—Compadre, una consulta ¿Por donde queda la fila 7 de occidente?
—Es más abajo.
—Gracias joven. Es que es la primera vez que voy al Monumental después de 8 años. El recuerdo ha sido tan lejano que la verdad es que no recordaba el lugar.
—¿Por qué dejó de ir al Estadio?
—Por la violencia que comenzó a generarse. Si estoy viniendo de nuevo, es por ella (señala a su hija). Yo siempre quise que sea hincha de la U, pero ella no veía jugar al equipo. Hasta que se quedó impresionada después de ver el clásico femenino en el que ganamos 1-0. Desde ahí, ella ve todos los partidos de la U femenino.
Aquella situación que ocurrió en el entretiempo del partido de vuelta entre Universitario y Sporting Cristal me hizo reflexionar cuán mal está el fútbol peruano. Por un lado, un hombre de apenas 39 años, con quien conversé, conociendo así que era un padre de familia. Él, asiduo concurrente al Estadio Monumental hasta que el nacimiento de su hija, Chiara, le impidió continuar dicha rutina para dedicarse a sus obligaciones parentales.
Desde el regreso del público a los estadios, siempre intentó convencer a su esposa para regresar a los estadios acompañado de su hija. Sin embargo, su esposa, de manera racional, le refutó una razón importante y muy convincente ¿Cómo vas a llevarla si en los estadios solo hay violencia? Y la verdad es que sí, su esposa tiene mucha razón. Ella debe ser parte del grupo de los peruanos que asocian el fútbol nacional con la violencia (2 de 10 según una encuesta de Bumeran). Una madre de familia que, por más que el esposo le transmita confianza y seguridad, no puede fiarse enteramente al pensar en la asistencia a los estadios. La imagen de los 3 barristas de Alianza Lima el año pasado, el caso trágico de Walter Oyarce y muchos otros que han ocurrido a lo largo de estos últimos años sólo acrecientan el miedo de una madre que siempre priorizará la seguridad de sus primogénitos.
¿Cuándo será el día que esta situación podrá cambiar? ¿Podrán las familias enteras volver al estadio con la confianza absoluta que verán un espectáculo en vez de una matanza? ¿Cuándo será el día que un padre con su hijo podrán caminar tranquilos tanto de camino al estadio como de regreso teniendo la seguridad que regresará a salvo a su casa? Son preguntas sin respuesta que surgieron en mí, luego de la conversación con aquel hincha de la U. Me hizo retroceder como una máquina de tiempo, 10 o 9 años atrás, cuando mi madre le hablaba a mi padre sobre mi cuidado para ir a ver los diferentes partidos a los que asistíamos. Por una vez, me puse en la piel de mi madre por sentir esa sensación agridulce cuando iba al Estadio. Sin embargo, en los últimos 2 partidos de la final de la Liga Femenina esa emoción de todos los padres de familia me embargó haciendo creer que esa mancha negra de hace más de 3 décadas sí se puede cambiar.
Tanto en los 30,000 espectadores aliancistas congregados en Matute como los 42,107 aficionados “cremas” tuvieron una particularidad: la asistencia de familias completas quienes, con hijos, padres y hasta abuelos vivieron la experiencia gratificante de ser parte de la final en una fiesta de color y muchedumbre. Una final donde Alianza Lima y Universitario se portaron a la altura de una final de fútbol femenino demostrando que, más allá de sus diferencias, pueden mostrar un buen comportamiento llegando a priorizar el espectáculo de un partido de fútbol por sobre todas las cosas.
Terminando el partido, y ya con el título bañado en color crema, los periodistas acreditados bajamos a la cancha. Es ahí cuando en el mismo gramado verdoso del Estadio Monumental comienzo a visualizar a los espectadores del Monumental, en donde todos, con sonrisa reluciente y emociones a flor de piel, celebraban el título. Dentro de esos espectadores, pensé en aquel hombre con su hija Chiara. Con la mirada, empecé a buscarlos a ver si estaban presentes. Hasta que los vi. Fila 25 de Occidente pegado a la tribuna de Oriente. Y me di con una sorpresa que alegró aún más mi logro personal de haber sido acreditado a mi primera final. ¿Se acuerdan de su esposa que no quería que esté presente? Pues, los vi a los 3 juntos como familia completa. ¡Lo que puede originar el fútbol!. Quizás eso es lo más importante de la final del fútbol femenino: saber que cuando las “leonas” levantaron el título no solo significa una evolución del fútbol femenino. También simbolizó un rayo de esperanza que algún día podamos empezar a creer que un fútbol sin violencia todavía es posible en nuestro país.