Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos han sido históricamente complejas y estratégicas, influenciadas por eventos geopolíticos significativos como la Guerra Fría y la disolución de la Unión Soviética. En la era post-soviética, las relaciones han fluctuado entre periodos de cooperación y tensión, especialmente durante las presidencias de Vladimir Putin y Donald Trump.

Recientemente, el Kremlin ha expresado su optimismo sobre una posible mejora en las relaciones bilaterales. El portavoz, Dmitry Peskov, señaló que ambas naciones han mostrado voluntad política para avanzar en este camino, aunque advirtió sobre los desafíos que persisten. Además, desmintió que Moscú y Washington tengan previsto reunirse en Arabia Saudita esta semana, mientras funcionarios ucranianos y el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, se preparan para encuentros en Yeda. Sin embargo, también indicó que aún queda un largo camino por recorrer para restablecer completamente las relaciones entre ambos países.
En marzo de 2025, el Kremlin destacó que la nueva configuración de la política exterior de Estados Unidos «en gran medida coincide» con la visión rusa. Esto se refleja en acciones como el voto conjunto en contra de una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Ucrania, lo que Peskov describió como «verdaderamente inimaginable». Sin embargo, a pesar de estos gestos de cooperación, las relaciones siguen siendo tensas debido a la invasión rusa de Ucrania y las sanciones internacionales subsiguientes. La guerra en Ucrania ha generado un profundo desacuerdo entre ambos países, complicando cualquier intento de mejorar las relaciones.
Heridas del pasado

Entre los desafíos que enfrentan las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se encuentran las herencias de tensiones pasadas. La anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y la participación rusa en la guerra civil siria han generado un profundo desconfianza entre ambos países. Además, la influencia del «Estado profundo» en Estados Unidos, sigue siendo escéptica sobre cualquier acercamiento significativo con Rusia. Esto se debe a la percepción de que Rusia es un rival estratégico y que cualquier debilitamiento de su posición beneficiaría a China y otros actores revisionistas.
A pesar de estas tensiones, existen oportunidades para la cooperación entre Rusia y Estados Unidos. Ambos países comparten intereses en áreas como la seguridad nuclear, la no proliferación, el contra-terrorismo y la exploración espacial. Estos ámbitos pueden servir como puntos de partida para la cooperación bilateral. Esto sugiere que, con un compromiso genuino, podría haber avances significativos en la normalización de las relaciones.
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Fortalecimiento de lazos
Rusia ha estado fortaleciendo sus lazos con China e Irán, lo que podría influir en su capacidad para mantener relaciones sólidas con Estados Unidos. Sin embargo, el Kremlin también ha mostrado interés en mediar en conflictos regionales, como el nuclear iraní, lo que podría ofrecer oportunidades para la cooperación con Washington. La capacidad de ambos países para abordar sus diferencias de manera constructiva será crucial para cualquier avance sustancial en las relaciones bilaterales.