El Tribunal Supremo de Israel ordenó este martes que el gobierno israelí reclute a los judíos ultraortodoxos (haredíes) en el ejército. Dicha situación representa un duro golpe para el primer ministro Benjamin Netanyahu y su coalición gobernante. Esto debido a que, en gran parte, su estabilidad política y mantención de poder depende de los partidos haredíes.
La Corte Suprema dictaminó por unanimidad que el ejército debe comenzar a reclutar a hombres judíos ultraortodoxos. Así, se pone fin a una exención que les había permitido evitar el servicio militar obligatorio. Esta medida afectará a cientos de miles de jóvenes haredíes. Esto debido a que hasta ahora habían sido eximidos del servicio militar para poder dedicarse al estudio religioso a tiempo completo. La decisión del Tribunal Supremo se produce en un momento de gran tensión política en Israel, con el gobierno de coalición de Netanyahu enfrentado a una fuerte oposición.
Contexto
En la práctica, los judíos haredíes han estado exentos del servicio militar desde la fundación de Israel. Así, los judíos ultraortodoxos consideran que el estudio religioso es esencial para la preservación del judaísmo. Para muchos en Israel, el estudio es tan crucial para la defensa del país como el servicio militar. De esta manera, los partidos haredíes se oponen firmemente a que los jóvenes ultraortodoxos sirvan en el ejército.
La frágil coalición gobernante de Netanyahu depende de dos partidos haredíes —Judaísmo Unido de la Torá y Shas— para gobernar. Netanyahu lleva semanas intentando que la Knesset apruebe una ley que consagre la exención del servicio militar obligatorio para los varones haredíes. En una encuesta realizada en febrero por el Instituto Israelí para la Democracia, el 64% de los israelíes encuestados y el 70% de los judíos israelíes expresaron que la exención de los haredíes «debería cambiarse». Los encuestadores entrevistaron a 600 adultos en hebreo y 150 en árabe.
El tribunal también dictaminó que el gobierno debe retirar la financiación a todas las escuelas religiosas, o yeshivas, cuyos estudiantes no cumplan con las convocatorias de alistamiento. «Actualmente no existe un marco legal que permita distinguir entre los estudiantes de yeshiva y los destinados al servicio militar», indicó el tribunal. «Por lo tanto, el Estado no tiene autoridad para ordenar una exención generalizada de su reclutamiento».
De hecho, no es la primera vez que el Tribunal Supremo rechaza su exención. En 1998, el tribunal determinó que permitir a los haredíes evitar el servicio militar obligatorio violaba los principios de igualdad de protección. En las décadas siguientes, los sucesivos gobiernos y Knessets han intentado resolver esta cuestión, solo para que el tribunal declare repetidamente que sus esfuerzos eran ilegales. Así, la orden del Tribunal Supremo de Israel para el reclutamiento de judíos ultraortodoxos en el ejército es una decisión histórica que representa un duro golpe para el ex primer ministro Netanyahu.
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La reacción de los haredíes
La decisión del Tribunal Supremo también refleja un cambio más amplio en la sociedad israelí, donde la integración de los ultraortodoxos en la vida pública y económica del país se ha convertido en un tema cada vez más candente. Ahora, el gobierno tendrá que enfrentar el desafío de implementar la sentencia del Tribunal Supremo, lo cual podría generar una crisis política y social de grandes proporciones.
Los partidos ultraortodoxos, que controlan una parte importante del electorado israelí, han reaccionado con furia a la decisión del Tribunal Supremo. Líderes de estos partidos han acusado a la Corte de interferir en asuntos internos de la comunidad religiosa y han amenazado con desafiar la sentencia. De esta forma, la medida ha generado preocupación entre algunos sectores de la población, que temen que pueda desencadenar una crisis política y social de grandes proporciones.
Sin embargo, el Tribunal Supremo ha dejado claro que no aceptará más excepciones al servicio militar obligatorio. En su fallo, la Corte señaló que la exención de los ultraortodoxos había creado una «injusticia flagrante» y que era necesario garantizar la igualdad de sacrificio entre todos los ciudadanos israelíes.
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