Querido lector, me atrevería a decir que Cumandá es una de las obras más bellas no solo de la literatura ecuatoriana, sino de las letras latinoamericanas. Así que le recomiendo a usted que lea esta obra notable para entender más la idiosincrasia de los indígenas pertenecientes al Amazonas. No es simple capricho. Déjeme contarle a usted lo siguiente:
Me encontraba hace un par de semanas en su país vecino: Ecuador. Hubo días de desasosiego (los sigue habiendo) producto de una fuerte e ilegal industria como la de los narcóticos. Para la persona que desconozca, el país ecuatoriano llegó a ser el territorio más peligroso de nuestra región. Hay varias causas, pero ya que es esto un pequeño artículo me limito a ser simplista. Una de las causas de este aumento de la criminalidad es el vil socialismo. Rafael Correa le abrió las puertas al narcotráfico; vendió nuestra patria, pero el hombre se salió con la suya…
Regresando al tema, en esos días de pesadumbre y plagado de pesimismo (y no sin razón) en los medios, decidí yo apagar todos los dispositivos inteligentes. Necesitaba desintoxicarme de los medios, sin embargo, no estuve exento del FOMO. Necesitaba un libro para hacer llevadera esa abstinencia tecnológica. Y aprovechando que estaba en Ecuador fui a una librería y pregunté por los clásicos ecuatorianos.
El primer título que encontré fue Cumandá. Me llamó la atención, porque su autor era Juan León Mera. Yo a él lo ubicaba no por su trabajo novelístico, sino por haber realizado la letra del himno ecuatoriano. También lo conocía, porque visité su ciudad de origen, Ambato, zona que se enorgullece de que este personaje haya nacido en su tierra.
Empero, debo decir que fue y sigue siendo un artista controvertido. Debido a que era una persona apegada al conservadurismo en el Ecuador. El Partido Conservador estaba enlazado con la doctrina social de la Iglesia. Este partido se movía acorde al espíritu cristiano, pero en esa época con el famoso materialismo la religión, lo espiritual, lo sobrenatural, estaba pasando de moda.
“Si no lo veo, no lo creo” decían los materialistas. Entonces el Partido Liberal en mi país lo detestaba. Actualmente lo detestan o directamente se hacen los desentendidos los “rogelios”.
¿Pero a ellos que les importa la ideología que tuvo Juan León Mera? por favor juzguen sus obras. Los personajes cobran vida propia. Hay que tener un poco de criterio para distinguir entre realidad y ficción.
Es verdad, una obra no está exenta de carga ideológica, pero juzguemos la desenvoltura artística que tuvo Mera, puesto que dominaba el lenguaje de las novelas, la poesía, lo paisajístico. Tuvo carrera política. Era políglota (hasta hablaba quechua) y era un gran autodidacta.
Mi propósito de hoy es que usted lea a don Mera. Esa es mi recomendación del mes. Por eso le tendré que dar un poco de información sobre el escritor del que últimamente la gente se está olvidando. El olvido y el revisionismo está muy presente en esta época relativista y alejada de la verdad.
Así que déjeme ilustrarlo. Juan León Mera nació en la provincia de Tungurahua, en la ciudad de Ambato. Tierra muy fértil, de agradable clima y gran cultura hispano-indígena. Para que usted se haga la idea, Ambato es una ciudad en la serranía ecuatoriana con un clima que no cambia mucho. Es como una pequeña Quito, con un clima más piadoso, pero no carente de movimiento sísmicos, de hecho, en el año 1949 hubo un fuerte terremoto en esa ciudad.
Pero ha sido una ciudad bastante pujante, de gente muy trabajadora. Una ciudad con mucha industria. En definitiva, es una ciudad pequeña, acogedora y con un halo de misticismo en lo que respecta a la naturaleza.
Juan León Mera es un personaje muy importante para el país y más aún para Ambato que se etiqueta como la Ciudad de los Tres Juanes (uno de esos Juanes es Juan León Mera).
Entonces Mera era una persona que vivía con comodidades, pero no exento de dificultades, como todo el mundo. Fue criado por sólo su madre y su padre que los abandonó le heredó los rasgos ibéricos. Su padre era de origen gallego.
Su madre al ser abandonada por su marido se las tuvo que ingeniar para mantener a la familia. Por otro lado, Mera recibió educación en su hogar. Allí aprendió varios idiomas, uno de ellos el latín.
Leyó asiduamente clásicos de la literatura europea, pero, sobre todo, lo que más había en su biblioteca era novelas francesas y españolas.
