El sorprendente aumento entre 2021 y 2023 en el número de peruanos que han emigrado al extranjero ha sido motivo de profunda preocupación. Es evidente que muchos compatriotas, especialmente los jóvenes, han perdido la fe en la posibilidad de forjar un futuro prometedor en el Perú. Esta creencia, alimentada por la situación actual del país, plantea la inquietante posibilidad de que esta tendencia migratoria se intensifique en los años venideros.
El país está enfrentando la pérdida de jóvenes talentosos. De acuerdo con un estudio realizado en septiembre por el Instituto de Estudios Peruanos, reconocido centro de análisis con sede en Lima, el 60% de las personas entre 18 y 24 años, así como el 51% de las personas entre 25 y 39 años, afirman tener planes de dejar el país en los próximos tres años. Este fenómeno parece reflejar la realidad de otra nación latinoamericana, donde la juventud está optando por buscar oportunidades fuera de sus fronteras.
A simple vista, las historias de los peruanos que emigran buscando mejores oportunidades no resultan ser algo inusual. En las décadas de los 80 y 90, durante las crisis de hiperinflación y violencia ocasionada por Sendero Luminoso, la generación de mis padres experimentó un proceso similar. Además, la region latinoamericana es históricamente migrante. Solamente entre 2010 y 2020, la migración dentro de la región aumentó un 82%, principalmente debido a los 7 millones de venezolanos que huyeron de su país escapando del régimen de Nicolás Maduro.
La pérdida del optimismo
El cambio en la percepción y actitud de la juventud peruana en la última década es notorio. Antes, la generación joven tenía la esperanza de encontrar oportunidades económicas en un país en crecimiento. En aquel entonces, a pesar de la falta de gran respeto por los políticos, Perú se consideraba gobernable, especialmente cuando el partido del presidente tenía el control del Congreso. Sin embargo, desde 2016, la tensión entre el ejecutivo y legislativo ha creado un clima político inestable. Esto, sumado al declive económico actual, ha llevado a que más del 50% de los jóvenes encuestados consideren abandonar el país en los próximos tres años.
La confianza en el futuro del país ha disminuido drásticamente. El «milagro peruano», que alguna vez fue el crecimiento económico sostenido a pesar de la inestabilidad política, ahora parece un recuerdo lejano, con la economía mostrando signos de recesión. La situación económica ha afectado a la población, con más de la mitad informando dificultades para comprar alimentos en el último trimestre. Además, el incremento alarmante en la delincuencia, con índices de crimen que han incrementado en gran medida en poco tiempo, ha generado un clima de inseguridad generalizada. Esto ha provocado que muchos peruanos consideren emigrar, citando la inseguridad como una de las principales razones para partir.
La emigración masiva de jóvenes talentosos plantea desafíos a largo plazo para el país, ya que necesita urgentemente una nueva generación de líderes ambiciosos en lo público y lo privado. La realidad confronta a los peruanos educados y con inquietudes políticas, muchos de los cuales se debaten entre permanecer en el extranjero o regresar para contribuir al cambio que el país necesita. A pesar de esto, hay algunos que, a pesar de las dificultades actuales, mantienen la convicción de regresar para contribuir al desarrollo del Perú.
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El desafío del subempleo y la informalidad
La inestabilidad política y económica ha intensificado la informalidad y el subempleo en su mercado laboral. Esto ha generado incertidumbre entre los inversores y la juventud, propiciando uno de los puntos mas algidos para la emigración de talento joven. Aquellos que permanecen se enfrentan a un mercado laboral predominantemente informal, con mínimas oportunidades de crecimiento. Se destacan iniciativas legales como la Ley del Empresariado Joven (Ley 31828) como un intento para contrarrestar la informalidad, aunque se reconoce que es solo un paliativo frente a desafíos más profundos. La conciencia colectiva y la exigencia ciudadana por mejoras en las condiciones laborales son fundamentales, mientras los poderes estatales deben crear condiciones propicias para restaurar la confianza en el futuro del empleo en el país.
El problema de la informalidad laboral es complejo y arraigado, y se extiende más allá de la falta de oportunidades para los jóvenes emprendedores. Factores como la burocracia, la falta de acceso a la formalización, y las dificultades para acceder a créditos y capacitación pueden obstaculizar la efectividad de esta ley. Se sugiere que, además de estas iniciativas, se requieren reformas integrales que aborden los problemas sistémicos que alimentan la informalidad laboral y el subempleo en el país.
Una posible solución a corto plazo para abordar esta fuga de talentos es establecer programas gubernamentales que fomenten la retención y el retorno de profesionales capacitados. Estos programas podrían incluir incentivos fiscales para empresas que contraten y retengan talento local, así como becas y subsidios para estudios de posgrado o programas de capacitación en el extranjero con el compromiso de regresar y contribuir al desarrollo del país. Además, se necesitarían medidas para mejorar las condiciones laborales y promover oportunidades de crecimiento profesional dentro del país.