Solo puede haber un campeón de Europa y eso solo quiere decir una cosa: la Supercopa de Europa ya está aquí. Real Madrid y Eintracht Frankfurt jugarán por ganar este galardón que adjudique a cualquiera de los dos como el mejor del viejo continente. Una lucha sinigual en lo que promete ser un glorioso enfrentamiento. Algo acorde a sus similares y memorables correrías vividas la temporada pasada, y que concluyeron en coronaciones meritorias y encomiables. Todo ello ahora convergerá en la noche de Helsinki, capital de Finlandia, donde ambos conjuntos darán otra exhibición de intensidad y coraje.
El retorno del ‘Rey’
«¿Fue la temporada pasada la más increíble de mi carrera? Quizás sí», puntualizó Carlo Ancelotti en rueda de prensa previa al partido de este miércoles. Con su usual modestia, el italiano describió lo que para él significó la legendaria campaña europea del Real Madrid. Y es que si bien la entidad tiene un historial remarcable en la Liga de Campeones, nada se compara con su camino hacia ‘La Decimocuarta’. Sin haber logrado título alguno un año antes, impedidos de fichar a Mbappé y el regreso de ‘Carletto’ para sustituir a su ex-pupilo, Zidane -lo que varios consideraron un retroceso-, las expectativas no eran para nada ilusionantes. Mucho menos cuando el Sheriff de Dulanto asaltó la capital española. Pero claro, hablamos del amo del torneo.
Supervivencia y camiseteada es lo que pasó. Jerarquía pura en pocas palabras. Porque cuando la legión de futboleros, medios y casas de apuesta lo daban por eliminado, el ‘Rey’ se encargó de hacer respetar su lugar en el vergel celestial del balompié. Un sitio deseado por jeques, magnates y oligarcas, pero al que se vieron sin acceso -un año más- por la fuerza sobrenatural de 11 hombres vestidos de blanco. En un frenesí, PSG, Chelsea (viejo monarca) y Manchester City pasaron de alcanzar su cénit al desconcierto total. La misma mística y locura se vivió en el Stade de France de París, donde el Liverpool se topo una y otra vez con un muro infranqueable. O, mejor dicho, un escudo más grande que el suyo en la Champions League: el del Real Madrid.
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Unas ‘águilas’ impulsadas por fe
Si el 2022 es el año del club más ganador del mundo, pues lo es también de un Eintracht que hizo historia. «Lo que demostramos la temporada pasada es que siempre hay una oportunidad», mencionó Oliver Glasner, entrenador de los alemanes, antes del gran choque. En definitiva, el duelo de sus vidas, que se ganaron a pulso propio y honrando todo lo que representa la antigua Copa UEFA. Exactamente, eso ocurrió. Vaya uno a saber que algo grande le aguarda a una escuadra que quedó eliminado ante un tercera en la copa local y no ganó ninguno de sus primeros 11 partidos ligueros, pero que le endosó su primera derrota al Bayern Münich y permanecía imbatible en Europa. Aunque quizás lo inexplicable tiene respuesta.
Pertinencia. De ahí partió la arcana fuerza que impulsó la travesía de los germanos. Algo que todos sin excepción obviaron cuando al torneo cayeron equipos de mayor renombre. Había motivos para no creer en ellos (hasta su propia fanaticada); sin embargo, su irregularidad en la Bundesliga lo paliaban siendo un ente solido fuera de sus lares. De esta forma, el Eintracht emergió de las sombras. Primero, el Betis; luego, la estocada al Barcelona; y, por último, amartillando al propio West Ham. A base de devoción y espíritu, los favoritos sucumbieron sin siquiera poder responder. No tuvieron su mismo oportunismo. Como tampoco lo tuvo un Rangers que sí compartió sus valores, mas la Europa League ya estaba destinada para el Eintracht.
‘La mejor final de Europa’ parte II
Así las cosas, una vez atravesadas sus no tan distintas desventuras, Real Madrid y Eintracht se medirán 62 años después de su último (y hasta ahora único) combate. Aquel 18 de mayo de 1960 pasó a los anales de la historia como la mejor final de Europa jamás vista. Así como ahora, la antesala ya ponía las expectativas muy altas. Tal vez mucho más que ahora. De un lado, el tetracampeón continental, y del otro, la revelación del certamen en un mano a mano. Qué más se podía pedir para una final de Copa de Europa.
