El Manchester United volvió a cantar el alirón. Tras seis años sin que el equipo pueda consiguir un título—la última copa que alzaron fue la de la Europa League en el 2017—el domingo 26 de febrero, los ‘diablos rojos’ ganaron la Copa de la Liga inglesa frente el Newcastle con una diferencia de 2 goles a 0. El triunfo devuelve a los mancunianos a sus altares y representa mucho más que la medalla de oro.
No se trata solo de frenar una larga sequía de títulos. Tampoco de terminar una triste década en Old Trafford. Por primera vez desde que Sir Alex Ferguson pasó al retiro, el Manchester United de Erik Ten Hag demuestra tener un rumbo claro. Quizás el primer entorchado bajo su mando parece algo apresurado; sin embargo, es consecuencia y mérito del entrenador. La rápidez de los procesos en una entidad con muchos baches y estruendo alrededor dibuja la ruta para revivir épocas doradas.
Mano dura
Se dice que para poder construir primero hay que hacer a un lado las certezas, la estética y el pasado. Si bien Ten Hag no actuó con violencia en la aplicación de ese mantra, demostró entereza en prescindir de dos jugadores como Harry Maguire, capitán del equipo, y Cristiano Ronaldo, leyenda del club. Esto, tras asegurar que tenía a ambos en consideración para esta nueva etapa. Tanto el rendimiento del inglés como el comportamiento del portugués los pintaban como asiduos inquilinos del banquillo. Hizo mucho ruido su decisión, en especial con la situación de Cristiano—venía de marcar 24 goles y ser nombrado mejor jugador la temporada pasada—pero motivos sobraban.
En la temporada 21/22, el United disputó 49 encuentros entre todos los torneos con un registro de 20 victorias, 13 empates y 16 derrotas. En ese lapso, Maguire y Ronaldo tuvieron presencia sempiterna para mal: no se ganó ni la mitad de los juegos (41%) y se perdió un tercio (33%). Esa fue la peor campaña de los ‘diablos rojos’ en la era Premier League. Además, la guerra por la capitanía entre ambos abrió una brecha interna en el vestuario—como desvelaron los portales británicos—seguía haciendo mella. Además, las dos derrotas iniciales contra Brighton (1-2) y Brentford (4-0) con ellos de arranque fueron argumentos para darles un papel residual e iniciar el repunte de inmediato. El tiempo le dio la razónal entrenador.
Amoldar y acoplar, no forzar
El triunfo en la tercera jornada del campeonato local contra el Liverpool (2-1) marcó el despegue del United. Vencer al subcampeón de Europa y, por entonces, uno de los máximos favoritos a ganarlo todo, le abrió la mente a Ten Hag. El ex Ajax comprendió algo más allá de lo evidente: el fútbol de la Premier no era para nada similar a la Eredivise. La plantilla que tenía carecía de identidad futbolística y la confección de la misma no tenía ni pies ni cabeza. Por ejemplo, se rumoreó hasta el cansancio el interés por Frenkie De Jong, luego en Adrien Rabiot y al final se trajo a Casemiro para el pivote. Había que cambiar de paradigma, de estrategia y, lo más costoso para un entrenador, de filosofía.
El neerlandés entendió que lo mejor para su equipo era apostar por la practicidad y contundencia. Sin tiempo de asentar su plan inicial, formó un bloque sólido, que en vez de mostrarse activo y dominante con balón—como suele ser su sello—sea más reactivo, ejecute con explosividad cada transición rápida y muestre eficiencia en las dos áreas. «Adaptarse para sobrevivir», expuso Charles Darwin y así lo ha puesto en práctica un Ten Hag que dio con la tecla. Que el United sea el tercer mejor club inglés tanto en ocasiones claras creadas (66) como porterías a cero (10) demuestra que su estructura está bien asentada. Y eso, por inercia, conlleva a que los futbolistas estén en un nivel altísimo, retroalimentando a la par el sistema per se.
Hombres de élite
Bien se puede hablar de que David De Gea, Raphael Varane, Bruno Fernandes, Christian Eriksen o Luke Shaw están siendo piezas angulares de este alzamiento del Manchester United. Sin embargo, el cambio ha venido de la mano de dos profesionales hechos y derechos: Lisandro Martínez y Casemiro. Por más que sus correspondientes carreras estén a años luz de distancia, ambos son competidores excepcionales y, sobre todo, ganadores natos. Algo que le hacía falta al elenco de Old Trafford desde hace diez años. No porque no haya firmado jugadores de similar caché o estatus (Ibrahimovic o Cavani), sino por recién hacerlo para reforzar posiciones claves como son el mediocampo y la defensa.
A pesar de haber llegado sobre la hora, han caído de pie: 35 partidos, 5 goles y 5 asistencias el brasileño, y 37 citas y 1 tanto el argentino. La remodelación antes mencionada que realizó Ten Hag no se entendería sin los dos. El equilibrio que aporta el ex del Madrid se nota con su liderazgo para empujar a sus pares hacia adelante con cada entrada (el tercero que más por duelo en la Premier: 3.2), sus apariciones en área contraria (como se vio en el 1-0 ante el Newcastle) y envíos (primero en pases largos: 3.3). Mientras, el campeón del mundo se revela contra sus características siendo uno de los que más intercepciones (1.2) y despejes realiza (3.5) por encuentro. Los casi 130 millones de euros invertidos por ellos están siendo rentables.
