Recientemente, se publicó el último informe Encovi2019/20 (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana), el cual generó un impacto a nivel mundial.
Entre los datos más devastadores están:
- La caída del PBI en un 70% en el periodo 2013 a 2017. Prácticamente, el mayor desplome económico en tiempos de paz.
- 5 millones: el stock de venezolanos que han huido de su país. Cantidad solo comparable con las más de 3 millones de personas que escapaban de Alemania Oriental entre 1950-1960 (antes de la construcción del Muro de Berlín).
- El 30.3% de niños menores de 5 años padece desnutrición crónica. Para entrar en perspectiva, en Nigeria esta cifra alcanza al 33%.
- El 97% de la población tiene algún tipo de Inseguridad Alimentaria y el 33% Inseguridad Alimentaria Severa.
No obstante, de todos los datos dentro de tan impactante informe se destaca un gráfico el cual rápidamente fue viralizado. El dato de la pobreza venezolana.
El gráfico revelaba que la pobreza en Venezuela alcanza al 96.2% de la población y la extrema pobreza, a un 79.3%; niveles sumamente altos que ubican a este país como el más pobre de América Latina. Sin embargo, estos datos tan desgarradores no son del todo una sorpresa. Venezuela tiene una economía absolutamente devastada, la cual debe toda su desgracia al chavismo y la famosa «revolución bolivariana».
Para explicar la debacle económica chavista, hay que tener en cuenta la estructura económica venezolana. Venezuela se ha caracterizado siempre por ser una tierra increíblemente bendecida por el petróleo: tiene bajo sus tierras más petróleo que cualquier otro país en el planeta y bajo su exportación es como mueve su economía.
Veamos las exportaciones venezolanas a lo largo de los años:
Como podemos ver, ya desde antes de la llegada de Chávez al poder, Venezuela dependía mucho de las exportaciones de petróleo. Exportaba petróleo para importar todos los demás bienes que necesitara.
Precisamente, aquí es donde encontramos el primer y gran error del régimen bolivariano. Al ser Venezuela una economía muy dependiente del petróleo, lo ideal sería utilizar las rentas petroleras para trasladarlas a los ciudadanos y así ellos puedan invertirlas a producir muchos otros bienes, de esta forma, la economía se diversificaría y no dependería en demasía del ‘oro negro’.
Pero Chávez no iba a dejar que ni un solo centavo cayera en las «malvadas manos privadas», pues su ideal no era el bienestar de sus habitantes, sino el bienestar del estado.
Así, lo que hizo fue incrementar aún más las exportaciones de petróleo, alcanzando en 2012 el 94.5% del total de exportaciones del país, para hipertrofiar el tamaño del estado y así mantener a sus ciudadanos en la total servidumbre.
Se promovió un modelo distribucionista, dirigido por el poder discrecional del Estado, en base a los recursos petroleros, hecho que generó un sinfín de redes clientelares.
En base a la hipertrofia estatal y a la extrema dependencia del petróleo de la economía venezolana, el país tiene que importar otros productos que considere necesarios. Al verse afectado el precio internacional del petróleo en 2013, el gobierno no contaba con dólares suficientes para mantener sus importaciones regulares. Los venezolanos necesitaban dólares para importar; de lo contrario, deberían quedarse con las ya desabastecidas tiendas y mercados que sufren los rezagos de un control de precios. A esto, el gobierno responde con un férreo control cambiario. Sin descuidar, por supuesto, el modelo distribucionista dirigido por el poder discrecional del estado.
Bajo el filtro estatal, se medirá a aquellos que conseguirán -o no- dólares. El gobierno socialista interpuso tipos de cambio distintos según el uso dado a los dólares, maquillando con estos el tipo de cambio real de mercado.
La respuesta fue más que obvia, se originó un mercado negro colosal que hacía ricos de la noche a la mañana a los amigos del poder en base a jugosos arbitrajes.
El amigo del poder podía comprar dólares a un precio muy bajo alegando que se utilizará para la compra de productos básicos y vender esos dólares a 100 veces más en el mercado negro donde el precio es más cercano al real.
