Una botella de agua o de gaseosa en la orilla de la playa, envases de yogurt, bandejas y contenedores descartables, bolsas de plástico que van y vienen junto con el oleaje y vuelan sobre las playas … ¿Cuántas veces hemos observado este tipo de contaminación fácilmente identificable a simple vista?. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 8 millones de toneladas de residuos plásticos se vierten a los océanos cada año. En otras palabras, el equivalente a un camión de basura se vierte cada minuto.
Como resultado, estos residuos humanos se han acumulado en los océanos hasta formar islas de plástico. Hasta la fecha, se han identificado 7 “islas” de basura marina plástica en el planeta. En el océano Pacífico, entre Hawái y California, se encuentra la isla de plástico conocida como el Gran Parche de Basura del Pacífico (Great Pacific Garbage Patch, en inglés) que concentra la mayor cantidad de residuos: se estima que su tamaño es de alrededor de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale aproximadamente a la superficie del Perú y de Paraguay juntos. Según un estudio publicado en la revista Nature[1] en el 2018, 80 000 toneladas de residuos provenientes de múltiples países como Japón, China, México, Alemania, Chile, Venezuela, Colombia, Italia y Corea del Sur y otros se habían acumulado en esa “isla”.
Si bien los residuos plásticos, como las botellas, las bolsas, los envases descartables de todo tipo representan un verdadero problema para el equilibrio marino, no son más que la parte visible del iceberg ya que originan otro tipo de residuos, casi invisibles, pero igual de peligrosos: los microplásticos.
Los microplásticos pueden ser tan pequeños como un grano de quinua. Se trata de minúsculas piezas de plástico que miden menos de cinco milímetros y pueden ser invisibles a simple vista. La mayor parte de la contaminación por microplásticos es el resultado de la degradación de objetos de plástico más grandes. Esa botella de agua en la orilla, esa bolsa de plástico cargada por las olas, son residuos que tardarán entre 100 y 1000 años en descomponerse dejando en su camino microplásticos.
Según las estimaciones de la Comisión Europea, en el año 2015 la cantidad total anual de microplásticos que se formaban o se infiltraban en el medio ambiente fue de 11 millones de toneladas. En el 2019, investigadores alemanes[2] descubrieron 12 000 partículas de estos residuos en un solo litro de agua que formaba el hielo marino de la zona ártica. Atrapados en el hielo, estos microplásticos habrían sido transportados por las corrientes marinas desde el Gran Parche de Basura del Pacífico.
La primera solución para disminuir el desarrollo y liberación de microplásticos es dejar de consumir plásticos de un solo uso: bolsas plásticas, vasos, cubiertos, cañitas, botellas, contenedores para alimentos entre otros. Esta solución puede sonar muy radical para algunos ya que estos materiales se han vuelto casi imprescindibles en nuestra vida cotidiana. No obstante, existen numerosos productos reutilizables que pueden ayudar a reducir nuestro consumo de plásticos de un solo uso como los objetos de vidrio o de acero inoxidable y las bolsas de tela.
En nuestro país, la aprobación de la Ley Nº 30884 que regula los plásticos de un solo uso representó un hito importante en la historia ambiental porque busca cambiar los patrones de producción y consumo y así disminuir los impactos devastadores de los plásticos de un solo uso en los ecosistemas. En efecto, debido al aumento de la basura marina plástica y a los impactos del cambio climático, los residuos plásticos y aquellos fragmentados en microplásticos están llegando a lugares que anteriormente no habían sufrido esa contaminación.
A más de un año de la aprobación de la Ley Nº 30884 los primeros resultados han sido esperanzadores. A finales del 2019, el Ministerio del Ambiente informó que durante el 2019 se redujo el consumo de bolsas de plástico de un solo uso en 1000 millones de unidades. Asimismo, esta semana se presentaron los resultados de la campaña nacional de limpieza de playas Hazla por tu playa 2020: con respecto a la edición 2019, este año se hallaron menos cañitas, botellas de plásticos y bolsas plásticas de un solo uso. Respecto a estas últimas, si bien su numero ha disminuido, se ha observado que ahora son las bolsas compostables y biodegradables las que predominan en los hallazgos.
Sobre este punto, es importante mencionar que para la correcta implementación de la Ley Nº 30884 se requiere una serie de instrumentos técnicos como las Normas Técnicas Peruanas y los Reglamentos Técnicos que aun están pendientes de elaboración y aprobación. Los Reglamentos Técnicos establecen los requisitos técnicos, de procesos y de etiquetado que obligatoriamente deben cumplir los bienes de plástico para pertenecer a una categoría determinada. Dicho de otra manera, para determinar que un producto es lo que realmente dice ser (por ej. compostable o biodegradable) debe cumplir con especificaciones técnicas estrictas que deben ser establecidas en estos reglamentos. Por ahora, no se puede garantizar que los productos que circulan en el mercado sean realmente biodegradables o compostables.
Por otro lado, durante las últimas semanas en el marco de la reactivación post-Covid19 hemos visto que muchos comercios y restaurantes están realizando la entrega a domicilio o delivery de productos y alimentos preparados. Algunas pocas empresas han incorporado soluciones más amigables con el ambiente, pero muchas otras siguen utilizando contenedores y bolsas de un solo uso de manera desmedida pudiendo representar un retroceso en todo lo avanzado.
Sobre ese punto, a finales del mes de mayo último un grupo de científicos chinos (Du et al. 2020[3]) publicaron los resultados de un estudio sobre la cantidad de microplásticos que pueden desprenderse de los contenedores plásticos usados en el delivery de alimentos. Para ello, realizaron pruebas en 100 contenedores de 04 diferentes tipos de plástico obtenidos en 5 ciudades de China. Los resultados muestran que todos los contenedores liberan microplásticos: se hallaron entre 3 y 29 microplásticos por contenedor analizado. Si bien se trata de un primer estudio sobre el tema y se requieren mayores trabajos de investigación, los resultados obtenidos deben interpelarnos sobre la necesidad de tomar el camino hacia el cambio de usos y aplicaciones de los plásticos, sobre todo en objetos de uso cotidiano. En este camino, además de las regulaciones que se requieren, el rol de las empresas y de los consumidores es fundamental para evitar que terminemos ingiriendo microplásticos en nuestro día a día.
[1] Lebreton, L., Slat, B., Ferrari, F. et al. Evidence that the Great Pacific Garbage Patch is rapidly accumulating plastic. Sci Rep 8, 4666 (2018).
[2] Bergmann M, Mützel S, Primpke S, Tekman MB, Trachsel J, Gerdts G (2019) White and wonderful? Microplastics prevail in snow from the Alps to the Arctic. Science Advances 5, no. 8, eaax1157.
[3] Du F, Cai H, Zhang Q, Chen Q, Shi H, Microplastics in take-out food containers, Journal of Hazardous Materials (2020),