Llegó el día. Tras tres años de conquistar al mundo entero con su aclamado álbum, El Mal Querer, Rosalía nos presenta su proyecto «más confesional»: Motomami. Su nuevo disco conceptual propone redefinir una vez más los estándares de lo mainstream al presentarnos un viaje musical lleno de emociones y contradicciones. Tras escucharlo de inicio a fin en bucle, hablaremos sobre la sonoridad y estilo del álbum en esta nota.
Un álbum necesario para la industria
Tras conocerse que Motomami estaría producido por importantes nombres de la industria como Pharrel William y Noah Goldstein, se anticipaba que algo interesante saldría a la luz. Las expectativas se acrecentaban más y más con el lanzamiento de cada sencillo y la cuenta regresiva para el estreno del álbum emocionaba a los fans.
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Sin embargo, también aumentaban en igual medida las controversias que rodeaban al lanzamiento y el disgusto de los fans más acérrimos de El Mal Querer, quienes desaprobaban esta faceta más urbana de la cantante catalana. Haters de este proyecto (todavía no lanzado para ese momento) anticipaban un álbum comercial con beats básicos, lírica sin sentido y mucho flexeo sobre marcas lujosas.
Finalmente, tras tanta espera y ansias, pudimos conocer hoy el nuevo rumbo que ha tomado la carrera artística de Rosalía. Y lo aclaramos ahora: ninguno de los singles que hemos escuchado antes de su lanzamiento podrían definirlo. Tras escuchar el álbum completo, Rosalía ha callado la boca de todos sus haters al presentarnos la experimentación musical más pura y original que se ha escuchado en bastante tiempo. Un álbum que ya urgía en la industria de la música.
Una montaña rusa musical
Con grandes aciertos y algunos fallos, Motomami logra embarcarnos en un viaje musical de no parar hasta el cierre del álbum. La elección del orden de las canciones hace que el oyente experimente una montaña rusa de emociones, en el que puede sentir todo el hype que transmite el dembow de una canción como «Bizcochito», y al minuto siguiente, experimentar una fuerte melancolía por la emotiva interpretación vocal de Rosalía en «G3 N15». Es un tira y afloja en constante tensión que puede hacernos sufrir o gozar, pero que siempre mantiene la excitación sobre cuál será la sorpresa que nos tiene preparada Rosalía con la siguiente canción.
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En este viaje musical, escuchamos la diversidad de ritmos que Rosalía se anima a probar, llevándonos a una travesía cosmopolita en donde escuchamos géneros de diferentes partes del mundo. Nos transporta al Caribe con su versión de Bachata en «La Fama», al igual que son su dembow eléctrico con «Bizcochito» y reguetón duro en «Saoko»; escuchamos un bolero clásico del cine mexicano en «Delirio de grandeza»; y satisface a sus fans ansiosos por escucharla cantar flamenco nuevamente en «Bulerías».
Alma al desnudo
Como álbum conceptual, Rosalía ha decidido también contar una historia en este nuevo proyecto. Sin embargo, a diferencia de El Mal Querer, la vida que narra no es una historia ficticia (como la de Flamenca). En esta ocasión, Rosalía se anima a desnudarse en alma y contar detalles de su vida personal y familiar en sus letras.
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Así lo vemos en «G3 N15», una canción dedicada a su sobrino en el que expresa su pesar por no verlo durante los dos años de la pandemia. También conocemos a través de la letra de «Bulerías» cómo es que, a pesar de su evolución y las críticas que conlleva, no pierde su esencia.(«Soy igual de cantaora/con un chándal de Versace/que ‘vestiíta’ de bailaora»). A diferencia de lo que se esperaba, las temáticas que maneja son variadas e íntimas, dejando el flexeo y derroche a un lado en algunas canciones para hablar con el corazón.
Para concluir, afirmamos que Rosalía logró cumplir su objetivo victoriosamente: Motomami suena y simboliza a la liberación, al desarraigo de las tradiciones para transformarse en algo superior. Con este álbum, no hay dudas que su encasillamiento como la «nueva representante del flamenco» ha quedado atrás. Quedan advertidos: Motomami es todo menos un «El Mal Querer 2.0». Este el inicio de la reinvención de Rosalía y de su propia revolución musical en el género urbano.