El deporte bandera de los años 80 recibió la aprobación para volver a sus entrenamientos y prácticas profesionales. Sin embargo, lo que hoy sorprende, tras algunas fechas de reanudación, es el uso de mascarillas no solo del comando técnico y árbitros, sino también de las jugadoras.
¿Por qué se implementó?
Según algunos jugadores y jugadoras, es una medida de prevención ante los múltiples contagios de varios de los equipos de la Liga Nacional Superior de Voleibol del Perú (LNSV). Además, el espacio de juego es mucho más cerrado y el contacto con la pelota es constante, lo que hace pensar que las deportistas son más propensas a contagiarse, y por ende ser aisladas del grupo por unas semanas.
¿Qué protocolos tenía el vóley previamente?
Así como el fútbol, el voleibol pasó por distintas fases previas al regreso a las canchas. Entrenamientos con grupos reducidos, sesiones de mediana intensidad, trabajos con el equipo completo e inicio de la liga. Por supuesto, cada uno contaba con pruebas de descarte contra el COVID-19, así como también el requerimiento del constante lavado de calzados y manos. Para las fases previas al torneo (fase 2) ya no se usaba mascarilla, pero hoy en día la realidad es otra, pues, como podemos ver, ha pasado a ser una obligación para todas y todos.
¿No resulta algo peligroso?
Una publicación de Radio Ovación, en junio del año pasado, detalla que su uso tan solo en un entrenamiento puede causar hipercapnia, es decir, mayor presencia de dióxido de carbono en la sangre. Esto último podría traer complicaciones en el desarrollo de la disciplina, como los mareos.
¿Qué opinan los que saben?
Tanto voleibolistas hombres como mujeres han opinado al respecto, señalando que por las características del juego entienden que la mascarilla ahora sea técnicamente parte del uniforme. Por otra parte, algunos panelistas consideran que la naturaleza del juego no mantendrá rígida la protección, siendo algo “casi innecesario”. Por el momento se desconoce de algún comunicado emitido por la Federación Peruana de Vóley, no obstante, basta con sintonizar la televisión y ver que nadie tiene la decisión de usar el barbijo o no.