A esto se suma la aversión por los bolívares, tanto en los comerciantes como en los compradores, en base a la especulación de una, cada vez más creciente, inflación.
Los vendedores saben que su moneda está en constante pérdida de valor y es por ello que, si piensan gastar bolívares dentro de un determinado período de tiempo, elevan con antelación los precios de sus productos esperando la devaluación de su moneda (Maduro no se haría esperar en culpar a los “mafiosos capitalistas” de elevar los precios cuando toda la culpa lo tiene su nefasto gobierno).
Esto hace que, aún con el Banco Central imprimiendo sin parar, nunca pueda alcanzarse la cantidad de dinero que se necesita.
Y en cuanto al comprador, la aversión por los bolívares hace que, ante la más mínima oportunidad que tenga de cambiar un producto por bolívares, lo hará, puesto que especula, con toda razón, que su moneda de devaluará y luego no podrá cambiarlo con nada (como sucede en la actualidad), esto a su vez agrava muchísimo más el desabastecimiento y la escasez de productos.
Y como si esto no fuera suficiente desastre, el gobierno socialista emite para tapar sus enormes déficits y gastos corrientes. Y además, aún con una hiperinflación en toda marcha, el gobierno sigue imponiendo precios máximos a los productos ya que cree que así los precios dejarán de subir.
El Bolivar se depreció en un 99.9999%, una de las más devastadoras depreciaciones de una moneda en la historia, el Bolivar en la actualidad no vale más que el papel y tinta que lleva impresa. Todo aquel que tuviera ahorros en Bolivares ha sido absolutamente expoliado.
A la par de esta absoluta destrucción de la moneda venezolana, el PBI cayó en picada, de 2013 a 2017 una caída del 70%, con ello una caída fatal de la renta perCápita que ha afectado sobre todo a los de más bajos ingresos de manera constante hasta que, en la actualidad, el 96% de los venezolanos sufre pobreza.
Sin embargo, no se haría esperar a Maduro y a los más fanáticos del régimen culpar a otros del desastre del socialismo chavista. Así pues, se culpa al «bloqueo» de la debacle económica que sufre Venezuela.
Veamos las sanciones económicas aplicadas a Venezuela a lo largo de los años:
- 9 de marzo de 2015: el Presidente Obama dicta sanciones que consistieron en congelar los activos en suelo estadounidense de siete altos cargos del régimen venezolano:Antonio José Benavides Torres, Gustavo Enrique González López, Justo José Noguera Pietri, Katherine Nayarith Haringhton Padron, Manuel Eduardo Pérez Urdaneta, Manuel Gregorio Bernal Martínez y Miguel Alcides Vivas Landino. No se puede afirmar en lo absoluto que tal medida afectase a la totalidad de la economía venezolana sino a un grupo muy reducido de allegados al régimen chavista.
- 19 de mayo de 2017: se congelaron los bienes que puedan tener en EE.UU. de Maikel Moreno junto a los siete miembros de la Sala Constitucional por considerar que habían usurpado las funciones de la Asamblea Nacional y que permitieron al presidente Nicolás Maduro gobernar a través de un decreto de emergencia.
- 31 de Julio de 2017: se penalizó a Nicolás Maduro congelando todos los activos sujetos a la jurisdicción de los Estados Unidos.
- 9 de agosto de 2017: se inmovilizó los bienes de ocho funcionarios relacionados con la Asamblea Nacional Constituyente, incluyendo a Adán Chávez, Francisco Ameliach, Érika Farías, Hermánn Escarrá, Darío Vivas, Carmen Meléndez, al coronel Bladimir Lugo y a la rectora del Consejo Nacional Electoral Tania D’ Amelio. Ninguna de estas sanciones afectaban al conjunto de la economía venezolana, sino que fueron penalizaciones específicas para allegados a la dictadura socialista.
- 24 de agosto de 2017: EE.UU. prohibió que los ciudadanos estadounidenses proporcionaran financiación a más de 90 días al Estado venezolano (incluyendo a PDVSA). Nuevamente, no se trataba de sanciones sobre el conjunto de la economía ni tenían efectos sobre la capacidad de Venezuela para exportar, aunque sí se limitaba la capacidad del sector público venezolano para financiar inversiones a largo plazo (pero de manera muy limitada, dado que en agosto de 2017 prácticamente nadie quería proporcionar financiación a largo plazo al Estado venezolano salvo a tipos de interés elevadísimos).
