La escalada de acciones y actitudes antidemócratas del partido del Gobierno han ido reflejando su estrategia para quedarse en el poder: No reconocer las instituciones de balance democrático como el Congreso y la Contraloría, copar las instancias de poder del Ejecutivo como las que manejan financiamiento público y altos mandos de la PNP y FFAA. A su vez, nombrándose a sí mismos los representantes indiscutibles del pueblo, convocando a esa falsa dicotomía marxista y populista del pueblo y el antipueblo.
Lo que viene ahora será peor. Están probando hasta donde resiste nuestra democracia, normalizando que en los cargos importantes del Ejecutivo se encuentren en posesión de personajes con altas vinculaciones a Sendero Luminoso. Lamentablemente, nuestra respuesta en lugar de ser rápida y tajante está siendo lenta y complaciente. Concuerdo con la columna del Dr. Oscar Sumar donde lanza la hipótesis de que la Asamblea Constituyente ya no es una prioridad, sino la destrucción de la democracia desde dentro de sus mismas instituciones.
La salida democrática sigue siendo la vacancia por incapacidad moral permanente, el problema es que los mismos líderes de oposición del Congreso ven a esta como “la última opción” cuando realmente es la única que queda. Muchos congresistas están esperando un enfrentamiento de largo aliento, una especie de guerra de trincheras. Mientras el Legislativo refuerza su Línea Maginot con el cambio de tribunos y mociones de censura, el Gobierno filosenderista de Castillo ha desplegado una especie de Blitzkrieg antidemocrática, la evidencia histórica nos muestra que estrategia sigue siendo la más efectiva.
La confianza al gabinete de Bellido se ha dado, pero los capitales y empresarios confían cada vez menos en este Gobierno. Según una encuesta de la Sociedad Nacional de Industrias, el 72% de empresas industriales no planean invertir aun cuando la proyección de rebote económico en este año se plantea favorable. Por otro lado, el 84% no piensa contratar trabajadores nuevos, lo cual es un tremendo golpe a la economía nacional que ya viene siendo afectada por la fuga de capitales al exterior, el incremento del tipo de cambio y el alza de precios de la canasta básica familiar. Esto es una muestra de que el Congreso no solo está actuando con una estrategia equivocada sino que también está mirando a otro lado, a espaldas de la realidad peruana.
Diversos ministros, incluido el de Economía, Pedro Francke, han mostrado la intención de pedir al pleno facultades legislativas extraordinarias, sobre todo en materia tributaria y de “redistribución” para bonos y otras medidas temporales, que más que ayudar generan un golpe a nuestra caja fiscal y a mellar nuestra capacidad de deuda. Creo conveniente que el Ejecutivo debe ser más reacio y crítico en estas facultades. Si bien es cierto, si hablamos sobre redistribución, igualdad y justicia social , la evidencia empírica nos ha mostrado que los métodos empleados por el socialismo; y sobre todo, el comunismo, han sido nefastos y han terminado por dar resultados totalmente opuestos.