Estando a dos semanas de las elecciones generales en Argentina, llama la atención uno de los candidatos por sobre el resto. Me refiero a Javier Milei, quien se ha vuelto tendencia no local, sino global, por sus apariciones públicas tan llamativas y controversiales. Esto ha llevado a una duda: ¿es posible que pueda ganar?
Para conocer sus posibilidades de llegar al Poder Ejecutivo hay que entender qué es lo que ve el pueblo argentino cuando lo mira. Entendiendo que los grupos políticos tratan de comprender estas percepciones para armar sus campañas en base a ellas. Los candidatos son notados por el pueblo a través de figuras. Tales formas son las que dan coherencia contextual a la organización comunicacional, ordenando y orientando los actos del candidato.
Dejando ello en claro, es fundamental entender las percepciones que se tienen sobre Milei, así lograr definir su identidad y determinar su valor de voto respecto a la competencia. De esta manera comprender las capacidades que tiene de alcanzar la Presidencia. Lo que sigue a continuación es un análisis de la imagen de Milei, el cual es visto en cinco diferentes dimensiones, como:
Un economista
Es un sujeto técnicamente superior en el área de relevancia de estas elecciones. Ello le da una ventaja por sobre su competencia, es parte de su factor diferencial. En el discurso de Milei se notan elementos técnicos y procesos lógico-explicativos que lo aparentan a un profesor. Esta figura contiene otros significantes además del experto académico, como lo es el de: instructor, cuidador y guía. Conceptos también asociados a la figura del líder, imagen buscada la hora de elegir a la persona encargada de comandar al país.
Hace falta analizar los elementos cualitativos que lo distinguen del resto de la oposición. Siendo que esta se define únicamente por ser el anti-peronismo, su identidad se limita a ser una opción contraria al oficialismo. En cambio, Milei encara la batalla con propuestas claras, una visión definida y una ideología promulgada. Todo ello armado mucho antes de postularse al puesto al que apunta ahora. Es una figura con contenido propio, claro y transparente, a la vez que profundo y extenso.
En este país las esferas económica y política de la sociedad están unidas a tal punto que es difícil ver donde empieza una y termina la otra. En la agenda de interés solo importa la inflación y la seguridad, lo demás está en un segundo plano. Y para ello la gente no vota propuestas, sino el ideario y la significación. Al escuchar a este economista se despierta el interés porque atiende al problema que interpela a la mayoría de argentinos. Y lo hace dando propuestas exactas y defendiéndolas con un gran estudio detrás. Sin importar que sean ciertas o no, o si funcionen en la práctica todas esas teorías de laboratorio. Lo cierto es que habla un idioma dulce al oído.
Un antisistema
Es un personaje nuevo y renovador que permite la identificación con esos sectores populares, los desposeídos de derechos, que sienten que el sistema los ha dejado fuera. Ellos ahora por fin logran sentirse representados.
Bajo esta cosmovisión es que se logra entender el concepto de “casta”. Grupos de poder que se lograron consolidar en el gobierno que funcionan como un cártel: se reparten los cargos entre sí en un acuerdo implícito con el fin de eliminar a la competencia para seguir acumulando poder. Este es el enemigo formado por el grupo libertario al cual culpa de todos los males del Estado argentino.
La campaña comunicacional del candidato porteño aprovecha esta percepción. Pero no pueden abusar de tal imagen, pues es requisito pertenecer al sistema para cambiarlo desde adentro. Milei se debe formar en esa “casta” a la que tanto critica, más bien, eso es lo que ha estado haciendo a través de diversas charlas y acuerdos con sectores tradicionales de la política y la sociedad. Por ello es que su campaña se ha centrado en particularizar el problema en actores individuales y ponerlos en contraposición a Milei, en vez de atacar a la estructura.
Además, se presenta como una alternativa con el apoyo suficiente para encarar una carrera contra las dos grandes coaliciones. Las PASO, elecciones que determinan la lista de los partidos y fungen como una gran encuesta electoral, consolidaron al personaje de Milei como la opción de cambio más factible. Robando uno de los pilares de Juntos por el Cambio, una de las tres fuerzas que se disputan el tan codiciado cargo de la presidencia.
Un loco
Milei logró ser escuchado a través de su tremenda furia, así es que se popularizó. Se lo entendió como un receptor y vocero del mal social, que criticaba apasionadamente las causas de ese mal. Pero ahora ello construye su mayor problema, la línea entre estrafalario y demente es muy delgada. Se lo tiene presente como un actor impulsivo con un comportamiento errático. Un idealista, un pensador de laboratorio, que no logra entender la dinámica de la vida social y el pragmatismo. Un militante ideologizado que no puede salir de sus libros.
Esta imagen es la que ha sido utilizada en su contra para mostrar su incapacidad de formular un plan coherente que se implemente en la cultura de diálogo que requiere nuestro sistema democrático. Por ello es que se intenta de eliminar esta figura, ocultar lo más posible.
Una esperanza
La gente percibe en él a un reformador con la capacidad de “sacar al país adelante”. Milei ha logrado despertar una enorme ilusión acerca de su posible gobierno, logrando apelar al votante desesperado y desilusionado con la política clásica. Al posicionarse como una realidad factible se ha generado un cierto optimismo sobre el futuro del país. Reemplaza la incertidumbre generalizada en la población con una creencia en algo de lo que no tiene pruebas. Promete un futuro brillante, pidiendo un voto de fe a cambio.
Tal percepción se presenta a su vez como una amenaza: podría causar una enorme desilusión si no se llegan a cumplir las expectativas esperadas. Las tendencias de su campaña a moderarlo para borrar la imagen anterior termina por matar esa esperanza ya esparcida. Ya que muchos de los votantes entienden en el radicalismo de Milei esa abstracta cura que sanará sus dolores y resolverá sus problemas.
Un caudillo en épocas de crisis
La Libertad Avanza es el partido de Milei, sin él no es nada. Todo este movimiento se circunscribe a la esfera de su persona. Es a él a quien siguen y no a sus ideales libertarios. En todos los momentos de crisis y desesperación ha surgido la figura del líder localista en contraposición a la caída de credibilidad de las instituciones de gobierno. Se alza al profeta que promete el cambio de una forma sencilla, sin largos recorridos de esfuerzo y dolor. Llama a generar la revolución, pero esta es de papel. Así es que la aparición de otras figuras que asimilan los ideales del caudillo e incluso tratan de imitar su comportamiento dentro del partido solo generan resultados negativos.
Ello impide la formación de un partido fuerte que sea capaz de expandirse por el inmenso territorio de la Argentina. Pues la única autoridad la tiene el líder, no hay variedad de fuentes de pensamiento y decisión. Lo anterior muestra una fuerte debilidad organizativa que conlleva a una crítica sobre sus verdaderas capacidades de gobernabilidad.
En resumen, Milei tiene una identidad fuerte y rica en contenido. Pero esta misma diversidad lo sitúa en una posición complicada por haber en él elementos que pueden llegar a contradecirse y jugarle en contra. Su grupo de asesoramiento y sus encargados del marketing político tienen en claro este panorama, y hasta ahora han logrado hacer crecer su figura sin producir grandes controversias y muchos traspiés. Pero las amenazas se encuentran latentes en su persona y su competencia trata de explotarlas. Ahora se juega una carrera para ver quien llega primero a la conciencia de la ciudadanía antes de que sea hora de la elección.