En las islas británicas, donde comenzó el fútbol, concretamente en Glasgow, la fama de la máxima competición de clubes trascendió al estatus que hoy reluce. Los que fueron testigos (aproximadamente 127 mil personas) de lo acontecido en Hampden Park pueden estar seguros. Entre ellos, Andy Roxburgh, directivo de la UEFA, puede presumir de estar presente en el ‘partido de su vida’. «La gente pensaba que el Eintracht era de otro planeta -eliminó con global de 12-4 al Rangers en semis-. El problema era que no se dieron cuenta de que el Real Madrid era de otro universo». Así de contundente fue la cosa.
Tal y como lo fue un campeón europeo que se gustó ante la predisposición de los alemanes en hacerse con la ‘Orejona’. Llegó el primer golpe de estos, y lo que siguió es leyenda de blanco y negro. En especial blanco. «Aquellos jugadores hacían cosas que no eran posible, no eran reales. No eran humanos», recordó Bobby Charlton de aquel trepidante encuentro que acabo 7-3. Ferenc Puskás y Alfredo Di Stefano se llevaron las condecoraciones con un póker y un triplete, respectivamente. Lo mismo que unas ‘águilas’ que nunca se rindieron, pero ya no tenían replica. Por supuesto, hasta ahora, que podrán saldar cuentas.
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Experiencia contra condescendencia
Aunque han pasado ya más de seis décadas, el fútbol reserva esta tipo de revanchas para cualquier día. Aunque cabe decir que el tiempo ha distanciado radicalmente a ambos conjuntos. Mientras el Real Madrid sumó nueve Champions hasta nuestros días, el Eintracht recién obtuvo su segunda Copa UEFA hace unos meses. Eso sí, en la cancha es donde esta clase de disputas se resuelve. Y que mejor que en otra cita decisiva para cobrárselas o, en todo caso, volver a pasar un trago amargo. Como fuese, los capitalinos cuentan con el favor pedigrí de su parte.
Solamente en lo que a Supercopa de Europa se refiere, el Real Madrid disputará su octava final. Habrá ganado apenas la mitad de ellas, pero aún así está a solo una celebración de igualar al Barcelona y al Milan como equipos más ganadores de la competición (5). Para el Eintracht, en lo que será su primera vez en el certamen (equipo número 39), su misión va por partida doble: negarle a su rival la oportunidad de sumar otra estrella y, de paso, estrenarse en el cuadro de honor del certamen. El desafío, evidentemente, es inmenso: los hispanos apenas han perdido 2 finales de 18 en todo el siglo XXI. Alucinante.
Actualidad
Como se sabe, poco ha cambiado la plantilla del equipo de Ancelotti. Se fueron Luka Jovic, Takefusa Kubo, Borja Mayoral, Víctor Chust, Gareth Bale, Marcelo e Isco, libres tras acabar contrato, pero los refuerzos son de altura. Antonio Rüdiger, campeón de Europa con el Chelsea en la 20-21, y Aurélien Tchouaméni, prometedor pivote e internacional con Francia, forman parte de un Real Madrid que apunta al ‘Sextete’ este año. No obstante, pasan aquí inmediatamente, sin siquiera haber jugado partido oficial alguno. Por lo menos se han dado pistas para su estreno este curso. La alineación blanca para la Supercopa será casi la misma que la de París.
Una ligera ventaja tiene el Eintracht, pero también su puesta en escena ha dejado más dudas que certezas. Luego de derrotar 0-4 al Magdeburg en la primera ronda de la Pokal (Copa de Alemania), enseguida sufrieron una paliza (1-6) que tuvo la firma del Bayern Münich. Aunque con los fichajes en masa realizarse, es verdad que los de Glasner suman calidad: Faride Alidou, Aurélio Buta, Jérome Onguéné, Randal Kolo, Hrvoje Smolcic, Lucas Alario y, por todo lo alto, Mario Götze. Lastimosamente, su gran estrella, Filip Kostic, estará fuera del encuentro debido a que su pase a la Juventus está más que encarrilado. El mejor jugador de la Europa League 21-22 se pierde la que pinta ser la Supercopa más épica en mucho tiempo.
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