Se animó a escribir desde muy pequeño, pero además pintaba. Cuando tenía 20 años viajó a Quito para recibir clases de pintura con el famoso pintor ecuatoriano Antonio Salas.
Mera pintaba muy bien, pero prefería la escritura. Y sus dotes pictóricos los transfirió a sus novelas, una de ellas, la que le estoy recomendando, Cumandá.
Juan León Mera era una persona practicante con respecto al catolicismo. Yo creo que en sus obras tuvo cierto designio evangelizador propio de alguien con fuertes convicciones. Mera fue bastante creyente, pero no relegaba a la religión a un momento del día, sino que la religión ensalzaba toda su vida.
Y eso lo respeto mucho. Tanto si usted cree o no, considere que es de admirar que una persona no tenga vergüenza de difundir los valores que cree que son correctos. Mera sentía la vocación de trasmitir belleza en sus escritos. Yo diría que no era un artista egoísta, de esos que solo escriben para sí mismos, lo que les apetece, sino que Mera escribía para la gente.
Pero me dirá usted lector que para alguien no creyente sus obras deben ser un fastidio. No, yo no le diría a usted que deje de leer la Odisea, porque tiene una cosmovisión distinta a la suya. Y más si usted es latinoamericano, debe conocer los paisajes que Mera proponía en sus obras.
Regresando al tema, porque estoy divagando mucho, Mera también fue diputado, presidente de la cámara del Senado y, dicen algunos, que estuvo a punto de ser candidato a la presidencia ecuatoriana.
Fue fundador de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Tenía un profundo conocimiento del castellano, a pesar de haberse instruido en la casa. Esa es otra de las razones por las que le recomiendo leer a Mera; nos enseña palabras nuevas y muy castizas. Entonces no se extrañe usted con lo que le voy a decir: Mera era miembro de la RAE (Real Academia Española de la Lengua).
Y no solo dominaba el idioma de la Madre patria, sino que conocía muy bien la jerga de nuestro país…
Como dije con anterioridad, Juan León Mera también conocía el dialecto quichua (variante del quechua hablado en Ecuador), por lo cual le era más fácil entender la cultura indígena.
Lo lamentable es que en esa época e incluso ahora, lo indígena lo vemos como externo a nuestra cultura, lo vemos como ajeno a nuestra realidad. Mera involucraba la realidad indígena en la cultura ecuatoriana. Rememoremos y respetemos a nuestros antepasados. Ahora la mayoría somos citadinos, pero al menos tenga la bondad de reconocer sus orígenes (no falta el que se acompleja de tener origen nativo).
Mera denunció el maltrato de sus hermanos. El maltrato del pueblo indígena lo rechazaba. Y es esto lo que se ve en la obra recomendada, en Cumandá, se ve una preocupación por los pueblos indígenas orientales.
El artista ambateño tuvo múltiples obras como las Novelitas ecuatorianas, varios poemas y antologías. Y su mejor novela para mí fue Cumandá. Porque hizo un estudio exhaustivo (tal vez imperfecto en pocos aspectos) de una región aislada del resto de la sociedad ecuatoriana: la parte Amazónica.
Una de las contradicciones, no le voy a mentir, es que Mera nunca fue al Oriente ecuatoriano. Yo tampoco, así que no lo juzgo. Pero se quedó en la biblioteca y estudió su cultura. Y sus cualidades de descripción le permitieron generar una creíble representación geográfica del este de Ecuador.
Mera poseía una quinta en Atocha, un pueblito cerca de Ambato. Y como resulta que Mera sabía de todo, había una gran diversidad de plantas debido a que él era aficionado a la agricultura. Se basó en su pequeña hacienda para describir artística y poéticamente Pastaza (provincia amazónica en Ecuador).
Ahora que ya conoce un poco a uno de los escritores más famosos del siglo XIX en nuestra región paso a contarle un poquito de la obra literaria.
Cumandá, la novela, está ambientada en la hacienda de la familia Orozco. Una familia de origen español. Los Orozco contaba con cuatro integrantes, el padre era Domingo Orozco, Dolores, su esposa. Y los hijos eran Carlos y Julia que estaba recién nacida.
Entonces hay un levantamiento de campesinos nativos e incendian la hacienda de los Orozco. Fallece Julia y Dolores.
A Domingo Orozco le produjo un gran dolor y quiso vengarse. Entonces se portó más severo con sus empleados indígenas… y esto solo generó más dolor en él.
