El programa de Fuerza Popular tiene como propósito responder a las demandas y preocupaciones de los ciudadanos para darles una solución. En materia de seguridad ciudadana —que es el tema que ha estado a mi cargo en nuestro plan de gobierno— lo más importante es atacar los llamados delitos callejeros, los robos y los asaltos en las calles donde arrebatan constantemente carteras y celulares, asaltan bodegas, pequeños negocios y viviendas, fechorías que cada vez se ejecutan con más violencia.
Los raqueteros se han adueñado de las calles del país. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 85 % de los peruanos se siente inseguro, es decir, cree que puede ser víctima de un delito. La realidad lo confirma: el 36 % ha sido víctima de un delito, según el último sondeo del Barómetro de las Américas, la cifra más alta en todo el continente.
Para combatir esas modalidades delictivas, hemos diseñado en Fuerza Popular el programa Distrito Seguro, el cual pone el acento en el fortalecimiento de las comisarías de la Policía Nacional del Perú (PNP). Es fundamentalmente desde las comisarías que hay que enfrentar los delitos callejeros y el raqueteo.
Para lo mencionado existen diversos requerimientos. En principio, se necesita reforzar la investigación criminal en las comisarías. La PNP tiene una larga tradición de contar con muy buenos y experimentados detectives, quienes han tenido éxito no solo en la lucha contra el terrorismo —como cuando, en 1992, capturaron a Abimael Guzmán y a la cúpula de Sendero Luminoso; o a Víctor Polar y los cabecillas del MRTA—, sino también apresando a numerosas bandas delincuenciales. Dicha experiencia puede y debe emplearse también contra los delitos callejeros.
Cabe destacar que, actualmente, la PNP tiene solo unos 20 mil detectives de un total aproximado de 140 mil efectivos. Y de ellos, solamente 8 mil están en las comisarías. Hay que incrementar esta cifra y mejorar la calidad de los pesquisas y destinarlos, sobre todo, a las comisarías.
En segundo lugar, hay que realizar un patrullaje inteligente, es decir, incidir en los puntos calientes donde se suelen producir los hechos delictivos. Para ello, se requiere un mapa del delito actualizado, cosa que por lo general no existe, ya que solo el 19 % de los ciudadanos víctimas de un delito lo denuncia (INEI). Esto ocurre porque la población no confía en el sistema y considera una pérdida de tiempo notificarlo.
Para corregir la problemática en cuestión se requiere entonces, en tercer lugar, una policía comunitaria, una policía de cercanía. El policía del barrio, de la cuadra, que esté en contacto con los guachimanes, con la juntas vecinales, con los serenos, con el bodeguero de la esquina, entre otros; y que pueda ser alertado cuando hay personas sospechosas rondando por el barrio o cuando se ha cometido un delito, para poder acudir con presteza.
Se necesita, también, mejorar la atención en las comisarías, entender que los policías son servidores de los ciudadanos; pero sobre todo responder con eficacia, es decir, prevenir los delitos y, cuando estos se cometen, atrapar a los delincuentes y probarles sus fechorías.
Si se busca lograr esos objetivos, también es indispensable mejorar la calidad de la PNP. Todos los últimos gobiernos se han ufanado de la cantidad presentando todos los años miles de nuevos policías. Para eso se llegaron a crear hasta 29 escuelas policiales, la mayoría de las cuales no tiene ningún rigor en el ingreso, en la selección, ni tampoco en la formación policial. Eso debe cambiar, concentrando las escuelas policiales para tener policías honestos y mejor preparados. Se puede combatir con eficacia la delincuencia, con mano dura, firmeza y energía, usando adecuadamente los recursos humanos y materiales de los que disponemos.