La celebración de la 94.ª edición de los Premios Óscar, quedará en la memoria de la historia del cine. En primer lugar, mencionar la repartición de premios por compromiso; quizás para obtener mayor participación de figuras del espectáculo y por lo tanto sumar los likes de sus seguidores -que al parecer los perfiles falsos financiaran a la industria- y segundo, confirmar que este evento se asemeja más a un programa de la telerrealidad que supera a toda ficción con causa social; donde lo políticamente correcto se observa de forma fragmentada y en forma de propaganda actoral.
Un Óscar forzado
En la previa a presentar el premio a “mejor documental” Chris Rock, considerando uno de los humoristas mas importantes de Estados Unidos; realiza una breve introducción para presentar a los candidatos por la estatuilla, pero desafortunadamente realiza una broma de muy mal gusto sobre la esposa del actor Will Smith; lo que determinó que el actor se levante en el vivo y le dé una cachetada en plena transmisión con insulto mediante.
Lo que a la audiencia le llamo la atención en la antesala de la discusión –incluso a Nicole Kidman, sentada en primera fila- es la gran confusión entre la reacción genuina de un actor y el personaje de Richard Williams interpretado por Smith en la película King Richard (sobre la crianza de las tenistas Williams), un padre que protege a su familia frente a los actos de discriminación en la comunidad del tenis. Ahogado en su propia parodia, Rock no pudo entender si Smith realizaba el personaje o de si mismo defendiendo a su familia.
El final de esta historia, es conocido; Will Smith gana el Óscar al mejor actor y le responde a la Academia. En esta presentación estelar y forzosa se resta importancia a la entrega del premio al “mejor documental”, que cachetazo mediante, fue para “Summer of soul” una película que refleja la movida musical de la cultura afroamericana; lo que se transforma en un flashback para entender la elección de porque un humorista acido como Chris Rock; lo muestran como un exponente de la comunidad afroamericana para presentar la terna de candidatos y el posible ganador. Will Smith es un actor de alta trayectoria en el cine, lo que equivale a Chris Rock en el mundo del Stand up; ambos han luchado por visibilizar los derechos de los afroamericanos para que puedan involucrarse de forma equitativa en el medio cinematográfico y ser considerados por el público y la crítica.
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Talento y parodia
En un intento de la Academia por empatizar y apostar por la diversidad, las minorías y la pluralidad, dejan en evidencia que realizar este tipo de invitaciones y guiones de forma “forzada” solo consigue exponer a dos personas que lucharon por lo mismo a estar enfrentadas por la misma condición. ¿Acaso todo es compromiso social para lograr consumo? No hay dudas que el consumo se consigue con talento; parece que los Oscar se han convertido en una película de enredos, donde pareciera que en medio de una boda aparecen personajes surreales; como una hermana que reclama por un premio que no le dieron, el primo que hace una broma de mal gusto; las tías que aclaman por el “me too” y la cuñada latina que exige el ingreso al festejo, porque invitaron a último momento.
Los actos de parodia y el recurso forzado, lo único que exponen es a una premiación manipulada; que separa al medio cinematográfico de la gente y provoca que la audiencia migre a otra modalidad. Acto seguido, es impresionante observar en la ceremonia; las ausencias de actrices que sí participaron de las películas nominadas, con la excusa de que no pudieron invitarlas por recorte de presupuesto. Esto afirma que no queda claro hasta donde se puede alzar la voz de los derechos de las mujeres en el cine. Recordemos que posterior a las denuncias al productor Harvey Weinstein, los premios cambiaron y los nominados también. Aquí tenemos un argumento valido para demostrar que el cine independiente crece en actores y actrices talentosísimos cuando un pez gordo cae.
El precio del premio
Ustedes se preguntarán si los grandes momentos del Oscar se vieron opacados, en esta ocasión lo podemos afirmar; ya que hubo un exceso de humor misógino y una exaltación por la parodia de lo que hoy es una realidad post pandemia. A pesar de toda la marea de presentaciones durante la noche del Oscar; aparece una divertida e ingeniosa presentación del premio a “mejor actor” realizada por Uma Thurman, Samuel L. Jackson y John Travolta, tres virtuosos que justamente hicieron link con el método y la experiencia que viven los artistas para crear a sus personajes.
En esta introducción, observa con naturalidad la diversidad y excelencia de explicarle a la audiencia que una buena actuación convive con un entrenamiento actoral; donde un personaje puede comerse al actor y puede confundir ese personaje, hasta con su propia vida. Así, mientras Travolta bailaba con Thurman, recreando la escena de “Pulp fiction” en memoria de sus personajes; le entregan el Oscar a Will Smith, se acera uno de los discursos mas esperados de la noche. El rating subió, era de esperarse.
Las emociones no se pudieron controlar, al recibir el premio, Smith observa a su familia y deja entrever los espejos de lo acontecido. Como un drama Shakesperiano donde el personaje muestra las pulsiones dentro del cuerpo del actor. Las lágrimas de emoción de conseguir un logro; el recuerdo de sus comienzos, su escena cotidiana de defender a su raza, a su esposa e hijos como el padre de las Williams.
Es por ello que el actor empezó su discurso destacando que Richard Williams, el personaje que interpreta en “King Richard”; fue un “feroz defensor de su familia” y recordó que gracias a la conexión con el personaje pudo entender la frivolidad de la industria y todo lo que se debe soportar para ser y estar dentro: «Yo quiero amar y proteger a las personas, ser un río para mi gente. Sé que por hacer lo que hacemos tenemos que ser capaces de aguantar muchas cosas, que digan locuras de ti, porque así es este negocio, uno tiene que aguantar que te falten el respeto y reír como si todo estuviera bien».
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El método Williams
Recordemos que en la película “King Richard” podemos observar un padre que sufre violencia por discriminación; donde en respuesta, les enseña a sus hijas a actuar con pasividad para demostrarle al mundo que los logros se consiguen con talento. Sin dudas resuena el mensaje de esta película en la cabeza de Smith, y en paralelo lo ocurrido con Chris Rock; que desdoblan algo de ficción en esta realidad.
Durante el rodaje, Smith le confeso a la prensa la importancia de caracterizar al padre de las Williams, para encajar en un papel más maduro y de un drama más intenso. El hecho de tener una agigantada cuenta en el banco, para el actor no significaba recibir el respeto del público y la crítica. Es por esta razón que el actor comenzó, una búsqueda personal actoral, combinando sesiones espirituales de ayahuasca, para poder conectar con su razón del éxito.
A su entrenamiento actoral, el director de King Richard, Reinaldo Marcus Green, insiste en quitar toda mascara artificial para que Smith trabaje su propio dolor de forma natural y conseguir en paralelo, la máscara del personaje. En su método consigue dar vida con éxito a un padre que genera amor sin dolor. Las lagrimas de Will Smith son ante todo, una expresión de todo este proceso, donde se lo vio expuesto a una prensa que pronostica su premio por su raza, donde su indignación responde desde lo incorrecto, y que hasta el último minuto para ganar, algo tiene que perder.