Estrella consolidada
Eso sí, hablando de miembros trascendentales de este equipo, Marcus Rashford se lleva todas las papeletas. Se hizo esperar largo tiempo, pero valió la pena. El niño que debutó de la mano de Louis Van Gaal, tomó impulso gracias a José Mourinho y después tuvo altibajos con Ole Gunnar Solskjaer por fin ha madurado. Cuando muchos esperaban una salida, el internacional inglés se levantó de a pocos hasta encontrar un estado de forma optimo que lo hace digna figura del club de su vida. Esto en gran parte debido al contexto creado por Ten Hag que le tiene a él como punto de enfoque. Ser el catalizador y el finalizador de la toda la ofensiva ‘devil’ le ha ayudado a transformarse definitivamente en el astro que estaba destinado a ser.
Sus cifras reflejan su ascensión. Apenas pasado el ecuador del curso 22-23, contabiliza 25 tantos y 9 asistencias en 39 juegos. Ha pulverizado sus anteriores números con creces: en la 15-16, su estreno como profesional, el canterano marcó 8 goles; a la siguiente, la 16-17, hizo 11; en la 17-18, 13; en la 18-19, 13; en la 19-20, hasta hace nada su mejor año, 22 en la 20-21, 21; y ni que decir en la 21-22, la peor temporada de su vida, solo 5. Esta consagración de Rashford tampoco se entendería sin Qatar 2022. Antes del Mundial, había perforado redes en 8 ocasiones y acabado el evento, el delantero se encuentra desatado: 18 anotaciones en 20 envites. Una nivel top que le permitió por primera vez ser determinante en una final con el United.
El mejor inglés
Lo cierto es que, desde un punto de vista general, el Manchester United encontró su punto de cocción perfecto tras la cita mundialista. Que en 21 enfrentamientos haya logrado 16 triunfos, anotado 41 goles y manteniendo 10 vallas invictas entre todas las competiciones resulta extraordinario para lo quera el reparto norteño hace solo cuatro meses. Sorprende, de igual forma, que en ese tiempo haya sufrido escasamente dos caídas (3-2 ante Arsenal y 7-0 contra Liverpool) por las cinco anteriores antes del receso. Por igual, los 27 goles encajados pre-Mundial quedaron en el olvido con los 15 recibidos a día de hoy. Ambas cuestiones que también pone de manifiesto, una vez más, el corto periodo en que este equipo ha proliferado.
En computo global, el comienzo de la ‘era Ten Hag’ -no olvidar esto- se salda con 7 derrotas, 5 empates y 29 victorias en 41 partidos. Un éxito de 72.5%. en este ciclo de menos de un año que, incomprensiblemente, exigía un trofeo por parte de sus críticos y detractores para poder ser considerado como serio. Bueno, la Copa de la Liga obtenida (la sexta en la historia de la entidad) no solo entierra cualquier querella, sino que encima establece que el United no tiene a nadie, ni siquiera al Arsenal ni el Manchester City, cerca de su nivel en las islas. Este trimestre, los dos llevan menos triunfos (9 y 12, respectivamente), más tantos en contra (15 y 16) y esto con una menor carga de encuentros (14 y 18) que unos ‘devils’ infernales.
Hambre insaciable
«Ha sido increíble. El primer trofeo de la temporada, pero esto no es suficiente para este club. Queremos más y necesitamos más», apuntó Bruno Fernandes en plena celebración en Wembley. Unos testimonios que revelan la presión que se han quitado de encima el plantel y, a la par, la demanda interna por seguir tocando metal más a menudo. Y es que el Manchester United todavía tiene la oportunidad de obtener más entorchados. En octavos de final de la Europa League chocará contra el Real Betis, en cuartos de la FA Cup se medirá al Fulham y con mínimas, pero matemáticas, opciones de disputar la Premier pues se encuentran a 14 puntos del Arsenal. Tal y como manda el reglamento invisible de todo club grande: hay que ir a ganarlo todo.
Ni la reciente debacle en Anfield parece trastocar las altas pretensiones a las que vuelven a aspirar dentro de Old Trafford. Si el golpe de realidad tuvo que ser en el gran clásico de Inglaterra, pues que así sea. Reponerse, repotenciarse y retomar el sendero, como han venido haciendo todo este año, es el discurso a seguir. Ten Hag y sus pupilos son conscientes de que solo pueden seguir ganando a partir en este punto al quedarles 17 citas por disputar (y que podían extenderse dependiendo de cuántas rondas avance en los torneos coperos). El panorama es ilusionante. Su destino lo marcan ellos mismos. Se pusieron la medalla de oro y quieren coleccionar más. El Manchester United ha recobrado su espíritu