En medio de un panorama cada vez más desalentador, ante nuestro Congreso de la República, siempre desacertado y vituperable, se presentó el expresidente del Consejo de Ministros Pedro Cateriano, quien inocentemente llegó con mucha seguridad a la Plaza Bolivar un lunes, en horas de la mañana, y salió desorientado la madrugada del martes.
Con un mensaje opositor a las ideologías del pleno parlamentario y con una retorcida tesis de lo que «consenso» significa, recordaba la importancia de la minería, la reactivación económica, así como la relevancia del sector empresarial para superar la crisis. Esto, en un Parlamento dominado por quienes vociferan «agro sí, mina no», «¡que paguen los ricos!» y que exige la desaparición de bancos y las AFP.
Hacia el inicio de su discurso, de 46 hojas y varias horas, Cateriano señalaba que «la minería es sin duda la columna vertebral de la economía del Perú», para luego, con una mirada de decepción, aseverar que «esto lamentablemente parece que algunos no lo entienden». Esta frase, a mi parecer, es una de las que costó la investidura.
Sin duda, Perú es un país donde la minería representa cerca del 10% del PBI y más del 60% de las exportaciones, pero ¿era necesario decirlo frente a quienes ven en la minería una acción draconiana? ¿Era necesario decir «algunos no lo entienden»? Sin duda, muchos no lo entienden, mas si vas a solicitar una investidura, no lo haces recordándole sus claras falencias al dador.
Asimismo, se entiende que existe desde el Ejecutivo un amor irracional hacia la reforma universitaria, pero ¿es lo prioritario en una pandemia? ¿Era necesario mantener a Benavides, pese a que es él el culpable de que más de un millón de escolares no vayan a recibir educación este año? No, no lo era; y sí, existen más y mejores opciones para esta cartera. Pero esa sensación de vencer al todo o nada fue más que el hacer política para el presidente y su ex PCM.
Ahora, vivimos una nueva crisis. Teníamos crisis sanitaria, económica, social y ahora -al mismo nivel que el año pasado- una política. Y, por supuesto, no podía faltar el mensaje post rechazo de la confianza de nuestro presidente: siempre dispuesto a luchar contra todo, recordándonos que se va (esperamos cumpla) y aseverando que el Congreso -y no él- es el único culpable de las desgracias del país.
Dos congresos (uno a la medida), cuatro presidentes del Consejo de Ministros, cambios ministeriales a diestra y siniestra, corrupción aquí y allá, ineficiencia e ineficacia; pero no, la culpa es del Congreso, la ciudadanía, el «fujiaprismo» o de algún peruano de oposición.
Este jueves se anunció al nuevo Gabinete: Martos en la presidencia, pero este no es el problema. Continúa Benavides, pieza clave en el rechazo a la confianza del Gabinete Cateriano, un grito de guerra en medio de la crisis. Nuestro presidente parece no haber entendido qué es consenso y cómo se logra.