos que los más jóvenes han tenido en este curso acelerado de madurez. Definitivamente salieron con notas aprobatorias en confianza, seguridad y actitud. Y Carlos Bustos los recompensa con algo que es fundamental en estos casos: el respaldo del entrenador.
Las recetas de Bustos
Vamos a la táctica fija. La principal variante fue el cambio de sistema. Un 4-3-3 inicial, que con los ingresos de Barcos y Aguirre se transformó en un 4-4-2 -que iba variando en un 4-2-4 por momentos- en donde se necesitaba un mayor volumen ofensivo. Aterricemos un poco. La defensa siempre se mantuvo igual. En el primer tiempo la volante tuvo a un Valenzuela más fijo, siendo Ballón y Concha los mixtos. En el ataque, Manzaneda y Oliva por los costados, y de punta Gonzáles Zela.
En el segundo tiempo, con los ingresos de Cornejo, Barcos, Aguirre, Míguez y Mora, el esquema cambió. En la volante, Ballón cambió a una labor más posicional, con un Míguez que por características propias desdoblaba sumándose al ataque. Por las bandas, Mora y Cornejo -este último con la tendencia de buscar el medio-. Y de puntas, Barcos y Aguirre, que iban alternando para que uno de ellos quede más fijo arriba y el otro busque el espacio para recibir el balón.
Junto al Chino Rivera pudimos ver la participación de los que entraron en la jugada del penal. Pase filtrado para Barcos que, recogido, juega a un toque con un Cornejo ubicado en el carril central del campo. Luego, una genialidad por parte de este último pasando entre dos rivales y divisando la diagonal marcada por Aguirre, el cual recibe un muy buen pase que le ayuda a sacarse al arquero y generar la pena máxima. ¿Y Míguez y Mora? La “cotorra” acompañaba el ataque sosteniendo la jugada, mientras que el extremo derecho se mostraba en amplitud como opción para ser referenciado por un defensor. El volumen ofensivo que estaban buscando dio sus frutos.
El caos como arma
Lo impensado destruye toda planificación. En la charla previa, el entrenador define a quién va a marcar cada uno. Pero ¿qué pasa si los jugadores se van moviendo constantemente y no se quedan fijos en su posición? Se genera caos. Y ese caos fue el que originaron Oliva y Concha con sus constantes intercambios posicionales y la libertad que les dieron para jugar. En esta variante, hay un aspecto fundamental para el profesor Rivera: el conocimiento previo de estos dos chicos con el entrenador. “Esa sociedad se viene trabajando desde hace años cuando ambos estaban en la San Martín. No se puede tener esquematizado a un equipo, y esos movimientos causaron problemas al medio y a la defensa de Cusco”. De igual manera recalcó la importancia de la novedad como factor de confusión. “Los equipos que sorprenden son aquellos que generan situaciones impensadas para el rival, y hacen que la charla previa del entrenador pierda consistencia”.
DJ “Cotorra”
¿Quién no ha ido a una fiesta donde nadie baila? La gente en piloto automático y sin la intención de mostrar sus mejores pasos. El anfitrión se empieza a preocupar y le da la función al DJ para que reviva el ambiente. Con la canción adecuada, se resuelve el asunto y los invitados vuelven a la pista. En el fútbol es muy importante tener jugadores en el plantel que le devuelvan la intensidad al equipo. ¿El encargado en Alianza? Pablo Míguez. El uruguayo ingresó y, a punta de arengas y actitud, les dio un segundo aire y el profesor Rivera lo reconoce. “Oxigenó a sus compañeros y tomó un papel de líder. Veías cómo los ordenaba desde el movimiento de manos y fue clave para solucionar los problemas en los momentos de confusión y cansancio”.
Otra ventaja fundamental que te da este tipo de futbolistas es que te ahorra tiempo. “Me han tocado casos de jugadores experimentados que por iniciativa propia manejaban a los más jóvenes y me facilitaban la comunicación con ellos”, señaló Rivera. También afirmó que cumplen una función importante desde lo anímico, porque ayudan a difundir el convencimiento que se necesita.
El buffet táctico de Farfán
Cuando uno va a un buffet, lo que le gusta es que haya diferentes opciones de platos. Mientras más, mejor. No siempre vas a poder comer de todo, pero sabes que están ahí por si es que se te antoja. Según considera el Chino Rivera, esa variedad te la puede dar la “foquita”. “Es un jugador muy versátil que puede ocupar distintas posiciones de ataque, y dentro de esa movilidad, va a generar el caos del que hablamos antes en la defensa”. Uno de los puntos que más destacó de su inclusión es la dependencia defensiva del rival, dejándole así espacios a sus compañeros para generar más opciones en ataque. Asimismo, desde su misma experiencia va a generar situaciones.
Teniendo en consideración la libertad que Bustos le da a Oliva y a Concha, el Chino Rivera está seguro de que el “10” va a jugar mucho más suelto. “Él sabe manejar mucho esos metros finales en la cancha con sus movimientos, y si los demás jugadores se suman bien al ataque, Alianza va a tener muchas formas de hacer daño”. Ahora el problema es ver quiénes lo acompañan, hay nombres interesantes, pero no se puede poner a todos. Conclusión: le espera un buen dolor de cabeza a Carlos Bustos.