En un marco global donde las naciones han impuesto medidas de aislamiento, los datos sugieren que se ha evitado el colapso de los sistemas sanitarios en algunos países, previniendo así un mayor número de decesos a causas del Covid-19. Mientras tanto, propuestas de soluciones por parte del sector privado no han tardado en presentarse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha corroborado la existencia de al menos 70 vacunas en desarrollo a nivel mundial. La FDA (Agencia de medicamentos y alimentación de Estados Unidos), ha aprobado el uso del Remdesivir, de Gilead Sciences, como fármaco autorizado para el tratamiento de pacientes con Covid-19 en su territorio. Así como ellas, diversas empresas han puesto en marcha su maquinaria intelectual y tecnológica para encontrar soluciones a la crisis sanitaria global y la confirmada recesión en la que el mundo acabará este año. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, una vacuna aprobada, según los expertos, no llegaría en menos de un año.
Mientras tanto, la realidad nos plantea una serie de desafíos logísticos, estructurales, sociales y conductuales, cada uno en distinta medida, según el país y sus características particulares. Lo cierto es que, mientras no encontremos una solución definitiva, el ritmo de vida no será el mismo, y para reducir la incertidumbre, deberemos adaptar nuestras costumbres a la prolongación de la coyuntura. Es por ello que, en el presente artículo, se expone una posible visión de la realidad según expertos internacionales, extrapolando sus opiniones al contexto peruano.
En el ámbito de los servicios, manufacturas, construcción y labores extractivas, el Gobierno ha promulgado un decretado supremo que autorizará el reinicio gradual de actividades en los siguientes 4 meses. Sin embargo, el virus seguirá inyectando presión sobre el sistema.
Un informe de la Universidad de Minnesota habla sobre un prolongamiento global de la pandemia hasta por dos años; mientras que un modelo construido por investigadores de la Universidad de Harvard, ha calculado una incidencia epidemiológica de 4 años más. Es por ello que muchos economistas no son tan optimistas respecto al pronto retorno hacia los niveles económicos se vivían antes de la pandemia. En ese sentido, David Kelly, jefe de gestión de activos de estrategia global de JP Morgan, pronostica que recién para el 2022 el mundo volverá a la senda del crecimiento.
Por su parte, en Perú, Jorge González Izquierdo, economista de la Universidad del Pacífico, prevé un total retorno a las actividades laborales para el último trimestre del año; pero el crecimiento vendrá “en forma de u”, lo cual significa que no será inmediato.
Las actividades académicas han implementado de forma masiva las plataformas virtuales, donde la enseñanza se imparte a través de la pantalla de un celular, computadora o tablet. Este será un gran desafío para nuestro país, dado el aún escaso acceso a internet y la pobre infraestructura digital.
Según cifras publicadas por la SUNEDU, solo 33 universidades en el país han iniciado sus funciones mediante esta modalidad, de un total de 153.
Por el lado de la educación escolar, de 6,700 colegios privados ubicados en la capital, únicamente 1200 cuentan con plataformas para dar clases virtuales con los requisitos del MINEDU. Un problema -que multiplica los ya existentes- es la imposibilidad de una mayoría peruana de seguir manteniendo a sus hijos educados, para lo cual, las instituciones y los padres deben llegar a consensos.
Por su parte, el Estado debe proteger la existencia de los centros educativos y promover el desarrollo de la infraestructura digital en todos los colegios, públicos y privados. Si no se trabaja en ello, crearemos una distorsión en el sistema educativo que perjudicará el desarrollo intelectual de millones de niños, lo cual dificultará su futura inserción al mundo laboral y repercutirá negativamente en la economía peruana del futuro.
El sector salud no se ha dado abasto alrededor del mundo, y Perú no es la excepción. El Ejecutivo ha informado sobre una próxima reunión del Acuerdo Nacional, con miras a concretar un plan nacional de reinicio de actividades; sin embargo, la posibilidad de una segunda ola del virus es algo latente.
En un informe publicado por Harvard en la revista Science se lee: “Cuando el distanciamiento social se relaje y al aumentar la transmisibilidad del virus en otoño, puede producirse un intenso brote invernal, que se superponga a la temporada de gripe y supere la capacidad de atención de los hospitales”.
A pesar del colateral que podría dejar la progresiva apertura, un factor que no se discute mucho en los medios de televisión local es el término “Inmunidad de rebaño”, el cual se logra cuando un número suficiente de la población ha desarrollado inmunidad contra la enfermedad y al desarrollarla evita eficazmente su propagación. Este factor, manejado de manera tal que permita el aumento de infectados desarrollando anticuerpos, pero sin colapasar el sistema de salud, debería convertirse en nuestra prioridad, podría ayudar a crear una resistencia, y los brotes irían disminuyendo.
El mundo del espectáculo y los eventos masivos es otro rubro que deberá renovarse ante una situación que imposibilita su desarrollo. La industria cinematográfica podría ver el regreso de los auto-cines, clásicos de los años 70. La esencia de ver una película en pantalla grande se mantiene, pero con el condicional del distanciamiento social. Al respecto, en nuestro país, el alcalde del distrito de Magdalena, Carlomagno Chacón, ya ha ofrecido la Costa Verde como espacio público para el desarrollo de actividades como esta.
Por su parte, según Two Circles, se prevé que la industria deportiva pierda a nivel mundial 61,6 millones de dólares este año, la mitad de lo pronosticado antes del factor Coronavirus, estas cifras.
En el sector defensa “habrá mucho menos dinero en los presupuestos militares…Tras la redefinición de la seguridad debido a la extraordinaria debilidad revelada por la pandemia”, ello en palabras de Jonathan Marcus, corresponsal de defensa de la BBC de Londres. Los países deberán prestar prioridad a la seguridad sanitaria, y aquellos con serias deficiencias en el rubro, como la absoluta mayoría de países emergentes, podrían ver el presupuesto público con un enfoque de gasto sumamente distinto, con énfasis en la construcción de hospitales, compra de equipos de protección, métodos de detección rápida y programas de ayuda.
A pesar de todos los problemas en los que la enfermedad nos coloca como sociedad, y los grandes retos que se nos presentan, el Perú cuenta con recursos suficientes para hacerle frente a la adversidad, gracias al sistema económico en el que vivimos, que ha permitido mantener un bajo nivel de deuda, grandes reservas y estabilidad monetaria, los cuales nos brindan credibilidad en caso necesitáramos solicitar préstamo a algún organismo internacional.
Nuestro mayor reto será direccionar bien esos recursos en aras de brindar estabilidad económica a la mayor cantidad de peruanos, mientras nos protegemos de caer en la enfermedad y colapsar nuestro sistema sanitario.
La magnitud de las consecuencias depende en gran parte de la unidad colectiva que demostremos en luchar contra el virus. Seamos conscientes y mantengamos la misma esperanza que nos caracterizó como pueblo peruano cuando íbamos camino al mundial.