La reciente expulsión del embajador brasileño de Nicaragua, tras su inasistencia al 45º aniversario de la Revolución Sandinista, subraya la creciente tensión entre el régimen de Daniel Ortega y la comunidad internacional. Este acto, que refuerza el aislamiento diplomático del país, pone de manifiesto la delicada situación en la que se encuentra Nicaragua en el escenario global. Aquí te lo explicamos.
Un legado Sandinista bajo asedio
El 19 de julio de 2024, Nicaragua conmemoró un evento crucial en su historia: el 45º aniversario de la Revolución Sandinista. Entre los invitados destacados estaba el embajador de Brasil, Breno de Souza Brasil Dias da Costa, quien optó por no asistir, provocando el descontento del gobierno de Ortega y Murillo.
La Revolución Sandinista, que en 1979 derrocó a la dictadura de Anastasio Somoza, sigue siendo un pilar fundamental para la legitimidad del régimen de Ortega. Este vínculo con la revolución se remonta a los años sesenta, cuando Ortega se unió al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un movimiento guerrillero que combatió contra el régimen somocista. Desde entonces, Ortega ha sido una figura central en la historia política del país, utilizando su legado revolucionario como base para su prolongado poder, retomado en 2007 tras un periodo de ausencia.
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Expulsión y respuesta diplomática
El 25 de julio de 2024, menos de una semana después de la conmemoración sandinista, el gobierno nicaragüense ordenó la expulsión del embajador brasileño, otorgándole 15 días para abandonar el país. La decisión, que ya había sido anticipada al embajador desde el 11 de julio, refleja la postura inflexible de Managua ante la inasistencia de diplomáticos en eventos oficiales.
Esta medida ha exacerbado las ya tensas relaciones entre Brasil y Nicaragua. Itamaraty, la cancillería brasileña, ha advertido sobre posibles «consecuencias drásticas» y ha solicitado una explicación formal al gobierno de Ortega, sin obtener respuesta hasta el momento. El episodio recuerda acciones similares del régimen, como la expulsión de diplomáticos colombianos y europeos en 2022.
Consecuencias para Nicaragua en el escenario internacional
La expulsión del embajador brasileño llega en un momento crítico para Nicaragua, que enfrenta una presión internacional creciente debido a su historial de represión política y violaciones a los derechos humanos. Naciones Unidas y la OEA han condenado repetidamente las acciones del régimen, y esta última expulsión solo agrava la situación.
El gobierno de Brasil, bajo la administración de Lula da Silva, se ha esforzado por mantener un equilibrio en sus relaciones internacionales, pero la decisión de Ortega fuerza a una reevaluación de su política hacia Nicaragua. A nivel regional, este incidente podría desencadenar una escalada de tensiones diplomáticas, aumentando el aislamiento del régimen nicaragüense y llevando a nuevas sanciones.
La expulsión podría ser el preludio de una escalada de tensiones diplomáticas entre Nicaragua y otros países de la región, lo que podría llevar a un mayor aislamiento del régimen de Ortega. En definitiva, la salida forzada de Breno de Souza Brasil Dias da Costa subraya la creciente hostilidad del régimen nicaragüense hacia la diplomacia internacional, y deja en claro que las tensiones entre Managua y otros gobiernos seguirán en aumento en un futuro cercano.