Este jueves, el ministro de Cultura, Alejandro Neyra; con la presencia de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Leslie Urteaga; y representantes de la UNESCO Perú, presentaron la Política Nacional de Cultura al 2030 a líderes de opinión y personalidades relacionadas con el sector de la zona macro norte del país.
El diálogo tuvo como objetivo la creación de un espacio de participación integral para discutir acerca de las metas y los objetivos prioritarios que conlleva el desarrollo del plan nacional para continuar fortaleciendo la valoración de la identidad cultural en todo el país.
¿Qué es la Política Nacional de Cultura al 2030?
Es una propuesta que tiene como propósito evidenciar el «limitado ejercicio de los derechos culturales«, entendido como un problema público de alcance nacional. En este sentido, se muestra indispensable su atención mediante una intervención integral del Estado, cohesionando tanto a la sociedad civil como al sector privado.
El Ministerio de Cultura viene profundizando en la investigación de la existencia de brechas sociales en el ejercicio de derechos culturales durante varios años. «Este es el resultado de un gran esfuerzo que tuvieron formulaciones e intentos que vienen desde 1971 a partir del Instituto Nacional de Cultura«, sostuvo el ministro Neyra en una conferencia de prensa en julio del 2020.
¿Cuáles son los problemas identificados por el Ministerio de Cultura?
En primer lugar, la limitada participación de la población en las artes e industrias, así como la falta de transmisión de la memoria cultural. De la misma forma, se presenta como problema el reducido ejercicio de derechos de los grupos étnicos y su escasa valoración positiva. En segundo lugar, encontramos la débil capacidad estatal en la gestión cultural. Y finalmente, se encuentran las fallas de mercado en dicho sector.
Temas priorizados en la proyecto
Dicha política, articula tres grandes aspectos que para esta cartera han sido sumamente complejos de cohesionar al contar con múltiples aristas. En primer lugar, se encuentra el tema de la interculturalidad, en donde se busca combatir el racismo y la discriminación hacia todo grupo social y cultural.
En segundo lugar, ubicamos a las industrias culturales, donde existe la necesidad de ampliar la circulación de producción nacional, tanto dentro como fuera del país. Y por último, el fomento y la apropiación del patrimonio cultural que representa una de las riquezas más grandes del Perú.
Los nuevos retos que se presentan
El principal reto es la nueva distribución de recursos financieros, en el marco de la segunda ola de COVID-19: la pandemia ha demostrado que no en todos los casos la virtualización de los servicios es sencilla.
Lo anterior también implica la existencia de una nueva forma de monetización de las actividades. Por ello, se presenta el reto de encontrar nuevas posibilidades de recursos para aprovechar mejor los servicios que nos permite la tecnología.
Asimismo, el ejercicio de los derechos culturales en las comunidades que no cuentan con acceso a internet, también es un problema. Lo anterior puede significar la creación de nuevas brechas sociales en torno al consumo cultural en el país.
Enfrentando las adversidades
La reunión virtual de ayer tuvo como prioridad el diseño de estrategias para el mediano y el largo plazo que permitan frenar el impacto de la crisis sanitaria en el sector cultural.
De la misma forma, la política nacional propone la construcción de un espacio para el diálogo, el acercamiento y la participación de todos los agentes involucrados, velando por las condiciones laborales del artista.
Finalmente, el ministro Neyra, recalcó los seis objetivos claves hacia el 2030:
- El fortalecimiento de la valoración de la diversidad cultural.
- El incremento de la participación de la población en expresiones artísticas-culturales
- El fortalecimiento del desarrollo sostenible de la industria cultural y creativa
- La valoración del patrimonio cultural desde la población
- La protección del patrimonio cultural para su uso social
- Garantizar la sostenibilidad de la gobernanza cultural.