A lo largo del 2018, el gobierno de Donald Trump siguió asfixiando a la cúpula de poder chavista, pero no fue hasta el 28 de enero del 2019 (y con efecto a partir del 29 de abril del mismo año) cuando EE.UU. ha prohibido la importación de petróleo desde Venezuela.
Por consiguiente, no ha sido hasta el segundo trimestre de 2019 cuando realmente se ha producido un embargo comercial de EEUU contra Venezuela. Todo lo vivido con anterioridad a abril de 2019, solo suponía congelar los activos financieros de personalidades específicas del régimen.
Ahora, atención a este gráfico:
En este gráfico se aprecia cómo no encaja el relato chavista o de sus seguidores, quienes profesan que el desastre económico se dio con las sanciones.
En 2014, la tasa de crecimiento del PBI real fue de – 3.9% (ninguna sanción). En 2015, fue de -6,2% (ninguna sanción a la economía solo a personas específicas). En 2016, fue de – 16,5% (ninguna sanción a la economía solo a personas específicas). El déficit público venezolano siempre fue grande sin ninguna sanción de por medio. La tasa de inflación anual en 2014 fue de 62.2%; en 2015, ascendió a 121.7%; y en 2016, a la calamitosa suma de 299.4% (todo esto sin sanción alguna salvo a la cúpula de poder). El crecimiento de la base monetaria se multiplicó por 5 desde 2011 hasta 2016, de nuevo, sin ninguna sanción que afectase al conjunto de la economía venezolana.
Entre 2006 y 2012, se cuadruplicó la deuda pública externa del país, la deuda con los bancos de desarrollo de China creció inmensamente, así como la deuda con la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) cuyo déficit gigantesco se financiaba con emisión y, además, sus extracciones petroleras venían disminuyendo antes de la caída del precio internacional del petróleo a consecuencia de una nefasta gestión estatal.
Así, a finales de 2012, la deuda pública externa ya remontaba los 113,000 millones de dólares, con vencimientos concentrados en el muy corto plazo.
A fines de 2012, antes de que el precio del petróleo comenzara a caer, la economía venezolana ya se encontraba con graves dificultades externas. El país había agotado casi todo su nivel líquido de reservas internacionales y había perdido acceso a los mercados financieros externos. El índice de escasez de alimentos, según el BCV, alcanzó un valor de 29,5% en marzo de 2014, pese a que no existía ninguna sanción de ninguna clase en Venezuela.
Entre 2007 y 2009, cerca de 23,377 millones de dólares fueron usados para pagar expropiaciones y nacionalizaciones. De un total de 1,167 empresas expropiadas, 256 operaban en el sector de alimentos. Adicionalmente y alegando el fomento de la seguridad y la soberanía alimentarias, cerca de 3 millones de hectáreas de tierras cultivables fueron expropiadas en Venezuela desde 2007. La frenética toma de propiedades empresariales y predios privados no solo generó pasivos para el estado venezolano, sino que, además, cuando hubo desembolsos, los recursos gastados no representaron reproducción productiva alguna. Las aventuras empresariales del estado chavista terminaron en rotundos fracasos.
Conclusiones:
La catástrofe económica que vive hoy Venezuela es a causa exclusiva de una economía empecinada por dirigirse al socialismo intentando llevar una económica socialmente planificada a base de expropiaciones y nacionalizaciones a sectores productivos específicos y con férreos controles de precios para que, desde la cúpula del poder, se decida que producir y que no producir.
El empobrecimiento masivo de los venezolanos se debe al ataque sistemático sobre la propiedad privada, a la dependencia casi absoluta del petróleo para poder agigantar el estado, a los controles de precios, al control de cambio, a la emisión sin fin y al ataque a las libertades de los venezolanos.
Al final, el slogan «Socialismo o Muerte» no era una disyunción exclusiva, sino una conjunción. En Venezuela, hay socialismo y muerte.