Estamos a escasos días del partido más importante de la temporada. Este sábado, Liverpool y Real Madrid definirán al nuevo monarca de la Champions League 21-22. Lo harán en una final donde todas las luces tendrán como punto de mira nuevamente el Stade de France. Sin embargo, no es la primera vez que los ojos del mundo se centran en el coloso, así como en el país galo. La cuestión va mucho más allá.
Una relación perpetua
Hablar de la Liga de Campeones es hacerlo también de París. Fue en la «Cuidad de las luces» donde Gabriel Hanot y Jacques Ferran, periodistas de L’Equipe, postularon la idea del máximo torneo de clubes que el mundo ha visto. Una Copa de Campeones de Europa. Algo inédito. Algo grande. Algo estelar.
En 1955, la idea se volvió realidad. Como no podía ser de otra forma, la primera final debía darse en el terreno donde se sembró la invención. Dado que el Stade de France no estaba ni siquiera en planes de gestación, el Parque de los Príncipes tuvo el honor de ser el gran coloso que inauguraría una competición legendaria. Estatus que también brindaría a sus vencedores.
Copa de Europa 1955-56: inicia el torneo de las estrellas
Lo dicho fue en 1955 cuando la Copa de Europa dio su pistoletazo inicial. Dieciséis campeones de países diferentes concursaron para alcanzar la final y, cosas del destino, solo quedaron el «defensor local», el Stade Reims, y el futuro soberano, el Real Madrid. El resto es historia: los blancos, liderados por Alfredo Di Stefano y Paco Gento, remontarían dos veces al representante francés para obtener su primera Orejona. Emergía la famosa mística.
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Copa de Europa 1974-75: nace el «rodillo bávaro»
Tuvieron que pasar dos décadas para que París vuelva a ser el lugar donde se definiría al nuevo campeón. Mucho había pasado desde entonces. El Real Madrid dejó de ser el único amo y señor de la competición. Benfica, Milan, Inter y Ajax también habían tenido la oportunidad de abrazar el velo cubierto por cierto hado. Era el turno del Bayern Münich. Después de haber arrasado el curso anterior para obtener su primer cetro europeo, el «rodillo bávaro» volvió a aplastar contendientes. Eso incluía al Leeds, su rival en la cita decisiva, y al que tumbó por 2-0. Iniciaba la «era germana».
Copa de Europa 1980-81: duelo de titanes
Poco tiempo transcurrió para que Francia vuelva a disponer de la sede de la final del ya sacramentado campeonato. Aunque, en esta ocasión, la repartija por la corona apenas había comenzado a pasar de manos alemanas a inglesas. Mantener la posesión del deseado trofeo dependía del Liverpool. Los «reds», eso sí, no la iban a tener barata: el oponente a vencer era el «niño mimado» del torneo, el Real Madrid. Vaya dejá-vú. Regresando 41 años al pasado, París (todavía en el Parque de los Príncipes) fue el territorio en el que dos clubes de mito tuvieron su primer cara a cara. Al final, los de Anfield alargarían su historia derrotando 1-0 a los españoles.
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Champions League 1999-2000: el «Rey» estrena el nuevo milenio
Como parte del nuevo siglo, la UEFA decidió que París —ciudad donde todo inició— sea la última parada de la renovada Champions League. Debido que la ocasión era especial, el recién naciente y moderno Stade de France fue el recinto designado para honrar aquel legado. Por supuesto, la invitación para la cita ya tenía inscrita el nombre del Real Madrid. No obstante, el otro boleto lo sacó caro un Valencia que recién se estrenaba en rondas de grandeza. Lástima para los levantinos que el «Rey» hizo valer su jerarquía para golear (3-0) y conseguir así «La octava».
Champions League 2005-06: la refrenda azulgrana
Algo más de un lustro pasaría para que el Stade de France repita la «finalísima». Y vaya qué final tras la vivida un año antes en Estambul. En una edición que tuvo grandes descalabros de los colosos y sorpresas insospechadas, Barcelona y Arsenal acabaron sacando provecho. Dos clubes de antonomasia decidieron al nuevo campeón en un encuentro impactante. Los «gunners» eran favoritos y así lo reflejaron liderando el marcador. Pero en cuestión de cinco minutos, los «culés» darían vuelta al duelo para conquistar su segundo entorchado. Ahora, 16 años después, Francia —la ciudad donde se colocaron los primeros cimientos— será testigo del evento deportivo más grande del mundo.