Hace unos días, Ricardo Belmont aseguró que Pedro Castillo acabaría preso. Hoy, es presentado por el jefe de Estado como su asesor. Los reflectores se vuelven a situar sobre Ricardo Belmont, alcalde de Lima entre 1990 y 1996, candidato a la alcaldía en el 2018 y al congreso en el 2006 y 2020. Crítico de los valores progresistas y la migración venezolana, el aliado oficialista se ha declarado un humanista. ¿Qué papel jugará “el hermanón” en el Ejecutivo? Ricardo Belmont responde frente a los cuestionamientos que se le imputan tras su reciente nombramiento.
La motivación detrás de la asesoría
Hace unas semanas, el asesor presidencial declaró a través de Facebook que sentía “pena” por Pedro Castillo. Señaló que iba a ser “uno más de los que se va a la cárcel o termina rico y fugado del país” frente a la decisión del presidente de retirar a dos miembros del gabinete, parte del equipo “original” del partido del lápiz. Además, despotricó contra la nueva premier Martha Vásquez acusándola de ser “destructora de la familia” por sus ideales progresistas.
Aquellas críticas aparentemente contrastantes con su llegada a palacio, encierran los motivos por los que se alió con el Presidente. En una reciente transmisión en vivo, a través de Facebook, el controversial personaje sostuvo que aceptó su cargo para evitar que los poderes fácticos continúen ejerciendo presión sobre el gobierno, tras haber conseguido colocar a sus representantes en puestos de confianza: “los caviares y fujimoristas solapados”.
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Antifujimorismo, antiprogresismo, ¿y Venezuela?
El nuevo colaborador de Castillo es conocido por su radical posición conservadora y xenófoba; así como por la serie de enfrentamientos que protagonizó contra Alberto Fujimori, a quien declaró persona non grata durante su gestión en la alcaldía. Belmont sostiene que el ex dictador lo habría perseguido políticamente tras haber rechazado la condonación de la deuda de impuestos de su entonces canal de televisión Red Bicolor de Comunicaciones, a cambio de favores políticos durante la década de los 90s. Según su versión, se le acusó falsamente de estafa con el propósito de desprestigiar su carrera política.
El antiprogresismo y el antifujimorismo son los puentes que han unido al partido del lápiz con el nuevo asesor. Pero ha pasado desapercibido otro punto de encuentro: el factor Venezuela. El autor de “que no instucionalicen la mariconada”, frase referente al enfoque de género, confesó que es homofóbico y machista pero de eso “no se trata la asesoría al presidente”. Sin embargo, su tajante rechazo a los migrantes venezolanos, a quienes ha llamado “delincuentes”, se corresponde con la última reunión que sostuvo Castillo con Nicolás Maduro. El dictador caribeño le propuso al presidente el plan “Vuelta a la Patria”. La iniciativa busca el retorno masivo de migrantes que residen en Perú hacia Venezuela. ¿Esto habrá llamado la atención del ex alcalde?
La propuesta del asesor
El nuevo miembro del despacho presidencial niega el acercamiento del régimen hacia una doctrina comunista. A través de sus redes sociales, aseguró que “como hizo Hernando de Soto”, solo había aceptado trabajar con Pedro Castillo después de que este se hubiera suscrito a sus ideas. El líder del partido Obras manifestó que consiguió que el mandatario firmase un documento aceptando la implementación de “las diez vías maestras”, propuestas a las que atribuye un corte capitalista y “humanista”. El asesor aún no ha hecho pública la hoja de ruta. “Si el gobierno se inclinara al comunismo el primero en renunciar sería yo”, arguyó.
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Ya se veía venir
Pese al asombro público, la colaboración entre Ricardo Belmont y Castillo es un hecho que se pudo anticipar. El capital político del nuevo asesor cayó en estos últimos años, por lo que se le perdió de vista durante el periodo electoral. Sin embargo, su cercanía con el partido de Perú Libre no es reciente.
Entre los políticos que visitaban el hospedaje en Breña del entonces candidato Pedro Castillo ya se encontraba Belmont, con quien tuvo una reunión antes de ser proclamado ganador. Durante este mismo periodo, visitó también al secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, para “aconsejarlo”. Cerrón expresó su simpatía hacia quien llamó entre elogios su “gran amigo”. Pese a reconocer que no recomendó que se integre al despacho del Presidente, el condenado por corrupción aplaudió su nombramiento.
Belmont postuló a la alcaldía de Lima, en el 2018, por el partido Perú Libertario, antecedente de Perú Libre, y se lanzó al congreso en las últimas elecciones por Unión por el Perú, partido vinculado a Antauro Humala. El líder etnocacerista fue aliado de la candidatura de Castillo. Cuando se le consultó al excandidato al congreso si comulgaba con las ideas de izquierda de Humala, este respondió que solo se había unido a la lista congresal en vista de los principios antiprogresistas del partido y su oposición a las medidas restrictivas que tomó el gobierno frente a la COVID-19.
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Castillo y Belmont incumplieron seguidas veces las normas de bioseguridad, durante sus respectivas campañas políticas, promoviendo aglomeraciones. Se jactó de haber estado postulándose “para recuperar la libertad” tras el escándalo del “vacunagate” suscitado en la gestión de Martín Vizcarra.
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Controversias pendientes
El nombramiento de Ricardo Belmont encierra una gran contradicción en relación al discurso político de Pedro Castillo en defensa de la «clase trabajadora». Años atrás, la empresa de familiar del nuevo asesor presidencial, Corporación de Cerámicas S.A (Trébol), parte del grupo Trébol Celima, estuvo envuelta en una serie de controversias por atentar contra los derechos laborales de sus trabajadores.
En el 2015, tras diversas inspecciones, la Autoridad Administrativa de Trabajo y el Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Ambiente para la Salud (CENSOPAS), determinaron que la empresa infringió el reglamento laboral de seguridad y salud tras haberse presentado 450 casos de trabajadores lesionados con discopatías, hernia lumbar y relacionados. Según el informe del secretario general del sindicato de trabajadores Celima, ante ello, la empresa se sujetó arbitrariamente a la medida de suspensión de labores. Este suceso generó graves denuncias y protestas sindicales.
Pedro Castillo fue un reconocido líder sindical, e incluso dentro de su mandato la suspensión perfecta de labores se erradicó, pese a ello, los antecedentes de Belmont parecen no haber tenido ninguna incidencia sobre su incorporación a las filas del gobierno del bicentenario.
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