La espera terminó. Una de las películas más ansiadas de los últimos años, el cierre de la trilogía del hombre araña, llega a la pantalla grande. Prometía demasiado: caras conocidad que buscaban apelar a nuestra nostalgia y alcanzar nuestros sentimientos; pero ¿realmente valió la pena?
Una redención por partida doble
Sea por nostalgia o por pura objetividad, es justo considerar que entre el spiderman de Tobey Maguire, Andrew Garfield y Tom Holland, este último se sentía el menos arácnido de todos. Esto no lo hace malo ni mucho menos, solo que lo hace falto de esa esencia que las dos primeras sagas tenían tan fuerte: la responsabilidad de ser el «amigable vecino» hombre araña y todo lo que ello conlleva, lo bueno y lo malo. La búsqueda de hacer el bien y qué sucede cuando no te sientes suficiente, las consecuencias graves que pueden ocasionar tus acciones, entre muchos otros. Esta película lo logra.
Peter Parker ya no es más una herramienta del Universo Cinematográfico de Marvel. Por supuesto, es parte de él, algo que se nota con la influencia de Doctor Strange o «Happy» Hogan, pero finalmente se siente como su propio personaje, que conduce su película del inicio al final. Jon Watts, director de la trilogía, finalmente logra capturar la esencia del personaje que a todos nos gusta, haciéndolo su propia versión.
La nostalgia: ¿es suficiente?
Esta cinta nos generó una gran expectativa con el retorno de villanos que ya habíamos conocido en las entregas anteriores. El veterano actor Willem Dafoe vuelve después de 20 años como el Duende Verde y es seguro decir que se robó completamente todas las escenas en las que aparece. Un completo disfrute, siendo imponente y desquiciado en el buen sentido. Alfred Molina como el Dr. Octopus tampoco se queda atrás; así como Electro, Lagarto y el Hombre de Arena causaron placer al ser vistos nuevamente.
Sin embargo, sí se puede sentir por momentos como la trama se toma algunas libertades para seguir avanzando con ciertos personajes. Tiene algunos agujeros en el guión que es imposible no notar o que también se pueden interpretar como simples conveniencias. Pero al llegar al final, es imposible no emocionarse.
El tercer acto nos ofrece no solo un cierre de la trilogía de Tom Holland, sino un homenaje efectivo y merecido al superhéroe que tanto amamo y a los «villanos» que conocimos. Esta película celebra el ser un superhéroe, pero no teme en dar golpes, en mostrarte la otra cara de la moneda. Pues por mas que cometas errores y sufras las consecuencias, nunca es tarde para levantarte y pelear por lo correcto. Nunca es tarde para hacer el bien.