Los primeros días del año nos están sorprendiendo con duelos futbolísticos de lujosas escalas. En Arabia, si hablamos de glamour, la pelota no puede ser la excepción. Por ello, las personas que asistieron al King Fahd Stadium gozaron de un espectáculo icónico: el clásico del fútbol español. El Real Madrid y el Barcelona pusieron a vibrar al planeta entero con una definición agónica que terminó 3-2 a favor de los blancos. Sin embargo, el trámite es un baño de oro, y no del que se disfruta en el país oriental, sino del que uno imagina cuando ve a dos de los equipos más trascendentes chocar en una instancia decisiva. Que ruede el balón.
La Xavineta y el imperio blanco de Ancelotti
Por un lado, la ola culé de talentosos, de la mano de Xavi, buscando realzar el nombre blaugrana, y por el otro, la manada merengue, con “Carletto” a la cabeza, que plasma su solidez y jerarquía en el campo. Dos bandos opuestos y de realidades diferentes. Porque mientras que al Barca la noche ha intensificado su crisis futbolística, el Madrid ha brillado por sus individualidades, claves para el gran momento en la Liga y Champions League. Arabia sería el teatro perfecto para ser el estrado de tal guerra, que por años, había carecido de un reñido desenlace.
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Sorpresas te da la vida, y la vida te da sorpresas
La antesala del encuentro pintaba gris para el cuadro culé: eliminados de Champions League, sextos en Liga y habiendo pedido la hora para superar al Linares (de la 4ta división española). Además, los derechazos madridistas previos eran como los golpes de Alli a Frazier en el box de antaño: múltiples, dolorosos y escalofriantes. Desde el 2 de marzo del 2019, con Ernesto Valverde en el banquillo, el equipo blaugrana no vencía a su archirival. Lo que parecía una diferencia de arsenal para la guerra, terminó siendo en un duelo de trincheras hasta el último minuto.
Los primeros instantes eran rotar el balón, mirar fijamente y ver las debilidades del enemigo. El Barcelona apostó por su nueva contratación de arranque: Ferrán Torres. Y pese a que intentó rotar el balón para acercarse al arco merengue, la claridad no estaba de su lado. El Madrid concedió el esférico para presionar y robarlo, y así el mediocampo culé sufrió. El minuto 25 lo demostró: pérdida garrafal de Busquets, Vinicius con la carrera a todo sprint y un gol al ángulo para brillar en Arabia, tierra de goces por doquier.
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¿Un mar frío en la cabeza de los jóvenes culés?, ¿una carta que ya se escribió antes?, ¿cuáles fueron las respuestas? El equipo de Xavi, como a lo largo de la temporada, urge de soluciones, y, de disparos lentos, llegaron los misiles en el verde.
La labor de Ferrán por banda no apoyaba para el ataque: Dembelé debía lucir su gambeta, centro y esfuerzo, tan cuestionado por 4 años. Y así, se conectó con Jordi Alba, hizo que Frenkie de Jong resucite del anonimato, y, en el minuto 41, arrojo el ansuelo para los tiburones blancos. Un centro venenoso, que Militao, torpemente, movió para que Luuk de Jong siga de racha y marque el empate en la Supercopa.
Segundo tiempo de gala
Abde y Pedri se sacaron los chalecos, se pusieron la camiseta culé y saltaron a la cancha en el inicio del segundo tiempo del clásico. Xavi apostó por más movilidad y vértigo en el segundo tiempo. Así lo logró, con versatilidad y síntomas de buen juego por momentos. Acechó el arco rival, pero no pudieron hacer más ante el mediocampo del Real Madrid y un sólido Courtois. Así fueron pasando los minutos, donde un mal pase haría que un sigiloso Madrid se vuelque al arco de Ter Stegen. El palo de Benzema fue el primer mensaje, pero luego el francés embocó y puso la ventaja a favor de los de Valdebebas.
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Los misiles blaugranas siguieron cayendo, luego de un pasaje donde sus fortalezas se habían congelado. Ansu Fati, Depay, Nico Gonzáles entraron a batallar en los últimos esfuerzos blaugranas. El premio tardó en llegar hasta el minuto 83, testigo de un grito único del banquillo culé. Jordi Alba encontró la cabeza de un pequeño gigante, Ansu Fati, para revivir la esperanza blaugrana. Así, la prórroga era el siguiente nivel del partido, pero la emoción provenía del sudor de los 22 jugadores en el campo. Digno de admirar en un clásico.
En esos últimos 30 minutos, uno nunca sabe si la cabeza, el pulmón o las piernas gobiernas. Pero, claro estaba que el destino era la muerte súbita por el escudo del club que defendías. Y el Madrid noqueó primero en ese sentido: una contra letal, dirigida por Rodrygo, terminó en un mate charrúa de gol. Federico Valverde puso el gol de la victoria y su euforia se hizo notar ante el estadio que soñaba por una noche como aquella. El Barcelona bombardeó el área rival, apostó por Jutglá, hasta intentó acrobacias, pero Courtois fue el capitán del barco y no dejó ningún balón dentro de la red. El Madrid canta victoria, y el Barcelona, puede respirar tranquilo si su estilo de combate es el de hoy.
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Este sí es “el Clásico”
Las realidades que explayo al inicio de la crónica, no son las que, como hinchas del fútbol, queremos ver. Porque si hemos vibrado con los goles de Messi, “CR7”, las luchas épicas de estos universos cuyos fans luchan por ser espectadores, es porque paraliza cada actividad que tenemos que hacer. Hoy, fue en una Supercopa de España, pero la conclusión más grande de este cotejo, es que saboreamos, después de mucho tiempo, el nivel de entrega, espectáculo y goles que merece un Real Madrid – Barca. El contexto, no es una piedra si el corazón bombea pasión en el fútbol. En Arabia, se vivió un clásico de lujo.