En el mundial de atletismo, llevado a cabo en Oregón (Estados Unidos), la bandera del Perú flameó por encima de las demás. No obstante, el resplandor de gloria lo emitía una mujer que continúa rompiendo moldes. No puede haber otra manera de describir a Kimberly García, la mejor del mundo en marcha atlética. Lo demostró donde todo deportista de elite debe hacerlo: en el campo.
Apenas una semana después de ganar la marcha de 20 km, García repitió el primer lugar en la competencia de 35 km; doble oro para una peruana hecha de acero. Fue un hito insospechado desde todos lados, pero que ha significado una hazaña tanto para el deporte nacional como internacional.
«Mi victoria les mostrará (a los peruanos) que nada es imposible»
Kimberly García, doble campeona mundial en marcha atlética.
‘Doblete’ histórico
Hacía mucho tiempo que un atleta nacional, ajeno al fútbol, nos llevaba a estar pegados a las pantallas de nuestros televisores. Desde nuestros sillones, todos veíamos como una marchista vestida de rojo y con el número 152 en el pecho lideraba la carrera con suma distancia. Su triunfo era inevitable. A lo mejor, ella también era consciente de ello y se dio el lujo de recoger el confalón para celebrar a lo grande. De inicio a fin, ‘Kimy’ destacó sobre las demás en lo que fue la inauguración de la distancia más larga (35 km) por recorrer.
Sin embargo, cuando cruzó la meta, García logró lo que nunca nadie antes había conseguido. Su segundo oro en tierras americanas significó el primer ‘doblete’ (y por ahora el único) obtenido en los mundiales de atletismo. Encima, lo hizo marcando el tercer mejor tiempo de la historia. Los 140.000 dólares que se lleva a casa se quedan cortos ante la implacable destreza física y mental de la peruana. Y esos atributos los lleva dentro desde que era una infante.
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Lágrimas de arduo sacrificio y vaivenes
Fue a los 5 años cuando Kimberly se dio cuenta de que la marcha era lo suyo. Natal de Huancayo, ella ha seguido, al pie de la letra, todo lo que la vida deportiva exige a quienes se atreven a incursionar en ella. Levantarse a las 06:00 am para iniciar sus entrenamientos en el estadio Ramón Castilla, donde recorre los 35 km, que casualmente le valieron para coronarse, es ya algo rutinario. Aunque muchas veces toda la perseverancia, esfuerzo y profesionalismo que exhibe no le bastaban para seguir adelante. No es la primera competidora ni la última que ha pasado por esta fase.
Exactamente, hubieron dos momentos en los que ‘Kimy’ estuvo a punto de tirar todo por la borda. Luego de quedar en el puesto 14 en marcha en sus primeros Juegos Olímpicos en Río 2016, las expectativas sobre ella eran altas; sin embargo, no sentía el suficiente apoyo para continuar. Por fortuna, su concurso trajo las miradas de algunos patrocinadores que siguen con ella hasta el día de hoy.
Más reciente fue lo que vivió en Tokio 2021. El esfuerzo por ganar su medalla de plata en Lima 2019, donde confesó haber marchado sin una pierna en la recta final, y la depresión por no sentir el calor de la fanaticada fueron mucho para ella. Como competidora nata, se retiró con el sabor amargo de no haber podido dar todo de sí. A partir de aquí, estuvo más fuera que dentro de la vida deportiva. Acabó siendo su familia una fuente de inspiración para retomar, de a pocos, sus ganas de seguir luchando. Bajo un plan específico de entrenamiento y readaptación, acabó obteniendo la mayor recompensa posible.
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Llama de inspiración
La determinación de la marchista en superar sus límites y darlo todo son características que se le ha reconocido desde que empezó a figurar como una de las grandes marchistas, no solo de Perú, sino de Sudamérica en general. Desde que empezó a disputar carreras con solo 9 años, pasando por su primer torneo internacional en Singapur 2010 y hasta asegurar su clasificación a los Juegos Panamericanos Lima 2019 en México con una pierna adolorida, siempre ha seguido hacia adelante. Esto, sin duda, la convierte en una leyenda de carne y hueso en la historia del deporte peruano.
Así, por lo menos, ya está transcrito en una edición de la popular serie ‘Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes’. «Su nombre es Kimberly García y parece que no hay nada que la detenga», dice una cita de ‘100 mujeres peruanas extraordinarias’. No hay error en esa afirmación. Solamente, este año, después de completar su puesta a punto y ponerse en forma con el entrenador ecuatoriano Andrés Chocho, exhibió todo su potencial previo a participar en el mundial. Antes de Oregón, compitió en Lima, Omán y Eslovaquia: nunca bajó del podio. Ella misma es dueña de su destino.
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Apuntando a las Olimpiadas
Así las cosas, tras el éxito que significó viajar a Eugene, la buena de Kimberly ya planea su siguiente destino: París 2024. «Ahora, su sueño es la medalla olímpica», aseguró su madre, Gabriela León, para ‘Exitosa’. Sería, cuanto menos, la revancha anhelada por la atleta luego de sus dos decepciones previas en Rio y Tokio. El perfecto punto culminante para una personalidad del deporte ‘blanquirrojo’, que primero se tomará un más que merecido descanso.
Aunque su futuro, luego del máximo certamen deportivo, seguramente, quede en el aire (ya planeaba retirarse después de Rio), a lo mejor ella seguirá con su particular activismo: mejorar las condiciones de todos los peruanos que representan a nuestro país en eventos internacionales. «La Federación Peruana de Atletismo solo me dio un buzo, una casaca y un short», reveló sin escrúpulos.
Un mensaje claro hacia aquellos que están en los altos cargos. Reconocida como la deportista del año por excelencia, su voz es más que autorizada para lanzar ese llamado de atención. Hasta que eso ocurra, Kimberly García continuará trabajando y mejorando con su propio esfuerzo y recursos para la próxima competencia. Es una peruana bañada en oro y resiliencia al fin y al cabo. Es la mejor del mundo.