Pasaron bastantes años, Carlos, su hijo mayor, ya pasaba los veinte años. Y Domingo, sin dejar de sentirse dolido por su pasado, decide entrar al seminario y se hace sacerdote después de una extensa formación.
Estaba arrepentido Domingo del trato violento que tuvo hacia los indígenas. Pidió perdón. Pero su pasado le seguía generando pesadillas.
Para hacer caso a su vocación, para reivindicar su transición apostólica y para disminuir su cargo de conciencia, decide ir a la provincia de Pastaza. Donde están tribus desconocidas y de creencias paganas.
Él y más misioneros jesuitas van al territorio de los “salvajes” a querer aportarles su cariño y contagiarlos del amor de Cristo. Y por supuesto, Domingo se lleva a su hijo Carlos consigo para que se adentre y comprenda la cultura indígena.
Hasta ahora interesante. Pero ahora viene algo mejor, porque Carlos al llegar al oriente se enamora de una indígena descrita por Mera como una de las mujeres más bellas de la región. Lo llamativo era que esta chica, la protagonista que se llama Cumandá, tenía una belleza según los estándares europeos, puesto que se la muestra en las páginas como una chica de tez blanca.
Pero aparte de guapa Mera la muestra como una chica de corazón puro, de cierta pureza e inocencia salvaje.
Entonces ya nos imaginamos un poco lo que pasará, puesto que no iba a ser bien visto aquel romance. Que un blanco esté con una chica de la región selvática era muy raro, sigue siéndolo.
Ahí aparecerá el personaje de Yahuarmaqui. Él es un viejo cacique sanguinario y fratricida. Y era muy común ver estos rasgos en esas tribus. Imperaba otro sentido de la moralidad.
La moralidad occidental chocaba con su moral. Detestaba a los blancos. Yahuarmaqui fuerza a Cumandá que se casé con él, a pesar de que sería como su sexta esposa. Y no le importó un comino que ella estuviese enamorada de otra persona.
Es de nuestro conocimiento que aquellas culturas tenían costumbres bastante machistas. Execrablemente sigue habiendo machismo y un sentido de la mujer como objeto. Pero en esa cultura era peor.
Un ejemplo de ello es que cuando moría un cacique, como pasa con Yahuarmaqui, enterraban vivas a sus esposas. Cumandá por eso se escapa en canoa, tendrá que hacer un viaje larguísimo. Pero la atrapan. Lo que hizo será considerado una traición a su pueblo…
No contaré más para que usted lea la historia. Pero es una buena novela propia del Romanticismo. El lenguaje poético abunda. El sentimentalismo, el amor, la soledad, la violencia, el costumbrismo están presentes en la obra.
El amor que habrá entre Cumandá y Carlos es la representación de la disparidad de culturas que vemos en Ecuador y en el resto de Latinoamérica. También exhibe el racismo, el odio y una deshumanización del otro.
Pero lo que Mera trata de proyectar es que el amor auténtico gana contra las tinieblas.
Es también este texto una reflexión sobre el papel de la Iglesia, el papel del cristianismo en nuestras sociedades y cómo este puede generar un lazo de hermandad entre pueblos muy distintos entre sí.
Mera por añadidura nos muestra que la naturaleza además de bella puede ser esquiva y agresiva.
Mi gusto por esta novela radica en su trama bien elaborada, en su estudio arduo con respecto a dos tribus: jíbaros y los zápara. Es increíble cómo a pesar de que estas tribus están muy cerca, son dispares por un solo factor según el clímax: la moralidad.
Me gusta también el contraste entre paz y violencia. Entre paisajes serranos, pero sobre todo orientales.
Y me agrada que esta novela haya sido una antesala de las novelas indigenistas que vendrán en el siglo XX. Me gusta que el españolismo no choque choca con lo indígena. Y es que en Hispanoamérica no somos blanco o negro, sino que somos una fusión.
Y para no agobiarlo más estoy por terminar. La obra es bella por su contenido costumbrista, patriótico y regional; también por su crítica social y luchar contra el statu quo. Finalmente, porque el amor entre Carlos y Cumandá es distinto al de otras novelas. Su amor es un amor que excede lo humano, que supera las pasiones; es un amor con tinte sobrenatural…
No sea cabeza dura y lea la novela. Ahora ya con una perspectiva abierta podrá leer esta novela. Saque del olvido a este autor que debería enorgullecer a nuestras patrias, no me importa si usted es socialista, lea el libro por amor a nuestra cultura. Un hasta pronto y aguarde hasta la recomendación literaria que le haré el próximo mes…